Thin White Lies - Lian y Kuea (Cutie Pie fanfic)

Especial 2: El secreto de Yi

Ya saben. En los especiales vemos la perspectiva de Diao :D De repente publico el siguiente cap entre hoy, mañana o pasado mañana;_; Le estoy echando ganas.

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Después de varios minutos sin emitir comentario alguno, solo abrazándonos, Kuea y yo nos sentamos sobre mi cama. Yo hacía mi mejor esfuerzo por dejar de llorar, mientras que Kuea miraba hacia la nada.

La noticia parecía haberle causado una impresión muy fuerte a mi amigo. Era comprensible hasta cierto punto, pero creía que él reaccionaría un poco diferente. Tal vez esperaba más ira de su parte, ya que él era muy volátil cuando su querido Lian no estaba cerca. Pero no, solo se quedó ahí sentado, sin palabras.

Intenté secar mis lágrimas con mis mangas húmedas. Kuea lo notó y se dirigió al baño en silencio. Regresó segundos después con una caja de pañuelos y los extendió hacia mí.

— Gracias. —dije tomándolos.

Él se sentó a mi lado de nuevo, con una expresión un poco menos gélida que la anterior.

— Cuéntame qué sucedió. —pidió él, sin siquiera mirarme. Eso era demasiado extraño para mí.

— Esa vez... que... que hablamos por llamada —relaté con la voz entrecortada y titubeando—. Él... me dejó a solas con su teléfono... Y...

Otro sollozo se me escapó al recordar ese instante. Mi estómago se revolvió de nuevo, como si fuese a vomitar otra vez. Fue entonces que Kuea me dio un fuerte abrazo, animándome aún con ese gesto distraído o sorprendido.

— Si no te sientes listo para contármelo... —expresó él con tono amable.

— Estoy listo —asentí e hice uso del pañuelo otra vez—. Necesito sacarlo de mi pecho. Me duele no poder compartirlo con nadie.

— Está bien, te escucho. —terminó el abrazo. Esta vez hizo un mayor esfuerzo por mirarme.

Le conté todo. Sobre la llamada, el número desconocido, los mensajes, la foto que no vi, mi escena de llanto en plena calle, el vómito... Eso último no quería contárselo por miedo a que se lo tomara como una exageración, pero Kuea reaccionó con la misma comprensión de siempre. Incluso vi preocupación en él cuando le conté que vomité.

— ¿Y qué planeas hacer? —inquirió, ahora más atento a la situación—. ¿Le dirás que sabes la verdad?

— No lo sé —confesé. Al fin había dejado de llorar—. Ni siquiera sé si de verdad me está engañando o si estoy malinterpretando las cosas.

— Bueno, no quiero hacerte sentir peor, pero el contenido de esos mensajes no son los que le enviarías a un amigo precisamente. No hay mucho que malinterpretar.

Su respuesta me dolió, pero estaba llena de verdad. ¿Qué clase de amigo enviaría mensajes así? Con o sin contexto, sonaban muy comprometedores como para que fueran de un amigo o de un compañero de oficina.

Aquellos textos regresaron a mi mente.

"¿Por qué no contestas?"

"Creí que seguiríamos con lo de esta tarde".

"¿Quieres ver lo que traigo puesto para ti?"

Me dieron arcadas de solo recordarlo y temblé. Kuea, por supuesto, lo notó.

— ¿Sabes qué? Démosle el beneficio de la duda —comentó y tomó mi mano, dándome apoyo—. Averigüemos qué está pasando entre él y esa persona. Después de todo, debe haber pruebas, ¿no?

— ¿Pruebas? —inquirí.

— Claro —su voz tembló un poco al hablar, como si estuviera nervioso por lo que iba a decir—. Ningún ser humano es perfecto y, en caso de que él te sea infiel, seguro que hay evidencia.