Nos espera el infierno.

138 15 2
                                    

A medio camino un auto, con un matrimonio dentro, frenó preguntando si algo iba mal. Con la respiración entrecortada les respondí que necesitaba con urgencia llegar al hospital. Ambos me habían mirado confundidos, sentí como me escaneaban. Me reí un poco y les dije que yo estaba bien, que mi amiga era la accidentada. Ofrecieron llevarme, y sin pensarlo subí a su auto. Me había pasado todo el camino comiendo mis uñas, y respondiendo con frases cortas a las preguntas que la carismática mujer me hacia. Me dejaron a unas cuadras del lugar ya que tenían que hacer otro recorrido. Se los agradecí y corrí hasta llegar al hospital.

–Necesito saber donde esta Regina Muller –dije en el momento que pise la recepción.

La mujer del otro lado del mostrador asintió.

Yo, todavía recobrando mi respiración, la observaba mientras que tecleaba rápidamente en su ordenador.

–Habitación 121, segundo piso –me informó con tono monótono.

–Gracias –digo antes de salir disparada hacia el ascensor.  

Mi pie no deja de golpear el piso, impacientemente, mientras espero el ascensor.

Una vez que llega y sus puertas se abren me tiro dentro y toco repetidas veces el botón, donde se muestra un luminoso 2.

Al bajar los cabellos marrones de Lucas se hicieron presentes en mi camino.

Una vez a su lado pude divisar que bestia la misma ropa que la noche anterior.

–Ey ¿Has dormido aquí? –levantó su vista hacia mi y asintió levemente con la cabeza, unas grandes bolsas se mostraban bajo sus ojos–. ¿Como esta ella?

–Hubo unas complicaciones cuando llegamos, había perdido demasiada sangre –suspiró–, ella puso de su parte, sino... no sabían si iba a sobrevivir. De echo, hace un rato la trajeron de cuidados intensivos, esta respondiendo muy bien a todas las pruebas.

–Es una luchadora –digo a medida que mi voz se quiebra–. Tenia tanto miedo –Lucas se levanta del suelo y me rodea entre sus brazos, dejándome llorar en ellos.

–¿Me dejaran verla? –pregunto una vez que nuestro abrazo termina.

–No lo creo, solo familiares.

–¿Sus padres están aquí? –mire hacia ambos lados, ninguna señal de ellos.

–No –dijo bajando su voz–. Ha venido solo Annie. Me dijo que ellos no la podían ver así –apretó sus puños –. No fueron capaces de venir a ver a su hija ¡Que casi muere!

–Ey –dije posando unas de mis manos en su hombro–. Tu estas aquí para ella, yo también lo estoy. Hasta Annie ha venido.

–Lose, solo no puedo creer que su madre sea así... Se que esta mal todo lo que Reg ha hecho, pero... No lo se.

–Ya, no pienses en ellos, piensa en que Reg va a ponerse bien, no más.

Hablamos de tantas cosas, siempre a la expectativa si alguien entraba a la habitación. Los médicos iban y venían, ninguno deteniéndose en esa puerta.

–¿¡Tienes idea de lo preocupados que estábamos!? –la inconfundible voz de Valerie se hizo presente en el pasillo.

–Me han encontrado –dije por lo bajo, intentando esconderme detrás de Lucas, este largó una carcajada.

–¡Ya te he visto pedazo de idiota! –la cara de Valerie era un completo tomate.

 Nunca va a cambiar.

–Lo siento, lo siento –me acerque a ella.

–Lo que hiciste fue una estupidez, Jake no sabia como explicarnos que habías salido corriendo como loca –me había tomado de los hombros, y a cada palabra que decía le agregaba una zamarreada.

I.R.A (Internado de Rehabilitación para Adolescentes)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora