Capítulo 34: Reunión familiar.

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Destrucción.

Fuego.

Cenizas en el aire y...

Sangre.

Sangre por todos lados al igual que... una pila de cuerpos inertes. De todas las criaturas posibles: hombres lobos, vampiros, hadas, brujas e incluso... Moon Nights.

Bajo la mirada a mis manos... están cubiertas de sangre. Sigo el camino de mis manos a mis brazos hasta llegar a mi ropa: está sucia, rota y llena de sangre. Bajo a mis pies: descalzos y en el mismo estado de mis manos.

El pasto bajo mis pies está pegajoso gracias al gran charco de sangre que estoy pisando, giro la cabeza y ahogo un grito al ver... a los gemelos... en el suelo boca arriba y de ojos cerrados.

Caigo de rodillas a sus costados y reviento en llanto, con manos temblorosas tomo sus cabezas y las pego a mi pecho, suelto sollozos que me queman el alma y gritos que desgarran mi garganta.

—L-lo s-siento, lo s-siento m-mucho y-yo... no quería q-que esto p-pasara—

Abrazo sus cuerpos con fuerza, como si alguien me los fuera a arrebatar. Pero mis lamentos son frenados por una risa, una risa femenina y que suena... victoriosa.

Giro mi cabeza en dirección a la voz, entre el humo una silueta de una mujer me mira y entre risas se aleja de mi vista, con cuidado dejo a los gemelos y me apresuro en seguir a aquella persona. Pero desaparece cuando creo llegar a ella, me quedo entre el humo y miro hacia todos lados buscando el sonido de su risa, una que empieza a sonar por todos lados y con cada segundo que pasa una furia descontrolada empieza a crecer en mi pecho.

—Mira lo que has hecho— su voz es como un susurro que no sé de dónde viene— Eres un monstruo sin control... destruyendo todo lo que ama a su paso... en un momento de estos te terminarás destruyendo a ti misma, justo como mereces—

Niego ante sus palabras.

—No es cierto, no soy un monstruo y esto — su risa se intensifica al mismo tiempo que esta emoción en mi interior.

—Ambas sabemos que sí lo eres, pero le temes tanto al monstruo en tu interior que decides mentirte a ti misma para compensar todo el daño que has hecho— niego con la cabeza por segunda vez— Eres una atrocidad para este mundo, no eres más que un sucio producto de un Ángel y un Demonio, una Nephalem—

Caigo de rodillas al suelo mientras presiono mi pecho con mis manos, un dolor intenso comienza a atacarme obligándome a respirar con cierta desesperación, y el dolor se intensifica cada vez más como si algo quisiera salir disparado de mi interior. Trato de luchar y pensar en algo que me ayude a aliviar lo que me pide a gritos salir, pero esa risa desconocida me desespera cada vez más y sin poder resistir... lo dejo salir.

Arqueo la espalda hacia atrás dejando que un humo negro y blanco salga de mi pecho, este se eleva sobre mi cuerpo y comienza a armar un torbellino, y antes de que pueda darme cuenta ingresa en mi cuerpo mandándome a chocar la espalda contra el suelo, quedo recostada en el mismo sintiendo un montón de emociones y... energía recorrer mi cuerpo hasta que de pronto ya no siento el suelo bajo mi espalda, solo siento mi cuerpo flotar en el aire para luego explotar en una onda de energía.

Y luego lo siento... mi transformación. La liberación de mi verdadera naturaleza.

Y antes de que pueda siquiera asimilarlo, suelto un rugido ante la anticipación de mi enemigo corriendo hacia mí e incrustando una flecha en mi corazón.

Abro los ojos y respiro con desesperación en medio de la oscuridad, y agradezco poder ver en la misa porque aún en este estado logro distinguir la habitación del motel, y eso logra relajarme.

DeimonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora