Capítulo 16: Caos

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Deimon.

Entro a la cabaña y cierro la puerta con fuerza, los chicos se levantan de los sofás de un brinco por el susto y me miran entre sorprendidos y extrañados, veo mi aspecto reflejado en el vidrio de una de las ventanas y los comprendo, parezco salida de una masacre.

Los gemelos salen de la cocina y se paralizan al verme, pero al final se deciden por hacer unas muecas y ladear la cabeza al mismo tiempo sin entender nada de lo que está pasando, sus miradas caen en los chicos en busca de respuestas pero ellos se encuentran igual de confundidos.

La puerta de entrada se abre y Ryan entra como si nada, todos intercambian miradas entre nosotros aún sin entender nada de lo que está sucediendo. Siento su mirada en mi perfil pero lo ignoro, siento que si me giro solo lo haría para insultar y ganas no me faltan. Les sonrío a los chicos para disimular un poco y subo las escaleras hacia mi habitación.

Entro y me dirijo al baño, me observo en el espejo apoyando mis manos en el lavabo, hago una mueca al ver que estoy cubierta de la maldita pintura roja.

El recordar la forma en la que Ryan me miraba en el bosque cuando le pateé el trasero me molesta, se veía diferente, sus pupilas estaban dilatadas y su sonrisa era divertida, pero cuando lo descubrí él cambió, su semblante era serio, su boca estaba en una fina línea y sus ojos se veían fríos.

Demostrando lo fácil que es fingir una emoción cuando quieres engañar a alguien, cuando quieres ganarte su confianza para que al final puedas convertirla en tu puto títere y así usarla cuando se te plazca. Porque total, una actitud falsa fue capaz de engañarte y hacerte creer todo lo contrario de esa persona, aunque ya hayas visto una pequeña parte de su esencia.

Tristemente me recuerda a mi vida en Bygils, los chicos se burlaban de mí y me hacían bromas pesadas, justo como el chico que me gustaba y decidió reírse de mí frente a todo el instituto, recuerdo que conmigo se portaba diferente y me trataba bonito, hasta que reveló sus verdaderas intenciones.

Ryan es igual, él es igual a todas las personas de Bygils.

—Todos se burlaban de mí, de la pequeña, inocente y vulnerable Deimon,— digo observando el reflejo de Jayme— pero ya no soy la misma, ya no soy pequeña, ya no soy inocente y ¡YA NO SOY VULNERABLE!— con furia golpeo la pared del costado del espejo, los pedazos de azulejos caen al suelo y mis nudillos no tardan en sangrar.

Jayme suspira viéndome por el espejo, cruza sus brazos y me mira con suavidad.

—¿Qué harás?—

Sonrío con rabia.

—Le haré saber quién soy—

—Pero los chicos saldrán lastimados—

Me rio negando con la cabeza, me giro y apoyo mi cadera en el lavabo.

—No Jayme, no es para ellos, es para Ryan, me harté de que me vea la cara de estúpida él y el resto del campamento. Creen que solo soy una niñita que necesita que la defiendan de todo lo que la rodea, ¿crees qué si supieran que vi a mi madre morir, que sobreviví a dos malditos accidentes y lo que me pasa cada vez que uso mis poderes, el miedo que siento o las pesadillas que tengo cada noche con lo que pasó ese día o las visiones que me atacan, me dejarán en paz?—

Mi labio inferior tiembla. Ella se acerca y me abraza fuerte.

—Eso no lo sé, pero hagas lo que hagas no quiero que cambies, no quiero verte como una maldita egoísta. Quiero que sigas siendo mi amiga, aunque seas la única que puede verme. Prométeme que no cambiarás— su voz es como una súplica.

Me quedo en silencio por unos segundos meditando sus palabras, asiento levemente sobre su hombro.

—Lo prometo— le correspondo el abrazo, suspiro— ¿Me dejas al menos vengarme? Solo un poquito—

DeimonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora