No dejaras nunca de atormentarme.

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Todo permanecía obscuro. Un cuerpo tirado en el suelo, no un cuerpo, sino yo. Se escuchaba la voz de aquel infeliz que repetía una y otra vez:"Quédate quieta y pasara rápido."

Mis gritos, su risa. Mi llanto, sus golpes.

"Quédate quieta y pasara rápido."

Por favor no.

"Quédate quieta y pasara rápido."

Aléjate.

"Quédate quieta y pasara rápido."

¡No!

"Quédate quieta y pasara rápido."

—¡Basta! —mi pecho subía y bajaba debido a mi agitación. El sudor frio cubría mi espalda entera.

Estaba temblando y podía sentir como en mi cara comenzaban a correr mis lagrimas.

¿Algún día dejaras de atormentarme?  Pensé.

—¿Estas bien? —la voz somnolienta de Valerie hizo que me sobresaltara.

Tome mi rostro entre mis temblorosas manos.

—Si, solo necesito algo de tomar. Sigue durmiendo —se encogió de hombros y cerró nuevamente sus ojos.

Saque mi cuerpo de la cama y salí de la habitación. El pasillo estaba iluminado,como era de costumbre. Las luces aquí nunca se apagaban. Hacia más frio por las noches, y el silencio que se formaba era inquietante.

Me tomo solo unos segundos pensar donde quería que mis pies se movieran. Los arrastraba con pesadez.

Cruce los pasillos blancos hasta toparme con la puerta de metal que me dejaría en mi destino.

Cuando mi cuerpo estuvo fuera el aire golpeó fuerte mi rostro. Respire profundamente.Me gustaba estar allí, la manera que mi cabello volaba a causa del viento, la sensación de no estar encerrada, los ruidos del pueblo,todo. Mire hacia el cielo y allí estaban, las millones y millones de estrellas, brillando con su belleza infinita. La terraza definitivamente era uno mis lugares favoritos en I.R.A.

—Creí que era solo mi lugar especial —lleve una mano a mi pecho por el susto queme había causado la frágil voz de aquella chica, todavía escondida en la obscuridad de la noche—. Lo siento, no era mi intención asustarte.

—No lo has hecho —respondí—.Solo estoy un poco alterada.

—Lo note—podía ver su delgada figura, pero no con claridad—.Es lindo aquí, ¿verdad?

—Eso creo.

Deje envolverme,nuevamente, por mis pensamiento.

Todavía podía sentir que mi cuerpo se estremecía, pero no lograba diferenciar si era por el frio que hacia allí o por mi resiente pesadilla. Tal vez tenga que hablar sobre ellas con la Dra. Garza.

—¿Eres Arabella, verdad? —ella seguía sumida en las sombras, aun así podía divisar su cabellera rubia.

—Esa misma —caminé hasta las barandillas.

I.R.A (Internado de Rehabilitación para Adolescentes)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora