N°10

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Este capítulo contiene menciones de actos sexuales no consentidos.

Se recomienda discreción

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Cuándo era niña Elaine era una princesa realmente inquieta, como la hija de el medio era reconocida como la más rebelde de las jóvenes herederas entre las criadas y nanas encargadas de cuidarla, pero sabía comportarse como un miembro de la realeza frente a sus padres, por lo que nunca tuvo problemas al conseguir autorizaciones para explorar los límites de su palacio.

En una ocasión, salió sin avisar mientras corría por los jardines perfectos del castillo arrancando flores y creando coronas con ellas algo sucedió, se sintió acechada, una bestia peligrosa que solía ser utilizada en guerras había escapado de su jaula y de sus entrenadores, y por desgracia la única con tan mala suerte como para encontrarse con el animal fue la pequeña princesa.

Elaine se quedó allí, con el cuerpo congelado, los labios temblorosos y los ojos llenos de lágrimas mientras esperaba el inminente final.

Un final que nunca llegó, en ese momento mientras ella lloraba por el miedo a la muerte su pequeño hermano Linye llegó al lugar y justo a su lado tomó su mano mientras se ponía frente a su hermana mayor. Elaine presa del terror no pudo hacer nada, pero la bestia no atacó, se quedó estática por unos segundos antes de acercarse al niño como si se tratará de un gatito recién nacido buscando mimos, Linye había despertado su poder de entendimiento animal.

Así se sentía en ese momento, estaba siendo acechada por un monstruo que la mantenía apresada y ella era incapaz de hacer algo para defenderse, la diferencia es que ahora nadie llegaría para salvarla.

Su espalda estaba siendo empujada contra una de las paredes, sus manos por encima de su cabeza siento sujetadas por la muñeca con facilidad por Raymond, mientras presionaba su cuerpo contra el de ella coló una de sus rodillas entre sus muslos para separar sus piernas y con una sonrisa sádica acercó su rostro a su costado y en su oído susurró con voz irónica.

-Tal vez debiste mantenerte callada, hermosa princesa - Su respiración entrecortada le impulso a agitar sus extremidades y querer alejarse sin importar el costo, pero una fuerte cachetada le hizo voltear el rostro con violencia- Deja de resistirte, ¿Enserio crees que podrás liberarte de mi tan fácilmente?

Al escuchar sus palabras se estremeció y aún con su mejilla adolorida por el golpe siguió con sus intentos de que la soltará, pero fue inútil, él mayor tomó su cabello y la tiró hacía atrás parando sus movimientos e impactando con más fuerza su anatomía contra la pared.

-¡Suéltame! ¡Aléjate de mí de inmediato o te arrepentirás! -Gritó con todas sus fuerzas al sentirse incapaz de hacer nada, levantó la mirada y lo encaró esperando que eso fuera suficiente para alejarlo, pero todo lo contrario parece que a él le resultó cómico porque sonrió de una forma que le hizo retroceder y perder el valor en su voz- Déjame, o voy a decir de esto a la princesa Ariana -Amenazó como última esperanza, no le gustaba usar a "la dueña del joyero" como si se tratará de una bebé buscando refugió tras las faldas de su madre, pero en ese momento parecía ser la única opción que poseía.

-Dejate de estupideces, si estás aquí es por un puro capricho de la princesa Ariana -Menciono con mofa en su voz, casi conteniendo la risa- No haz Sido elegida como una joya por mérito propio, solo por qué mi princesa no acepta la derrota.

Conforme pasaban los segundos Elaine sentía su vitalidad siendo apagada, sus extremidades temblaban y los intentos de gritos quedaban atrapados en su garganta, ni siquiera podía soñar con moverse, su cuerpo ya no respondía a sus instrucciones, como si cayera dormida sus ojos se sentían pesados y comenzaban a cerrarse por si mismos.

-¿Tan rápido haz caído? Veo que el veneno te ha afectado más de lo que aparentas, tu magia es más débil de lo que creí -Susurro el jóven en su oído con una sonrisa sádica, al ver cómo Elaine cedía ante su hechizo solo la tomó en brazos y caminó hasta llegar a la habitación de la dama.

Raymond la recostó en la cama e inmovilizo su cuerpo haciendo uso de su propio cinturón, ella seguía consciente y eso él lo sabía, por eso se esmeró en que la princesa sintiera cada movimiento mientras se encargaba de retirar su ropa.

Elaine se limitó a cerrar sus ojos y llorar en silencio, no porque ya se hubiera resignado a lo que le harían, sino porque sea lo que fuere que le hubiere hecho solo le impedía moverse y hablar, para su desgracia estaba sintiendo todo.

Sintió cada tortuoso movimiento mientras se deshacía de su vestido y recorría su cuerpo con sus manos en un vaivén doloroso tanto física como mentalmente. Raymond sabía cómo jugar con la mente de las personas, sobre todo con la de una chica que en este momento se encuentra a su merced, y se lo hace saber con cada palabra y burla que sale de sus labios mientras la toma por la fuerza.

"A nadie le importa lo que pase contigo, si dices algo solo dañarás tu imágen"

Y para desgracia de Elaine, ella no tenía forma para negar que lo que su abusador decía era real, en un estado de vulnerabilidad como ese, la princesa no tuvo más opción que creer en sus palabras.

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Una vez que todo termino aquella magia desconocida comenzaba a perder efecto en su cuerpo, y Elaine no pudo hacer mas que encogerse en su lugar, aterrorizada y temerosa tenía sus rodillas abrazadas a su pecho y la cara escondida en ellas con el cabello ahora de nuevo blanco cubriéndole el rostro por completo.

No sabía cuánto tiempo había pasado, pues cuando pudo recuperar la movilidad de su cuerpo él ya no estaba allí, y tampoco existía rastro de que alguna vez lo hubiera hecho además de él recuerdo de Elaine que no tardaría en convertirse en una pesadilla viviente. Con la visión borrosa por las lágrimas cristalizadas en sus ojos Elaine intentó levantarse, pero no para pedir ayuda, no, ella tenía algo muy claro y es que en el peor de los casos su palabra no valdría contra el heredero de la casa Amber, y el sentimiento sin nombre que surgía de la mezcla de su rabia, miedo, odio, impotencia, asco y deseos de matar solo hacían que sus pocas opciones de venganza se vieran tan lejanas como necesarias.

Puso sus pies en el piso con extrema lentitud, más allá de él malestar que la aquejaba antes, ahora debía sumar a esto el indescriptible e inhumano dolor que sentía, sus piernas temblorosas llenas de marcas rojizas y violetas que se convertirían en moretones le impedirían intentar ocultar aquel hecho en lo más profundo de sus pensamientos, pues ahora la prueba de aquella noche en el infierno también estaba tatuada momentáneamente en su piel, junto a los hilos de sangre que se desprendían de su intimidad y recorrían sus extremidades inferiores, solo pudo caer al suelo de rodillas y llorar todas las lágrimas que le quedaban hasta que ya no hubo nada más de rastro de miseria en su corazón, ahora solo existía el deseo en su alma de ver sufrir a aquel miserable.

Con dificultad pudo tomar su ropa y ponerse algo que logrará cubrir sus múltiples y recientes heridas, después de eso volvió a la cama, con los ojos cerrados con toda su fuerza, el labio inferior apresado entre sus dientes hasta que sangró y las uñas enterradas en su pálida y enfermiza piel, Elaine hizo una promesa, con los dioses como sus únicos testigos.

Ella juro que destruiría con sus propias manos a todos aquellos que intentarán hacerle daño.

𝓽𝓱𝓮 𝓫𝓾𝓽𝓽𝓮𝓻𝓯𝓵𝔂 𝓴𝓻𝔂𝓼𝓽𝓪𝓵  ⇝Las joyas de la princesa⇜Donde viven las historias. Descúbrelo ahora