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Un pequeño maullido sobresalió de entre las gotas de lluvia que caían con violencia, una tormenta los había atrapado antes de que pudiesen llegar a la estación de trenes.

—¿Escuchaste eso Nagisa?

—¿Uh? No te entendí Karma — comentó Nagisa hablando bastante fuerte para que su voz logrará escucharse.

Una vez más el maullido se escuchó y para sorpresa de Karma, los ojos de Nagisa se abrieron de par en par. Parece que lo había escuchado también.

—¿Dónde crees que esté? — preguntó Karma agachándose hasta estar sobre la oreja de su amigo.

—No lo se pero no parece que este demasiado lejos — respondió Nagisa apoyándose sobre el hombro de Akabane.

Comenzaron a buscar con la mirada al gato, de repente los ojos azules dieron con una bola de pelo temblorosa y mojada.

—¡Ahí Karma!— comentó señalando una bola de pelos debajo del coche estacionado frente a ellos.—¿Se dejará acariciar? — Nagisa se dio cuenta de ese problema antes de que cualquiera hiciera un movimiento.

—Tendremos que averiguarlo — Karma le extendió su bolso y se aferró al paraguas antes de saltar hacia la lluvia.

—¡¡Espera!! —intentó detenerlo sin mucho éxito.

De repente Karma regresó con sus pantalones empapados y una gran bola café entre sus brazos.

—¿Estás bien? — preguntó Shiota intentando ayudar.

Akabane asintió sonriendo triunfante.

—Parece un gato de casa, se dejó agarrar muy fácil.

El peliazul se acercó y con mucho cuidado intentó acariciarle la cabeza siendo correspondido con un ronroneo.

—Parece que le agradas — comentó el joven mirando con sus ojos cobre la escena de su amigo acariciando al felino.

Este solamente río en respuesta continuando con los mimos.

Así pasaron un par de minutos, intercambiándose el gato entre ellos esperando a que la lluvia parará.

—La cosa será como podremos llevarnos a este amigo a casa — comentó el más alto —¿Podremos ponerlo debajo de mi chaqueta?

—O en uno de nuestros bolsos — sugirió Nagisa mostrándole la mochila.

Con la mirada ambos acordaron hacerlo, Karma ofreció su mochila por lo que tuvieron que pasar las cosas del joven al bolso de Shiota. Eran pocas realmente.

Con todo listo Karma se quedó momentáneamente con ambos bolsos en lo que Nagisa se cercioraba del estado de la lluvia.

Estaban debajo de un toldo de una tienda por lo que era necesario verificarlo, aunque podían darse una idea con el sonido de las gotas que en efecto la lluvia había cesado.

Cuando Nagisa se volteó a darle luz verde a Karma, un auto a una velocidad considerable pasó por un charco creando una gran salpicadura. De un momento a otro Nagisa estaba empapado de pies a cabeza.

Karma corrió para intentar auxiliar a su amigo, gritándole al conductor una que otra maldición.

—Será un… ¿Estás bien Nagisa?

El peliazul solamente asintió intentando sonreír ampliamente fallando un poco cuando a mitad de camino su expresión se descompuso por un estornudo.

—Debemos apurarnos — dijo Karma tomándolo de la muñeca.

Con paso presuroso se dirigieron a la estación de trenes, el chapotear de los zapatos de Nagisa resonaba alto y claro.
Era vergonzoso.

Habían logrado con éxito infiltrarse con el gato y ahora estaban viajando en el tren rumbo a sus respectivas casas.

Karmagisa one shotsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora