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❛Existen miles de motivos escondidos entre la rebelión, y estúpidamente yo elegí ignorarlos.❜
LERION es un bello país escondido entre matorrales, Rhaenyra lo sabía. Ella podía imaginar, al cerrar los ojos, ese paisaje verde y caluroso. Lleno de luz y vida.
Su madre lo había soltado en una que otra ocasión, cuando a la hora de ir a la cama le contaba esas historias poco oidas en Poniente. Aemma era una mujer inteligente, le costo comprender como a tan avanzada edad podía su madre todavía creer en un mito esparcido entre el reino. Uno muy viejo, casi tan antiguo como el nacimiento de los grandes dioses. Pero nunca antes le negó la existencia de ese extraordinario país a su madre, ella adoraba mimarla de vez en cuando.
Fue distinto el día que su hermano estuvo apunto de nacer, al ver a su madre con los ojos rojos y una clara mirada de terror, ella no puede seguir con esa falacia.
— ¡Hija, hazlo por mi! Encuentra la ciudad, salvarla es tu destino...— Es bastante obvio que la joven Rhaenyra de apenas dieciséis lunas no entiende sus palabras, que ve una locura escondida entre murmuros adoloridos.
La Rhaenyra adulta lo comprendería de inmediato, después de todo su tía Rhaenys es la encargada de cerrar su boca al presentar a la única heredera del país perdido. Pero pasarían demasiadas noches, muchas lunas antes de eso. Rhaenyra apenas conocía el sabor de la madurez en estos momentos.
— ¡Madre! Deja de decir esas mentiras, no ahora que podrías.— Rhaenyra no completa la oración, no lo hace. Nunca había admitido que su madre conocía su final, y que estaba tan empedernida en evitarlo. Nunca podría pensar que la mujer, tan joven como cualquiera, deseaba vivir y dejar morir al príncipe nunca nacido dentro de ella.
Olvida cuando los sanadores la echan del cuarto, como también desconoce en que momento los gritos de su madre se intensifican ¿La llegada de su padre? Desaparece de su memoria. Ella sólo pudo dejarse caer en la fría pared de piedra.
¿Cuándo es que su madre parte? Ella no tiene idea.
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Ephimia DeLerion no creció con cuentos de afuera de la cascada, su gente no sabía que había algo más allá afuera. Existían suposiciones, más la bella ignorancia era lo de día a día. Su abuela, la reina Delyria le encantaba contar sus batallas de su juventud, el país era propenso a las guerras civiles.
El territorio escondido gigante, atravesado por grandes arboladas, era el paraíso para los lerionidos. Y la pequeña niña nunca dudo de la posibilidad de dejar las selvas, eran mágicas y le encantaba. Eran su hogar.
Pero su madre no lo creía, los habitantes susurraban su locura, porqué ¡Quién querría irse de su hermoso país! La mujer gritaba cada noche, exclamaba acerca de dragones y principes con cabellos blancos.
Aveces imaginaba que alguno de ellos era su padre, que su madre había huido con cierta facilidad, se había enamorado y de su amor nació Ephimia. Era ridículo, porque su madre era la razón de su extraño dorado cabello y su padre que era un oficial retirado, segun los rumores dentro del castillo, era el que la había logrado atrapar en una de las tantas noches que la princesa lerionida había intentado huir.
Su madre quería escapar, en su momento pleno de sensatez, ella odio la idea de aceptar la corona, tomar a un rey y vivir feliz. Ephimia no pudo entenderlo, ella deseaba tomar las riendas del castillo con tanto anhelo que aveces soñaba con la boda perfecta, pero su madre nunca penso igual así que su abuela la encerró cuando Ephimia nació.
Era duro verla en cuatro paredes, sin una cálida sonrisa. Supuso que su madre la odiaba, que en esas noche que su abuelo evitaba que la escuchase, maldecía su bastardia y se arrepentía de haberla tenido. Fue unas lunas con mucha tristeza.
Aunque la tranquilidad del reino se marchito como la princesa, las guerras habituales entre clanes se habían convertido en una gran llama que no podía ser extinguida. Ephimia lo noto.
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para comprender futuras actualizaciones, la historia se aleja demasiado del cannon para no sufrir más de lo que puedo soportar !!!
