Prohibido

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Katsuki se acercó a custodiar la puerta del comedor, convencido de que Izuku lo había utilizado para lanzar un hechizo de amor y atraer a su "príncipe azul"

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Katsuki se acercó a custodiar la puerta del comedor, convencido de que Izuku lo había utilizado para lanzar un hechizo de amor y atraer a su "príncipe azul". Con una expresión gruñona y ceño fruncido, le dio la espalda, quejándose y sintiéndose celoso de cualquier noble afortunado que pudiera ganarse el corazón del príncipe.

¡Soy un estúpido! Siguiendo su tonto jueguito y diciendo poemas cursi en voz alta ¡Debí parecer un idiota! ¿Y solo para qué? Para que "Blanca Nieves" consiga un novio. ¡Te quiero matar, Deku! 

El guardián era tan impulsivo y ciego que no se daba cuenta de cómo, desde atrás, Izuku suspiraba por él mientras observaba su espalda, cubierta por esa brillante armadura que le confería una apariencia varonil que lo atraía irremediablemente.

El príncipe no entendía por qué Katsuki se había enfadado, y no se le ocurrió aclarar el malentendido. De repente, la campana de seguridad resonó por los pasillos, anunciando que la puerta principal estaba abierta. El rey había llegado a los aposentos del príncipe. Izuku rápidamente guardó el pequeño grimorio en su bolsillo y regresó a su lugar en el amplio comedor.

Las puertas del comedor se cerraron con un sonido profundo, creando un silencio que se transformó en una barrera sólida entre ambos chicos. La distancia entre sus roles de príncipe y guardián se hizo evidente. Uno debía vivir a toda costa y el otro morir si era necesario. 

Katsuki custodió la puerta en espera de la llegada del rey. Se mantuvo solemne y con el cuerpo recto dispuesto a dar buena impresión. No obstante, su rectitud duró poco cuando dos minutos después sufrió de una migraña que llegó como relámpago a su cabeza 

—¡Maldita sea! —Katsuki luchó por aguantar el dolor y mantenerse en pie, pero estaba siendo consumido por un dolor incapacitante. Se quitó el casco y presionó sus sienes, esperando que el latido pulsante se detuviera. —¡Detente, cabeza inútil! ¡No ahora! —se quejó mientras el dolor se intensificó, forzando su espalda a doblarse y su mirada a caer hacia el suelo.

El rubio le urgía volver a su posición como guardia de la puerta y se apretó el cráneo con ambas manos entonces la luz de las antorchas del pasillo empezó a ser molesta para sus ojos. Katsuki se mordió el labio para contener un grito que pudiera alarmar al príncipe y dejarlo en ridículo frente al rey, pero sentía que su cabeza se hinchaba hasta el punto de estallar. No pudo evitar apretar sus párpados, rogando que el dolor cesara.

En el momento que cerró y volvió abrir los ojos el dolor cesó, sin embargo, ya no se encontraba en ningún castillo. 

Sus ojos rojos temblaron al encontrarse a mitad del bosque oscuro de su sueño. Los pinos secos y el susurro de las hojas moviéndose sonaban como serpientes. El aullido del viento y la caricia en sus mejillas eran tan reales que le causaron terror. No era una ilusión, se dijo. La diferencia con su sueño es que en el sendero en lugar del cadáver del príncipe con la manzana rodando por su mano, solo se hallaba el cuervo de ojos azules. 

ᴇʟ ᴘʀɪɴᴄɪ́ᴘᴇ ʏ ᴇʟ ᴄᴀᴢᴀᴅᴏʀ | ᴅɪsɴᴇʏᴡᴇᴇᴋDonde viven las historias. Descúbrelo ahora