Capítulo 11

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Todos nos quedamos perplejos al escuchar aquello que había salido de la boca de Lian.

¿Acaso había escuchado bien?

¿Extirparnos las glándulas sudoríparas o lo que sea que eso fuera...?

¿Qué mierdas era eso? ¿Qué significaba?

Todos los chicos le miramos con una expresión de total confusión en el rostro.

—¿Qué mierdas estás diciendo Lian? —Justin se inclina hacia enfrente. Prestándole toda su atención al chico, a lo que intentaba decir.

—Sí, explica porque con solo escuchar la palabra "extracción" se me pone el culo cuadrado. —Wesley le mira de medio lado. Lian suelta una risita nerviosa.

—No les gustará, pero es lo único que se me ocurre que podría funcionar. —Frunce los labios. —Miren... —Pasa sus manos por su cabello despeinado. —Nosotros, como lobos, tenemos unas glándulas sudoríparas diferentes a la de los humanos. —Todos mirándole atentamente. —Esas glándulas son las que hacen que cada uno de nosotros... —Nos señala. —Tenga un olor diferente, peculiar. Es por ello que somos fácil de rastrear por algunos lobos de olfato agudo y por supuestamente vampiros.

—¿Lobos de olfato agudo? —Sam frunce en ceño, confundido. —¿De qué carajos estás hablando? —Sacude su cabeza de lado a lado.

—Como todo en la vida, hay lobos con mejor audición que otros, con más habilidades, y por consecuente... con mejor olfato. —Continúa explicando Lian. —Esos lobos son capaces de diferenciar los olores únicos de cada hombre lobo, como algunos de estos encapuchados; por ello es que nos encuentran. —Wesley se sube las manos a la cabeza, histérico. Como si su mente ya no diera para más.

—¿Estás diciendo que todos aquí somos tan pendejos como para no percibir olores? —Sam nos mira a todos. Expectante a que alguno de nosotros dijera que en realidad lo hacía.

—¿Ni Katrina? —Carlos me mira, yo niego.

Sí puedo admitir que era muy buena rastreando olores y detectándolos. Pero nunca había logrado diferenciar entre un lobo u otro solo por su olor.

Si lo hubiera hecho, definitivamente no estaríamos metidos en este lío que estamos ahora mismo, ya que a la vez lograra identificar algún lobo cercano que no fuera procedente de mi familia y amigos, inmediatamente me alertaría. Pero como ese no era el caso, creo que en esta situación no podía ayudar demasiado.

—¿Cómo es que la loba clase X no puede rastrear olores? —Pregunta Carlos rascándose la cabeza.

—Ya te dije, esto no funciona así. — Vuelve a explicar Lian. —No importa que clase de lobo seas, si no naciste con el sentido del olfato agudizado, no hay nada que hacer. —Guarda silencio por unos momentos. —Además, eso no es lo importante. Lo importante aquí es tratar de que los lobos que tengan ese sentido agudizado no nos sigan. Y me temo que alguno de los encapuchados tiene esa habilidad, por lo que estamos jodidos.

Todos nos miramos las caras los unos a los otros por unos instantes. Todos pensativos.

Tal vez Lian tenga razón y lo mejor sea hacer algo al respecto, aunque sea drástico, para evitar que nos retrasen. Ya que si en realidad queríamos escapar, formar una nueva vida lejos de toda esta mierda, y empezar de nuevo, definitivamente había que tomar decisiones drásticas.

—¿Y cómo nos sacaríamos esas glándulas sudoríparas o como sea que se digan? —Pregunta mi papá. —¿Acaso has hecho esto antes? —Arquea una ceja mientras observa a Lian. El chico niega con la cabeza.

Aramis Wolfrahan © Donde viven las historias. Descúbrelo ahora