Capítulo 11

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— ¡Kuea, por Dios! —gritó la señora Wang al abrirme la puerta de la casa—. ¡¿Te encuentras bien?!

Parpadeé varias veces, tratando de procesar su mensaje palabra por palabra. No entendía por qué no era capaz de comprender lo que me había dicho.

No podía prestar la atención suficiente. Tras el ataque de Jack, me era imposible enfocarme y ser completamente consciente de lo que estaba pasando. Mi cuerpo funcionaba en automático.

Ante mi falta de respuesta, la madre de Lian me tomó de la mano con suavidad y me hizo entrar a la casa. Me dirigió hasta el inicio de la escalera.

— Todos pensábamos que estabas en la universidad —expresó preocupada. Sujetó mis mejillas con ambas manos—. ¿Qué ha pasado? ¿Alguien te ha hecho daño?

— No sucede nada. —intenté mentir, pero fui incapaz de mirarla.

— ¡No mientas! —me regañó—. ¡Estás muy pálido, sudado y despeinado! ¡¿Estás llorando?!

Toqué mi rostro de inmediato, solo para luego darme cuenta de que eso último era verdad. Mis mejillas estaban mojadas y las lágrimas seguían fluyendo.

— Ah, no es nada —mentí de nuevo, quitando sus manos de mi cara con gentileza—. Es solo un bajón emocional. Subiré a mi habitación.

Antes de que pudiera decir algo más, corrí escaleras arriba y me encerré en mi habitación. Todavía estaba en shock, pero aún estaba temeroso de ser descubierto de alguna forma, así que me apresuré a entrar a la ducha para deshacerme de la suciedad presente en mi cuerpo desde mi encuentro con Jack.

No pude evitar angustiarme al ver el reflejo de la enorme mordida que me dejó Jack en el hombro. Había oscurecido esa zona de mi piel, tanto que hasta parecía un golpe. Era imposible de ignorar, pues me causaba mucho dolor tan solo rozar uno de mis dedos por las marcas de dientes que dejó impregnadas.

Me merezco esto, pensé. Por supuesto que merezco esto.

Había jugado con fuego durante mucho tiempo. Jack había accedido a mis peticiones tantas veces y era tan puntual siempre, obvio que él esperaría más de mí. Claro que yo nunca se lo prometí, fui claro desde el comienzo: yo era el prometido de Lian y solo quería algo de diversión. Nunca le pedí a Jack que fuera exclusivamente mío o que no tuviera citas, pero es inevitable que en esta clase de acuerdos no se genere un poco de apego por parte de alguno de los implicados.

No fue difícil darme cuenta de que empezó a tomarse lo nuestro más en serio. Cada vez que iba a sobrepasar el límite, se detenía de golpe y me pedía disculpas, o se quejaba en silencio, preguntaba si volveríamos a vernos. A pesar de que lo vi, no hice nada al respecto porque él era mi escape temporal de la realidad. No me importó seguirle el juego porque de todas maneras iba a ceder a hacer lo que sea por mí, hasta ese día.

Y ahí estaba yo, con una mordida en el brazo, sollozando en silencio por el susto que acababa de pasar y porque me sentía como un terrible ser humano. La idea de que Lian me descubriera me perturbaba más que el haber hecho que Jack llegara a ese punto de desesperación. Pero no podía mentirme, mi prioridad era Lian.

¿En cuánto tiempo se borraba una marca como esa? ¿Unos días? ¿Unas semanas?

Salí del baño con el cuerpo ya seco y busqué entre mis prendas alguna que tuviera mangas largas. Gracias al cielo, la marca de la mordida no estaba localizada en un punto demasiado accesible a la vista, una camisa o una camiseta con las mangas lo suficientemente grandes podrían ocultarla. Sin embargo, me estresaba la idea de tener que estar pendiente de mis movimientos y de qué ropa utilizar para cubrirla.

Thin White Lies - Lian y Kuea (Cutie Pie fanfic)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora