𝐖𝐀𝐑 ━ park sunghoon

CAPÍTULO CINCO.

   —No quiero que vaya...
   —Si no voy, no volveré con Woongso victorioso, y si no vuelvo con Woongso victorioso, no nos podremos casar como deseamos. — sonrió suavemente.

Las tropas ya estaban listas, el armamento preparado; sólo faltaba caer la mañana y juntarlos para emprender camino hacia el río que separaba a Woongso de Seongkyong. Eun observaba a Sunghoon afilar una daga que llevaría por parte propia, por las dudas. Suspiró.
   —Quiero... Que se cuide mucho. — susurró, mirando hacia un costado contrario al joven.
El joven soldado llevó sus ojos hacia la doncella angustiada; bajó su mirar para ello, encontrándola sentada en el suelo de aquella colina. Lentamente, dejó la daga en su funda de cuero y arrojó la roca con la que antes estaba ejerciendo su afilado. Se sentó a un lado de Eun y observó el sitio bajo sus pies.
   —El pueblo está sufriendo. — murmulló con dolor.
   —Pues, seré una mala princesa — susurró —... Pero ahora lo que más me preocupa es usted. — concluyó mirando los ojos del soldado Park.
Él sonrió suavemente, negando. Su mano derecha se posó sobre la mano izquierda de la muchacha, dándole calidez en la frialdad de la noche.
   —No es una mala princesa; es la mejor. — afirmó frunciendo sus cejas con decisión.

La princesa Eun arrugó sus labios con pena. Miró a su amado, al cabello de este, y sin mover su mano izquierda bajo la de él, llevó sus dedos de la mano derecha hacia su propia cabeza. Sunghoon la siguió con la mirada, sonriendo suavemente. Observó sus dedos tomar aquella tiara de flores mugunghwa sobre los cabellos lisos de la princesa, para luego llevarla a la suya, depositándola suavemente en esta...
Ahora la tiara de ella la tenía él, y la sonrisa que anteriormente era de este también, pasó a ser de ambos.

Eun se acercó; unió sus labios con tanta dulzura que el guerrero olvidó todo por unos segundos. Al separarse, unió sus frentes suspirando.
   —Vuelva, por favor — susurró con los ojos cerrados —. Victorioso o no, vuelva...