Capítulo 3.

252 23 1
                                    

Pov: Yunjin.

—Creo que ya es hora de que me vaya, se está haciendo tarde y no es por ofender, pero no sé si quiero encontrarme a tu padre— Dijo Yae mientras se levantaba de mí cama, la había obligado a acostarse conmigo y escuchar Taylor Swift, quizás la cansé un poco.

—¿Qué te parece la discografía de Taylor?, aún faltan otros álbumes— Yae rió y luego puso un índice en su mentón.

—Tiene canciones lindas, creo que mí preferida es Enchanted. Nos falta escuchar el resto aún— Habló mientras se ponía su mochila y ordenaba su cabello con las manos, solo llevamos unos días hablando y creo que ya me estoy enamorando... —¿Me bajas a abrir?—

—Sip, vamos— Y llegamos hasta la puerta principal. Dudé si dejarla ir así nomás a pie, hacía un poco de frío pero se que se negaría, además traía su bici con ella, creo...

—De nuevo, gracias Yunjin por toda la ayuda que me estás brindando, de verdad lo aprecio— No pude aguantarme más y le dí un abrazo, es que necesitaba hacerlo, y quizás ella lo necesitaba por todo lo ocurrido. Cosa que todavía no me atrevía a preguntarle. Ella me correspondió un poco tarde pero fue lindo porque apoyó su mentón en mí cabeza mientras palmeaba mí espalda.

—No hay de qué, nos vemos mañana Yae— Nos separamos y ambas estábamos coloradas. Dió una última reverencia y se fue. Unos minutos más tarde me di cuenta que Yae nunca trajo su bici con ella, para asegurarme de que estuviera bien le mandé un mensaje.

Pov: Yae.

Soy increíble, la segunda vez que me olvido la bicicleta pero esta vez sabía que ya no iba a estar en donde la deje, afuera del colegio pegada a un poste. Cuando llegué al lugar lo único que había era la cadena que la aseguraba al poste, maldecí por lo bajo y otra vez, me resigné a ir caminando hasta casa recordando que en ningún momento del día me digné a buscar trabajo en algún lugar.

—¡Yae, amiga!— Un grito me sacó de mis pensamientos, era un conocido del barrio, algo así como un amigo, a quien le compro generalmente algunas sustancias, le dicen Keo. —¿Qué haces por aquí, estás aburrida?— Puso su brazo en mí hombro mientras caminábamos.

—Estaba volviendo de la casa de una amiga, ¿Tu que haces?— Respondí mirando al piso mientras pateaba una lata.

—Nada importante, hey, ¿Que tal estás con todo esto?, ya sabes, tu mamá, tu hermano...— No podía entenderle mucho, creo que estaba algo drogado.

—Necesito un trabajo o me quedaré sin techo, eso es todo— Comenté seca, no me gustaba pensar en mí mamá y mí hermano. Aún seguía en completa negación ante todos los sucesos.

—Bueno podrías vender por mí en tu cole, se que esos chicos ricos también se meten droga como si no hubiera un mañana— Lo miré dudosa, quiero decir, si me descubrían sería simplemente el fin de todo, y encima el papá de Yunjin es el director, no gracias.

—Paso, podría vender en otros lados, pero yo ahí no juego— Keo hizo un quejido.

—Ahh... Bien, no te voy a exigir nada, ¿Quieres un poco ahora?, es un regalo. Así te relajas un poco con todo este estrés—

—Si tu invitas— No me iba a negar, venía necesitando algo para relajarme y aunque Yunjin también tenga ese efecto en mí, ella no puede estar siempre conmigo.

—Y esto es para usted— Keo sacó una bolsita de cocaína y un blunt, tomó mí mano y las dejó ahí. —Nos vemos, que descanses Yae— Me guiñó un ojo y yo reí, es un tipo bastante buena onda.

(...)

—Q-que carajos— Me levanté con un dolor de cabeza insoportable, sentía que me iba a estallar. Me encontraba en el sofá con varias botellas regadas por ahí y el resto de cocaína esparcida en la mesa, y mí teléfono que estaba sonando, era Yunjin, tenía 37 llamadas perdidas de ella, con más 200 mensajes, y eran las seis de la tarde. —¿Hola?¿Yunjin?— Escuché un suspiro desde el otro lado.

First Time; Huh YunjinDonde viven las historias. Descúbrelo ahora