Capítulo 6

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  Ya había caído la noche. Caminaba con Érica hacia el cuarto que ella compartía con Katelyn. Me había invitado para hablar un rato o al menos eso me dijo. La morena me hablaba, pero en realidad apenas le prestaba demasiada atención y me sentía un poco culpable por eso. Aun así, estaba demasiado cansada como para siquiera escucharla; y yo que pensaba que era duro servirle a Ágata…

—…y también me contó que vieron a una chica hablando con el príncipe Logan en el desfile. —Parpadeé mirándola al fin. Ella se detuvo frente a una puerta justo en ese instante.

—Espera, ¿quién fue la que te dijo…? —ella soltó una carcajada llena de amargura.

—¿No escuchaste nada de lo que te dije? —mordió su labio inferior mirándome más atentamente— Vieron a mi querido futuro esposo con otra, y parece que él era el que quería hablarle a esa… chica. Fue en el desfile de bienvenida, de ayer —bufó cruzándose de brazos y tragué saliva con fuerza. Parecía indignada o tal vez celosa, no estoy segura en realidad. 

  Luego de haber dejado atrás a Carlos y al príncipe Logan ese mismo día, me había refugiado en la biblioteca. Me tocaba desempolvar el ala este de la misma, así que fui hasta ahí, claro que sin dejar de pensar en lo sucedido con el pelinegro. No mucho después había aparecido Érica como por arte de magia y me ayudó a terminar esa tarea del día. Con todo el rato que estuve con ella logré descubrir su extraña obsesión por el pelinegro. Ella mataría por conseguir llamar su atención. Érica estaba un poco loca a decir verdad. 

  A este punto no estaba segura de a quién le temía más. Si a Logan y sus intenciones conmigo —que creo que no son muy buenas que digamos— o a Érica y su obsesión por ese tal principito que tan mal me cae. 

  Esquivé la mirada de ella removiéndome incomoda sobre mis pies. Odiaba hasta la simple idea de que Érica se enterara de mis anteriores e inesperados encuentros con su querido Logan. Seguro me asesinaría sin pensárselo dos veces aunque no habían sucedido por mi culpa.

—¿Vamos a entrar ya o…? —señalé la puerta con ademán indeciso. Ella hizo una mueca negando, como si la hubiera sacado de entre sus pensamientos, y por fin abrió la puerta de madera que se encontraba frente a nosotras.

—Hey, Kate —saludó ella en cuanto estuvimos dentro, al mismo tiempo que empujaba con su pie la puerta para cerrarla del todo.  

  La rubia estaba sentada con las piernas cruzadas en mitad de su cama. Levantó la vista de su libro y nos regaló una sonrisa en respuesta y continuó su lectura.

—Vuelvo enseguida —susurró con la mitad del cuerpo metido dentro del closet—. Seguro ya te acabaste el agua caliente así que volveré más rápido —dijo lanzándole rápidamente una mirada molesta a Katelyn, pero ella pareció ignorarla completamente, sumergida en su libro.  

  Con la ropa limpia que llevaba cargada en sus brazos se encaminó hasta el baño y se encerró allí, dejándonos en un sepulcral silencio. Me contuve de rodar los ojos y soltar un suspiro, me había dejado allí parada y… bueno, no estaba sola pero Kate parecía muy concentrada en su lectura. 

  Al notar mis ojos posados sobre ella, Katelyn dejó de lado su libro y me devolvió la mirada sonriente.

—¿Cómo te fue en tu primer día?  

  Quería desesperadamente huir hasta mi cuarto y dormir. Allí de pie y luego de escuchar la pregunta de Kate, simplemente pude recordar y sentir con más intensidad todo el agotamiento tanto físico como mental que me fastidiaba, ya mis ojos estaban llorosos esperando cerrarse sobre un sueño reparador y mis pies palpitaban dentro de los zapatos del uniforme; al menos éstos eran cómodos.

𝗕𝘂𝘁𝘁𝗲𝗿𝗳𝗹𝗶𝗲𝘀 𝗶𝗻 𝘁𝗵𝗲 𝗰𝗮𝘀𝘁𝗹𝗲 / ʲᵃᵐᵉˢ ᵐᵃˢˡᵒʷDonde viven las historias. Descúbrelo ahora