𝐖𝐀𝐑 ━ park sunghoon

CAPÍTULO CUATRO.

   —¿Pedir la mano de mi hija, la princesa, en matrimonio? — repitió el rey, observando ambas manos temblorosas aferrarse a la otra.
   —No hay cosa en la vida que me haga más feliz. — dictó el soldado completamente firme y seguro. Junseo elevó una de sus cejas. Los ojos de su hija brillaban con una mezcla de amor, deseo y desesperación; los del joven, con confianza, seriedad y, claro, todo el amor hacia la princesa de Woongso.
   —¿Días antes de la guerra? — preguntó nuevamente.

Los estaba poniendo a prueba, y ver el apretón que la joven dio en la gran palma del muchacho hizo las ideas del rey desordenarse. "Es esto lo que queremos desde hace tiempo": afirmó la joven doncella. A lo que Park asintió afirmándolo.
   —Si no lo hago ahora, hay probabilidades de no poder hacerlo nunca. — susurró Sunghoon. Y aún sin quererlo, su voz levemente flanqueó al formular sus últimas palabras.
El rey asintió; veía el amor flotar entre ambos. Apretando sus labios entre sí, se puso de pie abandonando su sitio anterior, mientras formaba una sonrisa que se ensanchaba cada vez más con el pasar de los segundos.
   —¡Bien! — musitó en un tono raramente alegre —Park Sunghoon, vuelve con un Woongso victorioso, y la mano de mi hija será toda tuya. — concluyó uniendo su mirada con la del soldado.

Este abrió sus ojos con felicidad; la princesa soltó un pequeño y bajo grito de sorpresa. Se observaron entre sí, y se fundieron en el abrazo más necesitado probablemente en toda su vida. Sonrieron y rieron juntos, apretándose el uno contra el otro con felicidad. Sunghoon juntó su frente con la de Eun, mirando su perfección feliz resplandecer con cada detalle de su expresión. 
   —Volveré y nos casaremos y tendremos hijos. — susurró alegre, riendo en el rostro de su enamorada, quien se contagió de este con dulzura.
   —Claro que sí. — respondió alegre.

Una vida y una familia juntos era algo con lo que fantaseaban y hablaban bajo la solitaria luna. Y gracias a la bendición del rey, todo ello sería finalmente posible.

Pero la felicidad no duró mucho.