Sonrisa engreída

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Sólo mi corazón. Latiendo cómo loco en mí cabeza mientras los dos peleadores están en el ring embistiéndose, me sentía preocupada por como ambos hombres parecían estar determinados a hacerse daño para probar su punto, cada vez que uno de ellos aterrizaba un golpe sobre su rival, gritos y aplausos estallan en el lugar, el cual está lleno de gente, parecían ser cerca de trescientos espectadores, congregados todos sedientos de sangre, me parecía impresionante el gran impacto que estaba teniendo esta pelea, casi parecía la principal, las apuestas estaban comenzado a elevarse por el ego de dos hombres.

La peor parte de todo es que puedo escuchar el espantoso sonido de los huesos chocando contra la carne, a pesar de tener el equipo de seguridad, ambos hombres tenían sus guantes y protector bucal, el refería sabia que no podía permitir que llegaran a extremos que les hiciera daño contundente a ambos hombres.

Los vellos de mis brazos se erizan del miedo. Luciano era un hombre fuerte, sabía que esta no era su primera pelea, mucho menos la última, pero habíamos tenido muchas emociones el día de hoy y que se rompiera una o dos costillas no serían bueno para el negocio, ojalá ambos hombres entraran en razón.

No hay necesidad de pelear para demostrar su hombría.

En cualquier momento, espero que uno de ellos caiga y nunca, nunca, se levante de nuevo, así este circo de carne y golpes se detendría, esperaba que de corazón ambos se detuvieran, mi garganta estaba cerrada por la preocupación, mi corazón se sentía dividido entre ambos, no quería que ninguno se hiciera daño, aunque ya era algo tarde.

Noté entonces que algo impresionante ocurriendo, mis paredes estaban siendo derribadas por los movimientos de Luciano, aprendí mucho de él viéndolo pelear, estaba siendo cuidadoso y precavido con los golpes, tenía una defensa alta, así como fuerte, estaba listo para recibir muchos golpes, pero cada vez que conectaba uno el cuerpo de Matthew casi colapsaba por la fuerza.

Era un hombre poderoso.

Fuerte y determinado.

Sin ningún miedo.

Musculoso.

Astuto.

Él es perfectamente cautivador e increíblemente duro, entendía ahora porque las mujeres enloquecían por él, sabía que había tenido muchos intereses amorosos a lo largo de los años. Todo, desde sus hermosas caderas delgadas y cintura estrecha hasta sus anchos hombros, es sólido. Y ese six-pack, que bajaba por sus vaqueros a los lugares que me gustaría explorar, abrazando suavemente sus poderosas piernas, gruesas con músculo. Puedo ver sus muslos, trapecio, pectorales y bíceps, todo gloriosamente ajustado y tallado por los dioses, me sentía emocionada por verlo pelear.

Sus tatuajes resaltaban bastante ahora, tenía un brillo preocupante en sus ojos, me recortaba a las narraciones de los gitanos sobre aquellas almas indomables, porque él era todo embotellado en un cuerpo, se notaba como se hizo a si mismo con fuerza y dedicación.

La pelea continuaba por más tiempo del que pensé que sería, Matthew está resistiendo por los pelos los golpes.

En un momento nos encontramos con nuestras miradas. Me guiña un ojo. Me sorprendo cuando su sonrisa se desvanece

lentamente, transformándose en una que es insoportablemente íntima, él era increíble, ahora todos pensarían que teníamos otra clase de conexión.

Mi sangre hierve a fuego lento.

Mi sexo se aprieta firmemente, odio que él parezca saber que tiene esta clase de poder sobre mí.

Puedo ver que piensa que es la última creación y parece creer que cada mujer aquí es su Eva, creada de su costilla para que él la disfrute. Estoy igual de excitada que de furiosa, y es el sentimiento más confuso que he sentido en mi vida, mi amor juvenil por él no me dejo ver quien era realmente, ahora podía verlo bajo una nueva luz.

Luciano flexiona sus brazos a los lados, estira sus dedos y forma puños, luego comienza a saltar. Es un hombre grande y musculoso, pero sorprendentemente liviano sobre sus pies, evadiendo los golpes.

Matthew lanza el primer golpe. Luciano lo evade y contraataca con un golpe que conecta y noquea a Matthew a un lado de la cara. Me estremezco interiormente ante el poder de su golpe; mi cuerpo se aprieta ante la vista de sus músculos contrayéndose y tensándose, trabajando y soltándose con cada golpe que da. La multitud mira, extasiados, mientras la pelea continúa, los horribles crujidos ponen mi piel de gallina. Sin embargo, hay algo más molestándome.

Mientras la pelea avanza, mis pezones se endurecen, aún más levantados y apretados contra mi blusa, empujando ansiosamente contra la seda de la tela.

La manera en que golpea, se mueve, gruñe...

Mis bragas están

mojadas y mi pulso se ha vuelto loco. Nunca he tolerado la violencia. Está no soy yo; parpadeo con estupefacción ante las sensaciones que azotan a través de mi sistema. Lujuria pura, lujuria al rojo vivo, revolotea a través de mis terminaciones nerviosas, esta noche terminaríamos juntos en una habitación de este edificio.

El maestro de ceremonias levanta el brazo de Luciano en victoria, y tan pronto como se endereza del golpe imponente que acaba de dar, su mirada se mueve en mi dirección y choca contra mí. Sus ojos profundos y penetrantes encuentran los míos, y algo se ata y hace un tirón dentro de mi barriga. No sabia que me tenia colada de esta manera, su pecho sudoroso se eleva y cae en un jadeo profundo, y una gota de sangre descansa en la comisura de sus labios, me moría por besarlo. A pesar de todo, sus ojos siguen pegados a los míos.

El calor se distribuye bajo mi piel, y las flamas me llamen por todas partes. La manera en la que me mira es caliente. La manera en la que está de pie allí, con su mano en el aire como un triunfador, acaba de partirle toda su mandarina a mi antiguo prometido.

Me sentía enamorada de él, bueno, al menos algo cercano y visceral se daba entre nosotros. No hay disculpa en su mirada. En la forma en la que ignora a todos los que gritan su nombre y me ve con una mirada que es tan sexual que casi me siento tomada justo aquí. La conciencia terrible de la manera exacta en la que yo lo estoy mirando cae sobre mí.

La multitud se llena de vida, y de pronto, escucho un inconfundible golpe fuerte.

La puerta abriéndose para dejar ir a ambos peleadores, los amigos de Matthew se abalanzarnos casi de inmediato para sacarlo arrastrado del lugar, a parte de la vergüenza de perder tan desastrosamente, tendría muchos moretones que explicarle a su padre y una larga cuenta de hospital. Por mi parte me baje de la plataforma con cuidado, tomándome mi tiempo para hacerme desear.

Mi chico estaba recostado sobre la malla de la jaula, viéndose glamoroso estando recostado.

El sudor cubría su pecho, tenía su camiseta en sus manos y se veía como el hombre de una portada de revista de modas, para colmo él lo sabía. Di mis pasos lentos hacia él, una sonrisa engreída apareció en sus labios y estaba segura que alguna guarrada saldría de ellos.

Luciano Gotti ponía mi mundo de cabeza.

—¿Disfrutaste la pelea?

Heredera de la mafiaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora