"Ya no puedo confiar en ti"

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- No puedo creer que lo encontraras Minos, menos que lograrás despertar su poder, maldito bastardo - Aikos estaba eufórico, la gran sonrisa dibujada en su rostro parecía no poder desaparecer, así como la sorpresa de los demás espectadores. - ¡Por fin apareces Ofiuco, estaba deseoso de encontrarte!

Albafica tenia a la muchacha entre sus brazos, quien poco a poco trataba de volver en sí, desconocía que era lo que estaba pasando, algo no estaba bien, ese espectro parecía dirigirse a la chica, más no sentía que fuera exactamente a ella, ¿como le conocía?, Ninguno de los dos dijo nada, alerta, el pisciano no soltaba por nada su agarre de la azabache y ella se aferraba cada vez más a él, temía que si se soltaban, quizás no volverian a tener una oportunidad similar.

Levanto su cabeza lentamente, tratando de divisar quien era el que clamaba su título con tanto entusiasmo, segundos después deseo nunca haberlo hecho, mejor, anhelo con todas sus fuerzas haber cedido a los impulsos humanos del cansancio y así nunca contemplar la cara de lo que ella recordaba como la mismísima muerte en persona. Trato de hablar, gritar o al menos susurrar, pero nada salía, solo leves sonido sin sentido aparente, estaba Helada, no lo creía, ahí, frente a ella estaba el responsable de todos sus traumas, de su más grande dolor y pesar, el culpable de la muerte de su familia, nada había cambiado, su rostro, su presencia, su maldita sonrisa, todo era exactamente igual que lo recordaba, incluso el paisaje, todo parecía una confabulación en su contra.

Apretó aun más fuerte a su maestro, más fuerte de lo que alguna vez lo había hecho.

Él sintió lo que venía y aún si, no detuvo nada.

- Vamos...no creo que te olvidarás tan rápido de mi ¿o si?

- Tú...- Articulo por fin. Una palabra tan corta, simple, pero cargada de un sentimiento inexplicable.

- Has crecido bastante, de verdad fuiste muy hábil en ocultarte, nisiquiera los Dioses gemelos sabían de tu ubicación - su presencia parecía más amenazadora con cada palabra, era un depredador acechando, esperando el menor descuido para atacar - pero me asombra, el santuario de athena, la Diosa que te condeno, ni siquiera mi señor Hades ha sido tan temerario o quizás estúpido.

- De que mierda esta hablando...- era una pregunta al aire, más para ella que para cualquiera, más, los ahí presentes compartían tal duda.

- Oh vamos...- se burló con ironía - No es necesario que finjas, ese poder...¡Ese cosmos! No es algo natural, ¿crees que alguien crea posible que un burdo caballero de plata posea tal energía? Sino lo sabían antes, lo supieron ahora, quien realmente eres Ofiuco, tu verdadera naturaleza.

- ¡No sabes una mierda de mí! No hables como si me conocieras.

- Como es que te llaman ahora, Ángel... si, así te llamo Minos, interesante relación tienen ambos, si hubiera sabido que siempre fuiste tú...¿las cosas hubieran sido igual?

- Aiakos, eso no va al Caso...- Hablo luego de un gran silencio, su mirada conecto enseguida con la de la chica, segundos después con la de su aliado quien le miraba con una mueca indescifrable.

- Probablemente no, No te hubiera dejado escapar en esa ocasión, ni en las siguientes. - Sus palabras eran veneno, los tres lo sabían, una provocación, una forma de quebrar la credibilidad de sus aliados para con ella...estaba funcionando, quizás, solo un poco.

— ¿Que estas sugiriendo? ¡Tú no tienes idea de nada! ¡No hables como si así fuera! — su grito era desesperado, una horrible sensación se apoderaba de ella, carcomiendo sus entrañas ¿estaba asustada, ansiosa?

— ¡Por supuesto que lo sé! — rió a carcajadas — Lo vi todo, cada cosa, cada encuentro, no es como si ambos pusieran mucho empeño en ocultarlo...Pobre chica, ¿acaso creíste algo de lo que te dijo este patán? Aveces puede ser muy convincente

La aprendiz de piscis (saint seiya the lost canvas)||En Reedición||Donde viven las historias. Descúbrelo ahora