Illicit Affairs [Max Verstappen, Lewis Hamilton]

✧ ⸻𝐕𝐈𝐈𝐈 | 𝐈 𝐝𝐢𝐝 𝐬𝐨𝐦𝐞𝐭𝐡𝐢𝐧𝐠 𝐛𝐚𝐝

↳ «Got everyone watching us
so baby let's keep it secret»୭̥⋆*｡

Estaba vistiéndome rápidamente en el hotel, era viernes y debía de estar por lo menos en este momento llegando al Paddock, cosa que no estaba cumpliendo. Tomé rápidamente la chaqueta morada que Sylvie me había dado, sentía un poco del olor de su perfume en ella. Suponía que la había usado pero no me molestaba, es más, me agrada el olor de su perfume.

—Tenemos que irnos Lewis —escuché a Angela quien tocaba la puerta.

—Un segundo —respondí para tomar mi teléfono y salir de la habitación, dándole un pequeño abrazo a la mujer para poder llegar al auto que nos llevaría al paddock. No era un trayecto muy largo y estuvimos allí en unos cuantos minutos. Era más que obvio que el lugar estaría plagado de fans, periodistas y fotógrafos; era una completa locura, pero de alguna manera me agradaba.

Tan rápido como pisé el lugar, la prensa me bombardeaba de preguntas. 

¿Estás saliendo con la chica de aquel día? ¿Es cierto que trabaja para tú equipo de Fórmula 1? ¿Pretenden desmentir todos los rumores? ¿Van a volver oficial su relación?

Sabía muy bien que no iba a responder ninguna de sus preguntas pero, me hacía reir un poco que habían logrado producir toda una historia de solo una cena. Caminé animadamente hasta llegar al garaje de Mercedes, donde lo primero que pude ver era a una Sylvie con su cabello un poco despeinado, cosa que la hacía ver bastante tierna, aún así decidí seguir caminando y no hacer crecer los rumores. Llegué al lugar donde todos los mecánicos estaban enfocados en dejar mi auto perfecto para las prácticas de hoy, los saludé mientras me dirigía al pequeño cuarto donde pretendía ponerme el traje negro de Mercedes, pero la voz de Toto me tomó por sorpresa haciendo que mis planes tomaran otro rumbo.

—Lewis —escuché la indiscutible voz de Wolf quien me miraba fijamente —espérame en mi oficina, voy en un momento —asentí para caminar hasta el lugar, suponía que hablaríamos del auto o tal vez –nuevamente– de las estrategias para el fin de semana pero, para mi sorpresa, quien entró en la espaciosa habitación no era George, sino Sylvie. Miré confundido primero al hombre y luego a la mujer, pero de alguna manera comprendía que el tema de conversación no tenía nada que ver con la carrera.

—Bien —habló el austriaco luego de que la mujer tomara asiento a mi lado —hay ciertos asuntos que tenemos que clarificar —agregó mientras tomaba asiento frente a nosotros.

—No estamos saliendo —hablé rápidamente, casi a la defensiva.

—Esos asuntos no me incumben —habló nuevamente Toto —pero necesito que sean profesionales con el trabajo, no quiero que esto se convierta en todo un espectáculo —ordenó, sabía que era sincero con sus palabras pero al mismo tiempo sentía que me había metido en un lío, y también a Sylvie.