VIII

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Mucho más tarde, Meera estaba tumbada a su lado, tan relajada que apenas podía parpadear, observándolo mientras dormía. Las nubes de lluvia habían desaparecido y la luna brillaba en el cielo, iluminando levemente la habitación.

Pensó entonces que había hecho la mejor elección de su vida al casarse con ese hombre, al que amaba...

Entonces desapareció de su cabeza toda la soñolencia.

Ese hombre, al que amaba.

—Vaya una tonta que soy —susurró.

Por imposible que pareciera, no había reconocido el amor hasta que lo había tenido delante de las narices. En vez de eso, había racionalizado, justificado y defendido su decisión de casarse con él. Se había dicho a sí misma que estaba siendo sólida, inteligente y práctica, cuando la verdad era que no había querido nada más que ser su esposa. Porque lo amaba.

Y, desde el día en que él le había propuesto matrimonio, ella no se había preguntado cómo sería hacer el amor con él. Bien, ya no podía echarse atrás en lo que había sucedido, así que tendría que ser suficientemente inteligente, práctica y sólida como para que no se le notara. No tenía que descender al melodrama. No tenía que mirar a cada mujer que él conociera preguntándose si sería esa a la que él podía amar. Y no se le tenían que notar los celos aunque se pusiera verde por dentro.

Meera supo antes incluso de abrir los ojos que había dormido más de su hora habitual, pero cuando se sentó en la cama y vio en el despertador que eran más de las nueve, se quedó horrorizada.

La casa estaba muy silenciosa, pero era normal, Kaali le había dicho que tenía una nueva reunión esa mañana con Bob Brannagan, así que debía haberse marchado hacía una hora por lo menos.

En el cuarto de baño, apoyado contra el espejo, había un sobre. Contenía las llaves, el código de seguridad de la casa y una nota.

Voy a la oficina. Tarda todo lo que quieras. Y dale recuerdos a tu madre.

Luego la firma y eso era todo.

Meera se sintió muy deprimida. Para su madre, sus mejores deseos, para ella... permiso para llegar tarde al trabajo. Entonces recordó que lo que él le ofrecía era un nuevo trabajo, no un matrimonio. A pesar de la pasión de esa noche...

Por lo menos, Meera había sentido pasión y había pensado que era igual para los dos. ¿Pero qué era lo que había sentido Kaali? Se dijo que había aceptado esos términos y que ahora iba a tener que vivir con ellos.

.


Ishita la saludó aliviada.

—Gracias a Dios que has venido por fin. Te he llamado a todas partes.

Meera frunció el ceño.

—Me he pasado por el hospital para recoger a mi madre, pero ya le habían dado el alta y se había ido a casa. ¿Qué pasa?

Ishita hizo girar los ojos en sus órbitas.

—El jefe ha creado un nuevo rey de los reptiles depredadores. Todos los que ha imitado anteriormente saldrían corriendo si se hubieran encontrado con él esta mañana.

Eso era curioso, pensó Meera. Su nota podía no haber sido un soneto de amor, pero había sido perfectamente educada. Sin embargo, si él estaba tan de mal humor como para querer morder a todos los que se cruzaran en su camino...

—Es por lo de Universal Conveyer, los sistemas de control y la nueva línea de montaje.

—¿Qué pasa?

Una cuestión de negocios.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora