De nuevo

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Hay dos ideas en discusión: Scorpia queriendo hacer el boceto que estuvo meses perfeccionando en clases, aquel escorpión gigante en un flor intentando alcanzar una libélula; Catra con el diseño más simple y sin sarcasmo que ninguna de sus amigas haya visto, una espada.

Por alguna razón se siente juzgada.

La opción más capaz sería la más creativa, según la visión de Entrapta, justamente el último voto se lo lleva ella.

Por primera vez en años Catra no está segura de ganar.

Su idea es más que nada por Adora... por el cuadro de Adora. La mujer imponente retratada allí la observaba en las noches de desvelo, en su concurrente imaginación desde hace días. Llevaba tiempo pensando en esa sacrosanta y magnánima mujer. Ojos azules, tan alta como lo es una heroína salvando al mundo... ¡al universo! Blandiendo su espada hasta llegar a ella y,contra todo pronóstico, siendo la mujer más amable y que no lastimaría a nadie que sea inocente e incluso así, puede imaginarla perdonando a los malos redimidos, a los excluidos de la sociedad y a toda aquella criatura con una pequeña pizca de redención dentro suyo.

... Ya no sabe si está hablando de la pintura o de la idealización que tiene de Adora.

– Eh... La espada suena interesante. Perdón, Scorpia.

– Ay, no te disculpes, igualmente es una pieza más fácil de hacer, ¿verdad, gatita?

Asiente, tragando las palabras y borra la imagen que tiene de una persona que conoció a medias. No es sano lo que está pensando, no sabe siquiera quién es exactamente, sus metas, sus ideas...

¿Quién es esa mujer en su imaginación?

– Deberíamos empezar. –Desdibuja en el vacío la pregunta, se levanta junto con Scorpia y ambas van a su habitación a buscar el gran bloque de arcilla y las varillas de metal para comenzar con lo que vale 50% de su nota final de semestre.

Mientras suben las gradas, Scorpia inicia una conversación casi banal—: ¿Por qué una espada? — Catra deja de respirar por un segundo.

Calla hasta que entran a la habitación, hasta que Scorpia toma el gran bloque de arcilla como si fuera una caja vacía, hasta que siente que es correcto hablar.

– Vi un cuadro que me encantó.

.....

No va al gimnasio en días, cree que es buen momento para regresar, está inspirada y, contra todo pronóstico, jubilosa. Se siente como una adolescente de nuevo, las ideas burbujean en su pecho y por primera vez tiene el panorama completo de algo en particular. Es en su cuarto donde, luego de guardar todos sus cuadros de nuevo en una habitación vacía que usaba como sala de estudio, se redescubre pensando en alguien...

Se siente confundida de nuevo, las palabras alborotan su sentido de cordura y se culpa por no preguntarle el nombre a la, recién apodada, "chica amable". Era bonita, diría su tipo, pero cree estar exagerando. Busca en su memoria algo relacionado con ella y parece una tarea imposible, hay muchas personas en Luna Brillante, conoce a algunos que comparten clase con ella, las mismas siete personas: Perfuma, Glimmer, Bow, Mermista, Sea hawk, Netossa y Spinerella... quiere pensar en que Wild Cat puede entrar en la categoría de "amiga".

Cuando empieza a empacar su toalla y la botella de agua, más que nada porque no piensa quedarse mucho tiempo haciendo ejercicio, regresa de nuevo a aquellos cuadros demasiado cargados, más que los de Hannah Hoch, con figuras que parecían algo pero que no eran nada. Regresa de nuevo al sentimiento de vacío que tenía, al pensamiento de que aquella persona era simplemente la mejor de las artistas. Regresa al no entendimiento, a la falta de claridad para buscar un "por qué". Incluso ahora, luego de una epifanía, ella sigue intentando entender no el significado, sino la intención.

Sale de su departamento con todo lo necesario y cuando camina por treinta minutos ve que el gimnasio está cerrado.

—---

Catra medita casi diariamente, cuando Weaver no está y la casa vacía es un recuerdo confortable de la soledad. Aprendió el truco de meditar de una chica hippie que conoció en una fiesta de los alumnos avanzados. "Solo respira y concéntrate en eso", sonaba tan fácil que Catra tenía que intentarlo.

Si no le falla la memoria, esta es su décimo quinta sesión. No volvió a ver a la chica hippie con flores en la cabeza y un vaso de agua lleno hasta el tope, pero el consejo le ha sentado muy bien desde hace un mes, ya no se siente irritable todo el tiempo e, incluso se atreve a pensar, intenta ser amable de vez en cuando.

Cuando siente que perdió total concentración en su respiración y le duele la espalda es cuando regresa a las cuclillas dejando la pose zen y se levanta, se estira, se marea y se tira a su cama. Ve la hora en su celular y aumentó sus minutos de quince a veinte en una sesión. No sabe cuándo empezó a ser organizada con eso, en un inicio, y luego con su arte. Voltea al caballete sobre la lona de plástico que está tendida en el suelo y ve el conjunto de líneas horizontales y rectas que pintó con una brocha... no son parejas, pero son demasiado bien definidas, no hay ruido de fondo, no hay disonancia de colores, es el puro color negro en líneas, cuanto más las ve más se siente perdida.

Así no era su arte.

Lo ve como una evolución, en menos de un mes es algo más tranquila y menos impertinente. Recuerda la rabia y la impotencia en sus cuadros y ahora puede notar una especie de calma transmitida. No hay rojo de agresividad ni blanco para contrastar, son cuatro líneas negras...

La están fastidiando.

Cuando salió de casa de Scorpia luego de terminar la base del proyecto inicial, no recuerda haber pensado mucho en sus trabajos secundarios. Dejó la galería y perdió el rumbo por un par de días. Scorpia le aconsejaba, mientras iban en el auto de su madre, que debía de darse otro respiro un poco más largo.

Catra no es de descansar mucho, por eso le gusta su carrera, siempre hay algo que hacer, renovar o cambiar. Lo malo para muchos, y lo bueno para ella, es la subjetividad de los docentes al calificar. Ella podía con el trabajo extra, mantenía su mente ocupada y su imaginación corriendo, ahora, solo puede dibujar cuatro líneas negras y pensar una representación extravagante mientras las emociones no se palpan. Debe agradecer a Weaver por tanta carga emotiva, si no fuera así ella no sería una artista ahora... pero en algún momento esta evolución cambió de término a un "bloqueo".

Al levantarse siente el cuerpo ligero, toma la brocha que aún tiene manchas del óleo negro. No sabe qué espera, la Catra de hace dos meses ya habría actuado, una salpicadura por aquí, una mancha por allá. Lo ve expectante, no entiende cómo cambió... ¿Qué cambió?

Recuerda el cuadro de Adora. Tira la brocha y vuelve a la pose de loto. Piensa, solo un poco, hace el ejercicio mental de recordar la mujer gigante y heróica, la pose, los tonos, el color, la armonía objetiva, cada detalle importa para saber la gran historia detrás de la mujer imponente.

Vuelve a dar con el tino de la emoción que sintió, un emblema impreso al lado y parecía que la positividad la invadía. regresa al tema central del sentimiento ferviente. No sabe cómo concentrarse en eso ahora, no es tan simple como el ejercicio de pensar en la respiración... Los sentimientos son complejos, palpables incluso, no puede detenerse en uno y simplemente pensarlo con calma, ella los vive veloz, al momento y no tiene tiempo para detenerse a analizarlos, tiene que materializarlos. La interfaz de uso de esos recursos la deja agotada casi cada vez que tiene que entregar algo interesante para la galería de exposición que es un poco preocupante que no se detenga a ver qué siente realmente.

Esta es su primera vez después de mucho tiempo y no sabe cómo seguir.

Vuelve a tomar la brocha, pero esta vez sumerge casi por completo las hebras en la pintura negra.

De abajo hacia arriba pinta todo el lienzo de negro y espera a que seque para iniciar de nuevo una obra algo más inusual para ella.

Cuestión de Perspectiva [Catradora AU]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora