Siempre he amado los primeros días porque, siempre he sido buena haciéndome de notar. En el mismo momento que ponía el pie en el suelo del instituto, tenía a los chicos más buenos tratando de ligar conmigo, los pobres nunca se llegaron a dar cuenta que su inteligencia era la razón por la que los rechazaba. Estaban buenos, sí, pero con presumir de mi cuerpo, de mi pelo, de mis padres adinerados, ya tengo suficiente. Además de que, siempre he tenido a esas asquerosas lameculos que, incapaces de hacerse notar por su cuenta, siempre me buscaban para que fuera yo quién las hiciera de notar, la que las mostrase al público y, por supuesto, las que le buscase un novio decente, básicamente, se quedaban con lo que yo iba desechando, incapaces de buscar su propia comida. Estos eran los casos de Stacey, Guinny y Ashley, siempre me parecieron demasiadas "y" al final y demasiada poca mentalidad para la cabeza tan grande que más de una se cargaba. Para ser completamente sincera, siempre me he imaginado a una de ellas cayéndose por el propio peso de su cabeza, como si fuera una bratz [las bratz eran unas muñecas parecidas a las barbies pero, sin pie, con una cabeza enorme, un tanto más bajas que las barbies].
La luz del sol ya se filtra completamente por entre los barrotes que impiden que nos tiremos por la ventana. Puedo ver el rostro de la chica que se encuentra tumbada en la otra cama. Con sus ojos clavados en mí. Como si fuera un enigma y ella estuviese tratando de descifrar mi contenido.
- ¿Pasa algo?
La desgana en mi voz suena especialmente fría. Con si estuviera afilando un cuchillo lentamente, como hacia mi padre siempre antes de cortar la carne que posteriormente iba a cortar en finos solomillos.
- No me has dicho tu nombre – dice como si nada.
- Tú no has preguntado en ningún momento ¿no crees?
Veo como ella enarca una de esas cejas imperfectamente depiladas, seguramente aquí no tengan ningún mantenimiento para el cuerpo, ninguna clase de cuidados.
Finalmente la escucho resoplar, como si me estuviera dando la razón en ello pero no pregunta y no me considero de esa clase de personas que se presenta cuando no le preguntan sobre ello. Sé que no pega con mi "modesta" personalidad pero, si la gente quiere saber mi nombre, que pregunte por ello. Para ello, los seres humanos tenemos boca, ¿no? Para hablar. Comunicarnos.
- ¿Me lo vas a decir?
Su voz ahora sale dudosa. No quiero ser fría pero, no puedo evitarlo. Es algo que realmente me controla, me supera.
- Si quisieras saberlo preguntarías ¿no crees?
- Joder, eres una maldita molestia. ¿Tanto te cuesta decir tu puñetero nombre? Quiero saber contra quién testificar en el caso de que muera alguien – dice fría, sin sentimiento alguno.
Esta chavala, no creo que sea simplemente una ninfómana como otra cualquiera. Si sólo fuera por eso, ahora mismo no estaría en un reformatorio pero, ese aspecto de que no se acuerde, estoy empezando a pensar que es mentira. Creo que simplemente le resulta más fácil hacer como la que olvida. Hacer la que no sabe que ha hecho en lugar de aceptarlo y, por tanto, plantarle cara. Algunas personas no pueden afrontar lo que han hecho, son incapaces de ver el lado malo dentro de sus almas y ese comentario de Adam. Definitivamente, ella no es quien dice, cómo reacciona, cómo se mueve, sus comentarios.
- Bianca. Me llamo Bianca Montgomery – digo tras un incómodo silencio –. ¿Y tú?
Ella se mira la etiqueta que lleva pegada en la parte derecha de su mono a la altura del pecho.
- Bailey... Creo que pone Swam aquí – mierda, otra "y" al final, creo que me persiguen –. Un placer, supongo.
Asiento con la cabeza y, justo en ese mismo momento, se escucha un "clac" proveniente de fuera. Están empezando a abrir las puertas, una por una con la llave hasta que por fin abren la nuestra. Bailey me mira un segundo antes de salir. No quiero salir aún. Hay demasiado loco ahora mismo suelto por allí fuera, por un mismo pasillo. No quiero decir que yo no lo esté, no quiero parecer encima de todo, hipócrita, sino que, aún no me hago a la majestuosa idea de que estoy aquí por tratar de defender el poco orgullo que me quedaba después de eso. La gente es demasiado estúpida la mitad de las veces.
- ¡Suéltame! Joder, Kilian, me haces daño ¡Suéltame!
Una voz femenina grita desesperada en el pasillo. Antes de si quiera pensar si salir o no de la habitación, ya estoy fuera, viendo como un chico bastante guapo, de pelo rubio y cara aniñada con expresión maligna, está zarandeando una y otra vez a la chica hasta que, su mirada se centra en mí. Entonces, rebolea a aquella chica pelirroja oscura contra la pared logrando que su pequeño cuerpo rebote contra la dura pared y se caiga en un golpe seco al suelo.
- Por la cuenta que te traes, no le vas a comentar a nadie sobre esto – me gritó el chico –. No te aconsejo tenerme como enemigo.
Vacilo un poco mientras analizo más detalladamente la situación. La cara de la chica asustada, incapaz de hacer ningún tipo de movimientos. Los ojos de aquel chico que parecían querer matarme, sin importarle quien soy, ni que puedo haber hecho. Yo, por mi parte, simplemente estoy parada allí, pensando que decir, creando un silencio sepulcral.
- No te tengo miedo – la sonrisa del chico se ensancha al oír mis palabras.
- Deberías.
Tras decir eso el chico se va. Pero no tiene pinta de ser el peor allí dentro. Sinceramente no creo que lo sea. Alguien que se mete con una chica, no es más que una maldita basura que merece ser extinguida. Aquellos que se creen hombres por maltratar a una mujer indefensa o semi indefensa, eso no es un hombre, eso no es más que un capullo y un cobarde que, incapaz de enfrentarse a sus iguales, trata de quedar por encima enfrentándose a mujeres. No es justo, pero es la realidad.
Me acerco a la joven. Noto bajo mis manos que está temblando. Aunque no duda en agradecérmelo con voz dudosa. Pondría la mano en el fuego acerca de que aquí no es demasiado normal que alguien ayude a otro. No me extrañaría que aquí todo el mundo se guiase por la estúpida regla de la selección natural de Darwin pero yo no pienso así. Siempre he creído que los más fuertes merecían vivir mejor, pero merecer no es lo mismo que obtenerlo realmente porque, siendo sinceros, la mitad de la gente que mejor vive son unos capullos cobardes que se esconden tras su sucio dinero.
- No deberías haber hecho eso. Kilian es listo e idiota, no tardará en joderte la vida.
La voz de la chica sonaba débil, como si le hubiesen quitado el alma antes de que pudiese hablar.
- ¿Por qué todos decís eso? ¿Queréis dejar que yo fastidié lo que me dé la gana? Mira, no le tengo miedo porque yo fui como él – digo mientras camino hacia ella.
La chica parece temblar hacia lo dicho, como si ni siquiera fuera capaz de creer que pueda haber más gente como ese tal Kilian, pero la hay. Hay mucha gente peor y, yo estuve entre ellos.
- Soy Bryanna, me gustaría tenerte como amiga. ¿Cuál es tu nombre?
- Bianca.
La chica asiente a modo de que se ha enterado para después, con una nueva sonrisa dibujada en la cara como si, todo aquello que ha pasado, que acaba de suceder, no hubiese pasado jamás. Entonces, como si no me conociera, como si ni siquiera se hubiese percatado de mi existencia, se da media vuelta y comienza a caminar.
- Oye eres un poquito soberbia ¿no? ¿Por qué coño te metieron aquí? – le grito
La chica se para, como si estuviese esperando que algo se lo dijese, ¿acaso aquí la gente no consigue admitir la razón por la cual está aquí?
- Mis padres son homofóbicos y yo, soy lesbiana – dijo con amargura.

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SCREAMING
Teen FictionMe perdí en mi mente. No sabía dónde estaba o hacia dónde me movía. Caminaba descalza pero era incapaz de sentir el frío o el calor bajo mis pies. No entendía que estaba pasando. Hasta que, en un momento de lucidez pensé que era un sueño, para mi de...