El diablo tiene los ojos cafés

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Cada vez que lo miraba sentía como la ira bugía en mi interior.

—¿Y esa mirada? ¿Planeas abrir mi cráneo con tus ojos? —indago con su voz profunda.

Sentado a pocos metros de mi posición en un mullido sofá, parecía estar contemplando a un modelo de revista en vez de un asesino. Osadamente se burlaba de mí, con una expresión de macho alfa que lo tenía todo resuelto, usaba zapatos de cuero liso brillantes, chaqueta ajustada a los hombros de corte italiano, las mismas con las cuales debes soltarte un botón para sentarte cómodamente.

—Con mis ojos no...—conteste quedadamente, las posibilidades de hacerle daño cruzaban mi mente a un ritmo vertiginoso.

Sin duda sabía que estaba para morirse, incluso tiene la costumbre de apuntarse los botones de sus muñecas, tan enigmático como si se tratara de Christian Grey, pero bastaba con una mirada aguda para ver las manillas que usaba en su brazo izquierdo, los estilos metálicos con cuerina dejando salir algo de su verdadera personalidad.

Bajo aquel traje se escondía un hombre rebelde esperando salir a la luz.

—Vamos señorita Victoria, cualquiera en su posición estaría muy feliz— Hizo un gesto con su mano para señalar la habitación donde nos encontrábamos.

Dirigí mis ojos por el resto de la estancia, había estado en este hotel cientos de veces y dudaba que luego de este encuentro volviera. El Mandarin Oriental de New York cumplía todas las expectativas que una persona conocedora del buen gusto tendría, es elegante de forma sutil y escapa al perfil mediático que algunos les gusta tener.

Tamborilee mis dedos sobre él apoya brazos impacientándome.

—¿Debo agradecerte por secuestrarme? Debe ser el último grito de la moda en persuasión.

Su risa lleno la habitación. Había algo en la forma en que se carcajeaba que lo hacía verse aún más guapo, tal vez era la manera en que sus ojos se volvían más pequeños o los adorables hoyuelos en sus mejillas.

Debía reconsiderar la forma en que estaba abordando esto. Una visión diferente, daría un mejor resultado si quería salir rápido de aquí.

—Mi padre es un hombre poderoso— mi voz adquirió un tono más dulce, menos arrogante —si me liberas ahora, hablare con él y tendrás su gratitud— sonreí mostrando todos mis dientes. Muchos hombres darían su brazo derecho por semejante honor.

Mordió su labio como si quisiera evitar reírse en mi cara.

—Fue tu hermano quien dio la orden— trato de defender sus acciones.

—Mi hermano puede creer que es el líder de la familia, pero mientras mi padre este vivo, siempre tendrá la autoridad, harías bien en entenderlo— Desde que mi progenitor decidió comenzar su plan de retiro, doto a mi hermano con una serie de responsabilidades que se le han ido subiendo a la cabeza. Ahora aparentemente le daban el derecho de secuestrarme.

—Tuo fratello è il capo famiglia.

—Tonterías Luciano—hice un gesto con mi mano para restarle importancia— me impresiona que seas tu quien diga eso, mi padre te considera un hombre inteligente, no hagas que su criterio se vea mal.

El susodicho en cuestión estiro su mano para servir un poco más de vino en nuestras copas y se llevó la suya a la boca, ganando tiempo antes de responder. Observe esta estrategia en el pasado, estaba considerando sus opciones, mientras creaba tensión en el adversario.

—No sabía que te traía tan mal, que incluso preguntabas a tu padre por mí— dio otro trago más profundo, viéndome con sus ojos castaños, haciendo que algo dentro de mí se sintiera caliente especialmente en la zona baja.

Heredera de la mafiaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora