05.00 ✶ Atada en verde; Los nudos del matrimonio.

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5|Atada en verde;
Los nudos del matrimonio.

❛Donde la idea de compartir su vida con alguien a quien no ama es una carga demasiado pesada para llevar

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Donde la idea de compartir su vida con alguien a quien no ama es una carga demasiado pesada para llevar.

El matrimonio era la unión más sagrada, la alianza que te unía en lo terrenal y trascendía más allá de lo espiritual. Un vínculo que unía familias, que le daba un prospecto a una mujer, convirtiéndola en una esposa. Una posesión, para luego tacharla de madre y atarla a una descendencia, para luego desenlazarse en el más allá.

"Hasta que la muerte los separe." Ephimia había oído a la corta edad de seis, cuando su abuela se casó con el que se convertiría en la más cercana figura paterna que tendría hasta que ella conocería a Corlys Velaryon.

Ella escucha con atención las tontas palabras de Aemond Targaryen, casarse nunca había sido una tortura para ella. Pero ser enlazada con el príncipe tuerto, quien ella le veía con temor y preocupación, podría semejarse a una cárcel dorada. Llena de lujos, joyas y vestidos, pero donde las cadenas de la obligación y el deber la atraparía como un bello jilguero, siendo vigilado por un dragón gruñón y desagradable.

Nunca me casaría con él.— declara ella con debilidad, dejando atrás la sonrisa que siempre se pintaba en su rostro.

— Estoy seguro de que no será así, mi princesa.— Es Lucerys el que la intenta animar, buscando ver la luz habitual que ha notado en pequeños minutos de conocerla— Conozco a la abuela, ella no permitirá un matrimonio poco agradable para ti.— agrega viendo como le sonríe con sinceridad.

— Si, eso podría ser cierto.— murmura ella. Y con un suspiro borra todas las palabras que se le han atascado en su garganta, y ella desea gritar, porque siente cada músculo tensado y ella no quiera sentirse así.— Madre no lo haría...— Pero Adalia si lo hubiese hecho, su sangre, así que si su propia madre lo hubiera hecho ¿No podría hacerlo la mujer que la adoptó? No compartían ni una gota de familiaridad, su cabello peliblanco contrastaba con las hebreas pelinegras de Rhaenys Velaryon.

No se parecían, pero le gustaba soñar que si. Que nunca había pisado Lerion en su vida, y que si era verdaderamente una Velaryon.

Con un pequeño esfuerzo, se despide de los dos príncipes y corre con lentitud hacia la habitación que le han escogido. Es algo opaca y nada parecida a ella, porque a Ephimia le gustan los lugares brillantes, que muestran vida. Olvida a Erien en los jardines, y los sirvientes que han acompañado a la familia intentan que el cachorro sea llevado a los aposentos. A Corlys le gusta pensar que es como un dragón a punto de ser abandonado en las fosas, con tanta energía para dar, tan parecido a Ephimia, malcriado y mimado, con tanta hambre de cariño.

— No me gusta el color.— gruñe la princesa al ver los vestidos que la reina le ha traído, las sirvientes evitan sucumbir al deseo de reírse por el rostro de Ephimia. Con un puchero infantil, niega con horror.— Es horrible, es verde, opaco. No me gusta, llamen a mi madre. Quiero mis vestidos viejos, no estos.

— La reina los ha escogido con cariño para usted, princesa. Han sido especialmente hechos para ti.— Una de las mujeres intenta persuadirla, con algo de paciencia y miedo de lo que la reina Alicent diria.

— No me importa, es una cena familiar. No se supone que nadie vea que uso vestidos viejos, nadie debería quejarse por ello.— Las jóvenes suspiran con algo de irritación. Ephimia había sido una orgullosa princesa, con una personalidad llena de arrogancia y terquedad.— ¿No son mi familia, después de todo?

Ephimia reconoce que la mitad del castillo pone en duda su legitimidad como hija del matrimonio, algunos piensan que es una de las bastardas de Corlys, que la pareja aceptó por su depresión de perder a sus dos hijos. Otros dicen que es sin duda hija de Rhaenys, llena de un temperamento feroz y con valentía de sobra.

Es una cruel ironía ser una total bastarda, hija fuera del matrimonio en la cruda realidad.

— Usaré el rojo. Ese me gusta.— Decidió Ephimia con una voz cantarina.

𝐃𝐄𝐀𝐑 𝐄𝐏𝐇𝐈𝐌𝐈𝐀. hotdDonde viven las historias. Descúbrelo ahora