Jayden se puso en contacto con los periodistas. Tenían que retirar todo rastro de aquellas fotos antes de que se volvieran virales. Seth temió que Ámbar estuviera mucho más cabreada que la vez anterior. Aquella que ya le falló. Que no fue sincero con ella. Metiéndola en un profundo agujero del que difícilmente saldría una vez la habían relacionado con él. Ella no dejaría de gritar a medida que se fuera precipitando hacia el vacío. Sería tan doloroso para él...
Se había empecinado en visitarla en su apartamento. Pedirle las disculpas adecuadas, y saber en qué grado de indignación se encontraba. Solo esperaba que no fuera el suficiente como para alejarse. Aunque esa sería una primera opción tras dos veces como esta de meterla en semejantes fregados. Pero Jayden lo descartó de inmediato. No podían darle más material a aquellas pirañas. Estarían apostados por los alrededores de su apartamento acechando como los tiburones hambrientos que eran en busca de más información.
En un primer momento, había estado apostado al lado de Jayden mientras aquel resolvía el problema con llamadas. Discutía acaloradamente. Amenazaba. Trataba de razonar. Solo esperaba que sacase algo en claro, ya que aquellos eran fríos e impasibles siempre que la exclusiva les otorgase una buena suma de dinero. Le diera más visibilidad. Prestigio y popularidad en su trabajo. Todos trabajaban para lo mismo. Para llegar alto. Solo que estos lo hacían para joder vivos cuando se dedicaban a ese lado más turbio y competitivo.
Se habían movido hasta el local donde solían ensayar cuando no estaban en el estudio. Seth pidió privacidad para hablar con Ámbar. Le urgía. Y se encerró en una de las dos pequeñas habitaciones que había en él. E hizo una videollamada.
—Lo siento, Ámbar. Juro que lo siento.
Ella cargaba con Misha en brazos como si llevase a un bebé entre ellos.
—¿Ya lo has resuelto? Necesito que lo soluciones cuanto antes.
—Estoy en ello. No te preocupes.
—Sí que me preocupo. Pensaba que aquella mujer no cumpliría sus amenazas.
—¿Qué mujer?
—La periodista que me amenazó. Si no hablaba, las publicaría.
—¡Joder! No me dijiste nada.
—Te dije que nos habían descubierto.
Seth apretó la mandíbula sintiendo una rabia. Una rabia cortante que dejaba sus entrañas al rojo vivo. Ojalá y pudiera salir en busca de aquella mujer para decirle lo que pensaba. La violencia no era el mejor camino para solucionar esto cuando se metería en peores problemas. Tenía que dejar que Jayden lo solucionase, por poco que le apeteciera no hacerlo él a la antigua usanza. Como un enfurecido neandertal.
—¿Cómo se llama ella? Tengo que informar a Jayden.
—Creo que dijo Claudia Bennet.
—Tengo que decírselo. Tiene que estar al corriente y llamarla para que recule. ¡Maldita sea! Esos carroñeros me tienen hasta los huevos. Te lo juro. Arreglaré esto.
—No hay solución. Me he metido demasiado de lleno. Y me relacionan contigo. ¿Con qué cara salgo a la calle? ¿Cómo voy al trabajo sin que nadie me siga y me aguijonee con preguntas? Sin que todo el mundo me observe como a ese objeto interesante, odiado o dispuesto a ser criticado por la posición que acaba de adoptar.
—No digas eso. Buscaré a alguien que te acompañe.
—No quiero a nadie conmigo. Necesito espacio, libertad, ser quien soy sin mudar. No quiero que me adjudiques a ninguno de tus escoltas, Seth. Eso no va conmigo. Es mejor que lo dejemos. Nos distanciemos. Hagamos que la gente deje de relacionarme contigo. Que las aguas regresen a su cauce, por difícil que sea.
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Las notas de tu guitarra -Edición 2023-
RomanceLa vida de Ámbar transcurre tranquila. Sin embargo, a su vida llegará alguien que la pondrá patas arriba. Un amor colmado de dulces acordes... Esta historia es pura ficción. Muchos de los lugares, nombres y personas mencionadas pueden ser fictic...