Su cena recalentada en el microondas viejo que tiene en su departamento es un buen ruido blanco para el ambiente.
Acomoda algunas de sus tareas en el piso, las divide por material y estilo. Algo dentro de sí le dice que no debería botar estas obras, que son interesantes... que son arte.
Está sonrojada, sentada en el piso mientras apila un lienzo en la pila de lienzos, inevitablemente piensa en la chica amable que la felicitó por su última obra publicada. Quizá porque ella fue muy amable, atenta y parecía incluso agradable. Adora cree haberla visto en alguna parte, sigue pensando en eso mientras se levanta a recoger su cena que es el pollo frito del almuerzo. Voltea de nuevo a la pila de tareas, aquellas que no fueron lo suficientemente buenas a su ojo de crítico y se quedaron allí en su departamento, atormentadas por nadie quien las vea.
De nuevo, la chica amable. ¿Le gustarían estos cuadros? ¿Quizá tenga otra crítica constructiva que dar? Repasa esas preguntas con el miedo de encontrarse con las respuestas idealizadas creadas por su cerebro. Da una mordida al pollo, chupa sus dedos y sigue con su tarea dividiendo los tantos lienzos que hizo con el afán de presentar a última hora su tarea. No son perfectos para nada, pero esa vocecita sigue insistiendo en guardarlos siquiera como un recuerdo.
Al alzar una hoja de cartulina enrollada recuerda claramente la anécdota que la impulsó a hacer su primer cuadro de acuarela: una obra de Wildcat. Vio las pinceladas una sobre otra, colores distintos y altisonantes, pinceles, brochas y salpicaduras, había lápiz y crayón, cera y sal (lo más "normal" dentro de la obra). Glimmer se quejó, Bow inclinó la cabeza y Adora dijo, por primera vez, lo que los tres pensaban:"no lo entiendo". Ese fue el inicio del viaje de autodescubrimiento artístico que presentó y aquella hoja de acuarela que está en sus manos fue su primer paso antes de descubrir a She-Ra.
En su imaginación She-Ra era el ser más poderoso del universo, derrotó hordas, derrotó villanos, hizo amigos y entrena todos los días a las seis de la tarde, sale a pasear a las nueve y duerme a las doce. Heroína por el día, una persona normal cuando estaba con sus amigos o sola, en una terraza metálica o algo así, viendo el sol poniente de color rojo reflejarse en los edificios de acero bruto en un campamento militar antes de hacer su rutina nocturna; es ese escenario plasmado en aquel pedazo de papel, pero más caótico, casi una imitación de Wildcat, solo que es clara la intención y la escena: la silueta de una mujer de perfil, cabello salvaje al viento, ¿una especie de corona puntiaguda?... ¿Orejas?
Aleja la obra, inclina la cabeza y se da cuenta que esa no es su She-Ra, sino una mujer delgada que se pierde entre las pinceladas sin sentido y cobra forma solo cuando algo de lápiz delimita su contorno en bruto y lo transforma en algo más digerible que una simple mancha.
She-Ra es... diferente: alta, musculosa... brillante. Nunca dibujó una silueta en donde todos los colores que empleara se juntaran y tornaran un negro rojizo a la par del tono del escenario. Parpadea, ahora es una mujer fácilmente hermosa, rencorosa con la vida y resentida consigo misma por su pasado. Otro parpadeo y ahora está acabada, perdida y teniendo algo que creyó deseaba, pero ahora sabe que no. Vuelve a parpadear y ahora es una chica graciosa, juguetona, llena de energía y la amiga más especial que se puede tener.
Adora no sabe lo que cree ver en la acuarela desprolija, aquellas tres personalidades desdibujándose, mezclados y creando algo nuevo, porque no recuerda haber decidido crear a este personaje enigmático, no recuerda que esta sea su She-Ra y muy posible es que no lo sea, justo ahora está tentativa a dejar su imaginación florecer como nunca antes y ve más allá, algo que no tiene sentido pero que sin duda es entretenido.
Una manchita azul al lado de la mujer salvaje, quizá la ausencia en su postura, quizá aquella manchita representaba la soledad.
Un garabato en lápiz sobre el sol: quizás el remordimiento, quizás el pasado.
En la varilla de metal que sujeta la terraza tres grandes pinceladas rojizas, acechando a la mujer salvaje por la espalda, sin que se dé cuenta están demasiado cerca, al ataque, y ella con la guardia baja por lo cansada que está de pelear contra todos. ¿Es acaso alguien que no olvida?
Adora suelta la hoja, da una mordida a su pollo y como en una especie de epifanía descubre aquello que nunca logró entender en el arte.
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De poco en poco, pero quizás lo actualice casi semalamente :))
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Cuestión de Perspectiva [Catradora AU]
ContoCatra no tenía una completa pasión al arte, sin embargo lograba hacer obras para sus exposiciones finales como estudiante. Pero había una traba en su desarrollo: una chica rubia, curiosa como ninguna. La veía criticando sus obras. Cada que salía un...