¿Hay alguien ahí?

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Dedicado a Miguel.

Están sentados dos amigos: Ángel y Carlos. Frente a ellos, tres vasos de vidrio, una jarra y un frasco de pastillas vacío.

-Neta que no debemos hacer esto- le dice Ángel.

- ¿Entonces qué quieres? -responde Carlos, fastidiado- Ya te corrieron del trabajo por echarte una chaqueta en pleno horario laboral...

-Y a ti ya te dejó tu novia por ponerte violento- le interrumpe Ángel.

- ¡Si ya sé! - grita Carlos muy molesto- ¡Por eso hacemos esto! No hay otra forma, ya intentamos de todo, intentamos la meditación, intentamos hábitos saludables y estupideces como esas, intentamos la técnica Ludovico y otras prácticas de condicionamiento, es evidente que la vía química es la única solución.

-No creo que lo hayamos intentado todo. -Le increpa Ángel.

- ¿Ah sí? - es la respuesta de Carlos- ¿Qué nos falta entonces? Y no me salgas con esas cosas de religión, somos científicos, y dudo que un viejo en el cielo sea más efectivo que Pavlov.

-Yo lo sé, pero suprimir una parte completa de tu cerebro bajo una suposición neurológica sin tantos fundamentos...

-Tiene fundamentos, sobre todo evolutivos.

-Supongamos que los tiene, pero aun así existe el riesgo de no solo no suprimir esa función del cerebro, sino estimularla a grados inimaginables... debemos destruir el medicamento, no debemos seguir con las pruebas en terceros, no debimos haberlo creado para empezar.

-Pues si lo que te preocupa son las pruebas en terceros, bien puedes hacerlas en ti.

-O en ti.

-Mira, conozco los riesgos de las pruebas, por eso las hacemos en... terceros.

- ¿Pero no crees que sería mejor que las hiciéramos en ratas o...?

En ese momento entra Jorge, era de esos tipos siempre sonrientes y de vida casi perfecta, de buenos modales, buenos hábitos y buena moral; o al menos eso era lo que dejaba ver en público.

- ¿Qué tal chicos?- les saludó cortésmente- ¿Qué me cuentan? ¿Les molesta si me sirvo algo de agua?

-Adelante- le responde Carlos.

Jorge se sirve agua, nota que tiene cierta efervescencia, pero sospecha que es agua mineral y la bebe.

-Bueno -continúa después de beber- ¿para qué querían verme?

- ¿Recuerdas que te habíamos comentado sobre el proyecto de un medicamento? - responde Ángel.

-Ah, si ya recuerdo, uno capaz de modificar la conducta, ¿qué necesitan que haga?

-Pues en vista -ahora es Carlos quien habla- de que la fisionomía de animales de prueba usuales no permite efectuar pruebas con resultados satisfactorios debido a la carencia de moralidad en estos, creo que debemos pasar directamente a las pruebas en humanos.

Jorge se pone pálido, intenta recomponerse y contesta:

-Bueno... parece un poco riesgoso.

-Lástima -le interrumpe Carlos- ya te tomaste nuestro primer prototipo, por favor describe de forma detallada cómo te sientes.

- ¡Esto es inaudito! - Aulló Jorge, poniéndose en pie- ¡Es ilegal! ¡Es...!

En ese momento dejó caer el vaso de vidrio que aún sostenía en las manos, se llevó las manos a la cabeza, presa de un dolor intenso e indescriptible, cayó al suelo y comenzó a retorcerse como quien sufre un dolor intenso en lo más profundo de su ser. Los científicos observaban con atención desde sus asientos aquel espantoso escenario.

Al cabo de un rato, Jorge se detuvo en seco, con los ojos completamente en blanco, podría decirse que incluso tenían un siniestro brillo sobrenatural.

- ¡Maldita sea! -Exclamó Ángel. ¿Está muerto?

-Parece que sí -le respondió Carlos con total tranquilidad- Pero no te preocupes, contaba con esto, le escribí una carta de suicidio, todo parecerá que fue él mismo quien lo hizo, y si somos los primeros en dar la alarma, las sospechas se reducirán.

Carlos dejó la carta sobre la mesa, los dos científicos se disponían a salir cuando Ángel se detuvo en seco, tenía clavado en la nuca un vaso de vidrio, cuando Ángel cayó al suelo, Carlos pudo ver a Jorge sentado de una forma inhumana, más bien retorcido de tal forma que pudiese arrojar el vaso contra Ángel.

Carlos se paralizó un momento, pero alcanzó a ponerse de pie un momento antes de que Jorge lo hiciera. Salió de la casa que se encontraba al final de una calle en un profundo desnivel, subió la empinada pendiente hacia la avenida principal, donde podría encontrar su auto y salir airoso de aquel anti-hombre en que se había convertido Jorge.

Subía pesadamente por la pendiente, que era tan pronunciada que tenía que subir casi a gatas. Carlos volteó tras de sí y pudo ver una sombra proyectada por la luz amarillenta de los faros, era la sombra de Jorge que sostenía un objeto filoso en su mano derecha, una sombra que casi parecía un dibujo, y como único rasgo en su rostro tenía esos ojos blancos que brillaban de forma diabólica. A la sombra parecía no costarle subir por la pendiente, al final alcanzó a Carlos, ambos forcejearon, Carlos golpeaba y arañaba desesperadamente, hasta que soltó un golpe en el estómago de la sombra, que se apartó, perdiéndose en la oscuridad.

Carlos se puso en pie bastante extrañado, pero orgulloso de que se había defendido tan bien que esa bestia no le había hecho ningún daño. Avanzó unos cuantos pasos hacia la avenida principal, se percató de que le ardía un poco la parte izquierda del cuello, caminó un par de pasos más y de su cuello salió despedido a toda presión un chorro de sangre, Carlos trató de detener el sangrado, pero no pudo, cayó de rodillas al suelo, se tambaleó y dio de bruces contra el pavimento.

A la mañana siguiente, Jorge se levantó muy cansado y con un profundo dolor de espalda, revisó su celular y quedó horrorizado ante la noticia de que sus amigos Carlos y Ángel habían sido asesinados la noche anterior, era una completa lástima, tenía planeado hacer algo sobre un medicamento con ellos.

Cuentos de mientras se mira por la ventanaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora