Meera se ofreció una vez más a tomar un taxi, pero Kaali le dijo que no fuera ridícula.
—A esta hora de la noche tendrás que esperar más de media hora para encontrar uno libre. Si dejas que te lleve, estarás en tu casa antes que eso, lo mismo
que yo.—Solo pensaba que...
Cuando llegaron al ascensor, él se apartó para cederle el paso, entraron y presionó el botón del garaje.
—Si lo que te preocupa es que te vaya a molestar, tranquila. Solo un idiota podría pensar que con una tontería como besarte para darle las buenas noches, cambiarías de opinión.
Meera se ruborizó un poco. Lo cierto era que él le había leído los pensamientos. Lo que le preocupaba no era el posible comportamiento de Kaali, que podía ser
implacable en los negocios, pero no se lo imaginaba obligándola a ella o a cualquier
otra mujer a hacer algo contra su voluntad.No, no tenía miedo de él. Tenía miedo de que su conversación de esa noche lo fuera a cambiar todo entre ellos.
—¿No podemos olvidar lo que acaba de suceder? —dijo sinceramente cuando salieron del ascensor.
—Creo que sería mejor que no lo intentáramos. Pero no tienes que preocuparte porque yo vuelva a sacar la conversación. Te he hecho mi pregunta y ya tengo mi respuesta. No soy lo suficientemente tonto como para pensar que, simplemente con volvértelo a preguntar tú me darías otra respuesta diferente.
—Muy bien. Porque me gusta trabajar con usted y no me gustaría que eso se estropeara —le dijo ella mientras se sentaban en el coche—. Es nuevo, ¿no?
—¿El coche? Sí.
—Nunca pensé que le gustaran los descapotables.
—Considéralo parte de mi crisis de la mediana edad.
—No es lo suficientemente mayor como para tener eso.
—¿Un deportivo?
—Una crisis de la mediana edad. Por lo menos, le quedan diez años.
—Siempre he sido muy precoz. Pregúntaselo a mi tía Kalinda.
Meera se rió y deseó que, a pesar del frescor de la noche, él hubiera descapotado el coche, había algo de sensual en eso de llevar la cabellera al viento y a lo mejor la ayudaba a aclararse la cabeza de todo lo que había sucedido esa noche.
Cuando Kaali detuvo el coche delante de su casa, Meera vio que las luces del salón estaban encendidas. A esa hora su madre ya debía estar acostada. Ciertamente no debía estar esperándola a ella, ya que ese era parte del pacto al que habían llegado
hacía dos años, cuando se había ido a vivir con su hija.Seguramente tendría compañía. Entonces reconoció uno de los coches aparcados en la calle. Su madre no había salido mucho desde que se divorció, pero sí lo había hecho con un par de hombres. Unos hombres más interesados en Alisha que
lo que lo estaba ella por ellos.—Solo déjeme delante.
Como si no la hubiera oído, Kaali aparcó delante de la casa y le fue a abrir la puerta.
—De verdad. No es necesario...
—Ahórrate la saliva, Meera, porque te voy a acompañar hasta la puerta, digas lo que digas.
—Sí, señor —dijo y empezó a caminar con él a su lado.
Kaali no la tocó. Ni siquiera trató de tomarla por el brazo. Mientras abría la
puerta, Meera contuvo la respiración. A pesar de lo que él le había dicho antes, ¿no trataría de aprovecharse de la situación? ¿Y qué haría ella si lo intentara?

ESTÁS LEYENDO
Una cuestión de negocios.
FanficMeera no sabía si había tomado la decisión correcta. El atractivo y adinerado Kaali Bakshir le había propuesto matrimonio y ella, la sencilla Meera Dev Malik, ¡le había dicho que no! Como ayudante personal de Kaali, Meera ya era el equivalente a una...