La noche se tornaba aun más oscura e intimidante, la luna parecía ser la única fuente de luz en aquel lugar tan tenebroso, ambas chicas se movieron con agilidad entre la espesura del bosque, esperando encontrar al menos una salida, algo que les permitiera mayor seguridad para descansar o un lugar donde su cosmo no se viera tan reducido, lo cual era más arduo lo que su mente pensaba.
Era un laberinto, el cual empeoraba su complejidad a medida que avanzaban ¿era algun tipo de ilusión? ¿En que clase de problemas se estaban metiendo? ¿Era realmente posible salir de ese lugar?
- Yuzuriha... debemos separarnos - hablo con firmeza la azabache
- La última vez que hicimos eso nada bueno sucedió....- Solto exasperada, la poca energía que lograron reunir estaba siendo absorbida por ese repulsivo bosque - No es una buena idea...
- Si no lo hacemos nuestras posibilidades se reducen considerablemente, una debe salir viva de aquí, juntas solo llamaremos aun más la atención...- tomo la mano de su amiga apretandola con firmeza, tratando de darle fortaleza aun cuando ni ella misma parecía muy convencida - estaremos bien -
La Mubiana se mostraba realmente reacia a la petición de su compañera, nada le quitaba de la cabeza que esto no terminaría bien, miro a su compañera y solo pudo ver aquel brillante pero magullado trozo de metal que cubría su rostro, podría estar equivocada pero estaba segura que detrás de esa máscara la azabache sonreí estrepitosamente, probablemente solo para calmar su perturbada mente. No era debilidad, quería creer, pero el solo hecho de perder a prácticamente a todos sus compañeros de forma tan abrupta fue un golpe bajo, que afectaría a cualquiera con un mínim⁸o ápice de sentimientos, Yuzuriha aparto su mano del agarre de la muchacha, esta vez siendo ella quien apretaba con fuerza su brazo.
- No mueras...
Fue lo último que dijo antes de fijar un rumbo distinto a la joven, no hubo despedida, no hubo una última sonrisa o algo parecido, solo esas palabras que le parecieron demasiado desconcertantes y frias, así era ella y prefería recordarla así en el caso de que lo peor pasara, pero eso no pasaría...¿cierto? Claro que no, no lo permitiría, jamas, menos en ese lugar, menos a manos del enemigo.
Sus pies la guiaron cada vez más lejos, más lejos de lo que su mente le permitia recordar, sería 5 tal vez 10 minutos desde que se separo de su compañera, pensaba que era la sugestión, tal vez la sensación de soledad la volvía más susceptible o incluso algo más nerviosa, pero realmente se sentía observada, incluso perseguida...no era tan descabellado el pensar que alguien estuviera siguiendo sus pasos pero ¿por que no atacar?
Quizás pensó en ello demasiado tarde, sus movimiento fueron cortados tajantemente mientras sus manos y pies perdían toda movilidad, casi pareciendo que adquirían una mentalidad propia. Se encontraba en el piso, sometida, sin poder ver ni sentir nada, solo oír como la pequeñas partículas de tierra sonaban a la par que que chocaban con unos pesados zapatos de un material que no lograba identificar, seguramente eran de alguna armadura. Seguramente era ESA persona.
- Eres bastante astuta, pero no lo suficiente, ser precavida no es lo tuyo...¿no crees preciosa? - su voz era extrañamente dulce, calmada, nada que se hubiera esperado.
Sus pasos cada vez estaban más cerca tanto que casi los podía sentir a su lado. El albino estaba bastante complacido por no decir exitado, su presa estaba enfrente, a su merced, sin ningún impedimento, sin ninguna posibilidad de escapar. Era un maldito obsesivo psicópata, sádico y desalmado, cuando se encaprichaba con algo o alguien no había forma de detenerlo hasta que lo conseguía pero, esa chica...apretó con indignación cada musculo de su mandibula en una extraña mueca, lo había obsesionado a tal punto de no poder quitarla de su mente, era nuevo, extraña y desagradablemente nuevo, odiaba el hecho de sentir que alguien inferior había logrado lo que nadie en miles de años había podido, hacerlo sentir humillado.
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La aprendiz de piscis (saint seiya the lost canvas)||En Reedición||
FanfictionEl destino es ciertamente misterioso, enigmático, una constante incógnita que nos hace pensar en por qué las cosas son como son y por que terminan de la forma que terminan. Uno jamas se imaginaria que dos personas tan diferentes se verían envueltas...