Seth saboreaba el pollo al estilo Kentucky salivando de gusto. Estaba delicioso. «te estás saltando la dieta. Cebándote como el pavo de Navidad». Se dio unas palmaditas en el abdomen por encima de la ropa. Tenía mucha suerte cuando podía comer como una lima y no engordar nada. Su mente divagó hacia el lugar donde últimamente solía divagar. ¿Estaría cenando Ámbar? «Aún no le has dado señales de vida». ¡Ups! Era verdad. Había llegado la hora de actuar nuevamente. Ponerse de nuevo en la piel de Brayden, ese tipo ordinario y mundano que se parecía tanto a aquel vocalista de Rock alternativo.
Buscó un lugar más normal como fondo para realizar la llamada, llevándose consigo la cajita de tiras de pollo que olía divinamente y el refresco consigo. Colocó el teléfono en un soporte hecho para mantenerlo sujeto mientras realizaba la videollamada. Llamó. «Una videollamada. ¡Estás bien loco!».
Cuando Ámbar vio la videollamada entrante, casi se le cayó el teléfono de las manos. Se arregló con prisas el cabello atusándolo un poco. Iba con pijama. «¡Mierda!», protestó para sus adentros, sin tiempo de ponerse cualquier otra pieza de ropa, aunque fuese para la parte de arriba. Descolgó. Se encontró enseguida con el rostro de Brayden ((Seth) que le sonreía al otro lado. Se fijó con aquello con lo que cargaba.
—Hola. Y buen provecho.
—Ey. ¿Tú ya has cenado?
Ámbar giró el teléfono bajándolo hacia una plancha de asar sobre la que se cocinaba un pedazo de carne que se estaba cocinando.
—Vale. Te he pillado con las manos en la masa, nunca mejor dicho.
—Sí.
—¿Solo vas a zamparte eso? —señaló él hacia la pantalla como si todavía mostrara la imagen de antes.
Ella movió de nuevo el teléfono hasta un plato que reposaba sobre la encimera. Brayden (Seth) arrugó la nariz.
—Verdura... ¡Ni que fueras un conejo!
—La verdura es sana.
Brayden levantó el bote de tiras de pechuga con el famoso logo de una popular cadena de restaurantes de comida rápida americana, en alto.
—Si quieres te invito a esto. —Mostró unas patatas metidas en un saquito de papel pequeño—, y a esto. Está de vicio.
—Eso es menos sano.
—Tampoco me va a matar —argumentó, torciendo una graciosa sonrisa.
Recordó el tema sobre el que Daria y ella habían estado hablando con respecto a él. Se fijó en el fondo de la estancia donde él realizaba la videollamada y los alrededores. Pero nada. Era de lo más normal. ¿Dónde estaría todo el lujo instalado como CEO de una importante empresa? ¿Y las chicas? ¿La clientela? ¿Su traje de azafato de vuelo o de lo que fuera?
—¿Qué tal te fue el día? —quiso saber ella en modo «reunión de información necesaria por intriga y ganas». Ese chico era todo un misterio.
—Bien. Productivo. Aunque exhausto.
—Oh. Vale. Bueno...
Antes de que hiciera una nueva pregunta la interrumpió él.
—¿Y tú? ¿Qué tal te fue?
—Como siempre. Clientes entrando y saliendo a cada instante en la tienda. Abie dando por saco... —esto último se le escapó con la emoción del momento y los nervios que la hacían hablar más de la cuenta. Aunque sí. Era un gustazo soltarlo tan tranquilamente, escupiéndolo con ganas. Pero no debía. No con Brayden que aún era un desconocido para ella.
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Las notas de tu guitarra -Edición 2023-
RomansLa vida de Ámbar transcurre tranquila. Sin embargo, a su vida llegará alguien que la pondrá patas arriba. Un amor colmado de dulces acordes... Esta historia es pura ficción. Muchos de los lugares, nombres y personas mencionadas pueden ser fictic...