Capítulo 2

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-¡Soy un raro! ¡Estoy loco! ¡Matadme, matadme, matadme!- Por las ventanas se asomaban unas manos necrosadas, negras y llenas de pus y llagas supurando sangre. Los gritos despertaron a Thomas de su sueño y a todos los clarianos que descansaban. Eran ¿personas?, lo único que tenían de humano era la figura del cuerpo, ¿zombies tal vez?- ¡Tengo el destello!- Los barrotes incrustados en la parez limitaba el contacto con el exterior a través de las ventanas, pero los brazos de aquellos infectados, 10 aproximadamente, se asomaban por lo barrotes intentando agarrar a algún joven aunque estuvieran a distancia.

-¿Qué foño?- Minho bajó de la litera de un salto- ¿Y estos pingajos?, sus gritos me están taladrando los oidos- se tapó los oidos con las manos y todos los clarianos le imitaron.

-Hay que salir de aquí- Thomas se acercó a la puerta intentando girar el picaporte, pero la puerta estaba cerrada con pestillo.- No se abre, estamos encerrados- gritó intentando elevar el tono para que todos le oyeran entre los gemidos de los zombies.

Newt recorrió la habitación con la mirada y se encontró un extintor asomando por el hueco entre dos literas.- Mirad, podemos golpear el picaporte con el extintor y salir de aquí, sus gritos no son nada agradables- Se aproximó y cogió el objeto, permitiendo tener una imagen más próxima de aquellos raros, como se hacían llamar, eran repugnantes, todos estaban en estado de descomposición, con heridas profundas y una mirada inhumana que no mostabra nada de cordura.

-¡Estamos locos! ¡La enfermedad ha acabado con nuestros cerebros!- Gritaba lo que parecía una mujer de mediana edad.

-Sí sí, ya lo sabemos, Newt trae ya el fuco extintor- Minho exigió con impaciencia, haciendo que el rubio acelerara el paso de vuelta y le diera el objeto a Thomas, que se encontraba en trance viendo a esas personas sin forma.

-Toma Thommy, golpea el pomo con fuerza- Newt le cedió el extintor y Thomas lo golpeó una y otra vez- Vamos Thommy, una vez más- Thomas asestó un último golpe con fuerza, abriendo la puerta.

La sala común se encontraba a oscuras, completamente, no se podía ver más allá de medio metro gracias a la luz de su habitación. El aire que entró al cuarto no era fresco, tenía cierto olor extraño que no sabían muy bien qué era.

-Hay que dar la luz- Winston se asomó por el marco de la puerta intentando encontrar el interruptor por la sala, pero fue inutil.

-Bien, iré yo- Minho se dispuso a salir de la habitación sin vacilación.

-Vamos contigo- Thomas espetó - Newt, vamos- El rubio solo asintió y los tres se adentraron en la oscuridad.

Los muchachos caminaban por la sala intentando palpar las paredes y la mesa, pero en su tacto encontraban cosas que no sabían decir qué eran, estaban en el suelo y también colgando del techo como una lámpara. El olor era putrefacto, el ambiente estaba muy cargado de ese tufo que provocaba arcadas a los tres, pero Thomas no pudo aguantar más y se acercó a una pared para vomitar.

-Tío, ¿estás bien?, aquí huele a clonc- La voz de Minho se oía distante- Creo que he encontrado el interruptor-

Thomas se irguió y se limpió la boca con la manga- Da la luz ya por favor- Suplicó, pero se arrepintió instantáneamente de eso.

Cuerpos hinchados se encontraban colgados por el cuello en el techo, estaban pálidos y con los ojos inyectados en sangre, algunos tenían el cuello visiblemente roto y otros  goteaban sangre, también había unos cinco cuerpos más en el suelo con cortes profundos y sangre en la boca. Allí estaba la soldado pelirroja que habían visto hacía pocas horas, colgada del techo y derramando sangre por su cuello.

- Foder- Newt la tenía colgada justo en frente cayendo en su frente algunas gotas de su fría sangre -¿Qué ha pasado aquí?, son todos los del autobús, los que nos rescataron están todos muertos-

El corredor del laberinto// Las pruebas // Quiero entenderteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora