Meredith
—¡Hermana despierta es hoy... hoy es el día! —escuché una vocecita fastidiosa intentando taladrar mis oídos.
«¡Mierda déjame dormir Camille!»
—¿Hermana recuerdas que piensas en voz alta? No se dicen palabrotas bajo el mismo techo de mamá. Pero como somos familia no diré nada si me regalas 30 dólar —contestó la chiquilla malcriada.
«Muy malcriada por su hermana tonta»
Camille comenzó a saltar en mi cama mientras gritaba a todo pulmón que me levantara para ir al instituto.
«¿¡No se se ni por qué se molestan en comprar despertadores. Camille hace el trabajo de despertar a media casa con sus gritos!?»
—¡Pero miren a quién tenemos aquí! —mascullé un poco adormilada, mientras hacía el esfuerzo de sentarme en la cama.
Esa niña traviesa aún seguía saltando en mi cama. Le agarré la pierna derecha y tiré de ella, haciéndola caer sobre el colchón.
—¡Eres una niña muy chivata y traviesa! ¿lo sabías? —le protesté mientras me la comía a cosquillas. Generalmente todas las mañana sucedía lo mismo.
Jamás ví levantarse a alguien tan contento como a mi pequeñita. Ella a penas se despertara, se volvía como loca de la emoción. Parecía como si hubiera asaltado una tienda de chuches.
—¿¡Mera...es verdad que estaremos en el mismo colegio!?
—No se pitufina, creo...—exclamé pensativa mientras me tocaba el puente de la nariz—. A lo mejor si o quizás ¿no? —dije un poco burlona
—¡Tranquila hermanita piensa positivo y el universo nos ayudará!
—¡Madre mía...está niña tiene un gran optimismo exacerbado!
—¿Qué significa optimismo exacerbado? —me preguntó frunciendo el seño como una total adulta.
«La curiosidad de esta chiquilla le salía hasta por los poros»
—A ver enana. Optimismo exacerbado es cuando una persona tiende a generalizar las situaciones de los demás y utiliza frases como esa misma que dijiste.
—¡Por los zapatos de Cenicienta...vamos a vestirnos o llegaremos tarde! —Esta hermana me ha salido muy demente para su corta edad.
Cada segundo que pasaba en esa ciudad era como si estuviera en un cuento de hadas. Cuando Adam el chófer de Andrew nos dejó a Camí y a mí en el instituto. Mis ojos no podían ver lo que estaba frente a ellos. Sentía como si un muro de telarañas me impidiera observar tal lujo.
—Hola Mera ¿todo bien?
«vaya pero si miren a quien tenemos aquí: don traidor»
—Hola...traidor —lo corté frunciendo el seño.
—Valeee ¡perdón por haberme ido, Mera! —No le respondí, simplemente me quedé callada sujetando la mano de Camille.
—Necesito tu perdón —susurró mientras ponía cara de corderito triste—. Quiero invitarte hoy a una fiesta. ¡Y no aceptó un no como respuesta Meredith Walter!
«No señor, bájale dos rayitas»
Aguanté la respiración. Mi mente no creaba una imagen mía en una fiesta, con Lucas Reed. Generalmente las fiestas a las que iba, era con mis amigas y en nuestras casas.
—Yo... —susurré con un hilo de voz—. ¡Ni de coña!
—Hermana me debes 30 dólar por la florecita que acabas de soltar —Al pasó de esto, dentro de poco me quedó sin dinero.
—¡Vaya, que cara te sale la enana! —escuché a Luk murmurar por lo bajo.
Ví como Camille ponía las manos en las cinturas, enarcando una ceja. Lista para darle una contesta no muy agradable a Lucas
—¡No soy una enana, soy más adulta que tu, sopenco! —comentó Camille dejándonos boquiabiertos por su respuesta. Esta niña cada día aprende algo nuevo.
«Eso es Camille seguro que has aprendido de tu hermana»
Ya habían pasado varias horas desde mi llegada. No se si era normal pero de pronto sentí todas las miradas sobre mí.
«Eres un bicho raro Meredith»
A la hora del almuerzo, me encontré con Lucas y su novia Allison. Por cierto, es una rubia preciosa. No era nada parecida a esas rubias tontas y huecas que andan merodeando por este instituto. En sus precioso iris verde se notaba su personalidad. Ese carisma que desempeña su elegancia y educación, son increíbles.
—¡Meredith! —vocifero Lucas a lo lejos—. Ven siéntate con nosotros.
No voy a negar mi repentino nerviosismo por conocer personas nuevas. Habían tres personas sentadas en la mesa sin contar a Luk y Allison.
—¡Luk! —fingí un poco de asombro—. ¿Como te fue hoy en las clases?.
—Todo bien Mera —me respondió mientras se ponía de pie—. Te presentaré a mis amigas. Esta chica de enfrente es Jennifer Elías, la rubia que se encuentra a su lado es María Karla, su prima y por último pero no menos importante Lisbeth y Allison que ya os conocéis.
—Mucho gusto, mi nombre es Meredith —Jennifer me extendió la mano en forma de saludo, y yo le correspondi al instante—. Un gusto tenerte con nosotros Mera. Luk nos ha hablado mucho de ti.
Mientras pasábamos el rato comiendo en esa mesa rectangular, llena de nuestras bandejas y jugos. Pues nos dispusimos a conversar un poco sobre nuestras vidas, sólo para conocernos mejor.
Jennifer es una monada en todos los sentidos. Me contó un poco de cómo llegó a parar aquí en New York. Si les soy sincera jamás me imaginé conocer a una chica italiana que ha dedicado parte de su niñez a viajar por el mundo junto a sus padres, sólo por trabajo. Jennifer a parte de ser una chica encantadora, parecía haber salido de una revista de modas. Sobre todo ese cabello brillante lleno de un color chocolate.
María Karla, la verdad es muy distinta a Jenny. Mary es rubia de pelo corto. Se la pasó hablando de sus padres, la pobre, no es fácil aguantar día y noche las discusiones de tus padres. Al parecer quieren divorciarse pero a la vez le da pereza porque tendrían que compartir el dinero. Quizás esta situación la deprime mucho, porque dice Lisbeth que generalmente Mary tiene un toque de euforia mezclado con entusiasmo. Un toque que se esfumó hace tres meses.
Luego de presentarnos todos. Estuvimos hablando sobre la fiesta que se iba a montar Luk, hoy en su casa. Al parecer ya tenían la temática y todo.
—Chicas tengo una idea —comentó Lisbeth muy entusiasmada—. Y si vamos todas en bikini para darnos un chapuzón a la luz de la luna —insinuó la pelinegra, eufórica.
—Si chicas, esa sería una excelente idea —afirmó Allison con voz firme.
«¡No bikini no, odió que me vean el cuerpo de espaguetis!»
—¡Yo...yo no puedo! —contesté algo nerviosa.
—¿Por qué no puedes? —preguntó Jennifer frunciendo el seño en espera de mi respuesta.
¿Quién me mandó a decir que iría a esa fiesta?
«Tu nuevo amigo»
¡Oh conciencia, gracias por recordarmelo!
—No puedo porque...porque si lo hago me enfermo. Chicos yo soy una adolescente muy enfermiza, cada vez que me baño de noche...pues ataca la gripe —contesté demasiado rápido para ser cierto
—¿Segura que es por eso o algo más? —preguntó Jennifer captando la mentira en el aire.
—No, no jamás mentiría de esa forma. Es más, creo que ni debería de ir a la fiesta —dije mientras colocaba el mechón de pelo rebelde, detrás de mi oreja.
A lo mejor se dan por vencidos y no tendré por que comerme cinco horas de fiesta con desconocidos.
—¡Eso quisieras princesita de cabellos rojos! —exclamó Lucas.
Créanme cuando os digo que soy vidente. No quiero ir a esa fiesta, algo me dice que perderé los papeles. Pero bueno a tanta insistencia y mi corazón tan débil, pues no tuve más remedios que aceptar ir a la dichosa fiesta, dejando claro lo de no bañarme.
Las horas se fueron volando como un avión y eso sin contar los minutos e incluso segundos. Cuando llegué a casa, ya mamá nos tenía preparada la merienda a Camille y a mí.
—¡Mami, eres la mejor! —Me incliné un poco para darle un abrazo desde atrás—. No imaginé llegar a esta casa y encontrarme con esos waffles deliciosos.
—¿Ya se te quitó el enfado conmigo? —me preguntó con una sonrisa de medio lado—. ¡Qué pícara es usted señora Claudinie! —Le dediqué una pequeña sonrisa.
El enfado con mi madre jamás dura más de un mes. Quizás me sucede eso porque mi madre a sido mamá y papá desde la muerte de mi padre.
—Te perdono mamá. Pero no me pidas fingir que Andrew me cae bien cuando en verdad es un grano en el trasero. Ustedes dos deben tener claro una cosa. Ningún hombre va a ocupar el lugar que a papá le corresponde por derecho —mascullé un poco dolida por mi situación en esta historia.
—Tranquila Mera, eso nunca sucederá porque no lo permitiré —sentenció mamá con un hilo de voz—. Aunque no lo creas, a mi me duele su partida, cada segundo de mi vida.
Mi madre me observó con los ojos llorosos, llenos de melancolía. Esos ojos azules desbordaban un pequeño sufrimiento, uno muy oculto, era algo así como...¿un secreto oscuro?
—¿Mamá, por qué lloras? —preguntó mi rayito de luz—. No es nada hermosa, fueron unos bichitos diminutos que se metieron en mis ojos —dijo mamá mientras secaba las pequeñas lágrimas que salían sin permiso.
—Enana, vamos a dejar a mamá para lavarnos las manos y merendar —le aconseje bastante cansada—. Está bien pero...¿ya le dijiste a mamá lo de la fiesta —Abrí los ojos tan grandes que parecía yo un pescado en nevera, congelado y acabadito de sacar.
«¡Oh tierra ven y tragame»
—Fiesta... Te han invitado a una fiesta —dijo mamá atónita—. Fiesta, quién habló de fiesta mamá —contesté echa un manojo de nervios.
—Lucas, Lucas el hermano de Harlan te invitó a la fiesta —dijo la Camille muy segura de sí misma—.Enana por favor cierra la bocota —le susurré bajito, pero mamá tiene los oídos tan finos que pareció escucharlo.
«¡Dios mío que me invento ahora!»
—Tranquila, puedes ir a la fiesta pero a la 1:00am te quiero durmiendo en tu cuarto, sin una gota de alcohol en tu sistema ¿Quedó claro Meredith? —asentí un poco asustada.
Mi madre a veces puede llegar a ser un poco estricta y yo, pues un poco rebelde. Pero jamás dejaría de amar a esa mujer de cabellos de fuego, la misma que me dió la vida.
**
—Meredith —Sentí como unas cálidas manos daban golpecitos en mi espalda.
«Por primera vez en mi vida me dejaran dormir»
—Mmmh... —Me removí un poco incómoda entre mis sábanas.
—Si no te paras ahora mismo de esa cama, me voy arrepentir de haberte dejado ir a esa fiesta —protestó mi madre.
«Me voy arrepentir de haberte dejado ir a esa fiesta...fiesta»
—Fiesta, dijiste fiesta mamá —expresé un poco aturdida levantándome de un salto de mi cama.
—Si, a la del instituto —dijo mamá frunciendo el seño.
Si no me apresuró llegaré muy tarde. Mire el reloj y marcaba las 6:30. Oh no Lucas pasará por mi a las 7:30 sólo tengo una hora exactamente.
—Mamá perdón, debo alistarme porque Lucas pasará por mi a las 7:30. Crees que puedas ayudarme, no se como vestirme para una fiesta de ricos —suspiré un poco cabizbaja.
—Claro mi amor, no debes de pedirmelo dos veces —En la cara de mamá se reflejaba ese poder de la moda.
En fin, nos pusimos a arreglar todo el desastre de mi cabello, incluso mis uñas. Mi madre intentó escoger un vestido del armario pero cuando ví la etiqueta me quise morir de un infarto. Rotundamente le dije que no, pero bueno, mi madre jamás aceptaría un no como repuesta. Sus palabras aún resuenan en mi mente.
«Si vas a la fiesta de adolescentes con mucho dinero, pues sorprendelos porque una chica como tú no es común y corriente, es especial»
Sus palabras me llenaron de orgullo. Me dirigí yo misma al armario para escoger una ropa que me hiciera sentir yo misma y no un bicho raro con delirios de superioridad. Al final ya eran las 7:25, terminamos en tiempo record.
—¿Mera eres tú? —La voz de mamá titubio un poco—. Estás...
Al parecer mi madre se detuvo unos segundos para procesar la imagen de su nueva obra de arte. Sólo así me podrían clasificar en estos momentos.
—Divina, perra y empoderada...lo sé no debes repetirlo —le comenté con una sonrisa de oreja a oreja.
Mi madre se adelantó para salir hacia los escalones para dirigirse a la sala, mientras yo me quedaba estática, observando mi reflejo en el espejo.
Bueno ya es hora de salir y dejar a todos boquiabiertos.
«A todos no. Querrás decir a ese demonio personal que lleva por nombre Mateo»
¡Conciencia no comiences!
Me dirigí a las escaleras, lista para emprender mi salida hacia la fiesta. Cuando pise el penúltimo escalón percibí como unos ojos me escaneaban de pies a cabeza.
—¡Mera! —dijo Lucas sorprendido cerca de mamá.
«Son ideas mías o Lucas está babeando»
—Tu también estás muy guapo Lucas —le dije con una sonrisa de oreja a oreja.
—Bueno, vamos a dejar la palabrería y a ponernos en marcha o llegaremos tarde —expresó Luk mientras se ponía en movimiento.
Nos dirigimos al auto que habían enfrente de la casa. Era un Ferrari de lujo vestido de negro. Cuando Luk me abrió la puerta de atrás, pude ver sentada en el asiento del copiloto a Allison, estaba hermosísima. La rubia vestía un hermoso vestido dorado bien ajustado que se le pegaba a sus magníficas curvas. También llevaba puesto unos tacones de diez centímetros del mismo color del vestido.
—Hola Mera, estas radiante —dijo Allison y yo me incliné para saludarla nuevamente.
—Hola Allison, tu estás igual de hermosa —De reojo ví como sus mejillas se tiñeron de un color rojizo.
El ambiente en el carro estaba muy romántico. Observé como Lucas le ponía con delicadeza las manos a Alisson en sus piernas largas y la miraba con un amor puro. Tanto fue así que sentí un pinchazo en mi pecho, uno muy fuerte.
«Algún día llegaré a amar a una persona real»
En ese momento no lo iba a averiguar así que encendí mi teléfono y comencé nuevamente el romance entre las páginas de Whattpad con el libro Culpa Tuya.Hola chic@s que os pareció este capítulo. Saben algo se que muchas se han sentido como Meredith creyendo que jamás podrás encontrar a una persona que os ame de verdad pero déjame deciros que eso es incierto. Todos algún día llegamos a encontrar a nuestra otra mitad, simplemente que muchos las dejan ir sin saber q esa es la persona que os cambiará el mundo para siempre. Y otros si aprovechan esa oportunidad amando cada segundo de su vida. Recuerden que nosotros somos los únicos protagonistas de nuestra historia ❤️Solo pase para dejaros un gran beso y un fuerte abrazo ❤️Muaaaa
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Antes de ti
Teen FictionEstá historia está basada en los perjuicios, el miedo, la incomprensión y el odio , los cuales se convierten en sombras fatídicas de un increíble e inocente amor. Meredith Elisa Walter una joven de apenas 17 años, se encontraba atrapada en una burb...