"El entrenamiento 1/ 2"

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Esas palabras la alertaron por un momento, "entrenamiento" sonaba bastante amenazante, sobretodo con ese tono de voz, lo que venía no sería para nada fácil. Y efectivamente no lo fue, los días pasarían más rápido de lo imaginado, sin darse cuenta ya habían transcurrido un par de meses, los cuales no fueron tan fáciles de afrontar para la azabache. Si bien había mejorado considerablemente en variados aspectos, en un tiempo bastante impresionante, el Pisciano sólo podía notar sus falencias. Debía corregirla lo más pronto posible.

- Debes sin problema alguno recibir mi ataque, no quiero que un solo cabello se mueva de tu lugar - le regaño

- Maestro, por si no se dio cuenta aún nisiquiera tengo una armadura y usted es un caballero de oro, tendría suerte si es que pusiera esquivarlas en una pelea real. - Lo miro incrédula, pensado seriamente si solo era muy ingenuo o muy tonto.

- No me hagas repetir la información, en posición ¡Ya! - el caballero la miró, el brillante trozo de metal que cubría su rostro ocultaba la mirada de disgusto de su alumna, aún así podía sentirla - ¡Rosas Demoníacas Reales!

No cedió, no le daría ese gusto, nadie la vería derrotada por algo tan simple, mucho menos él, junto sus dos brazos y los posicionó frente a su pecho, a su vez parecía clavar los pies al piso, recibiendo sin miedo el ataque de su ahora maestro. Como esperaba el Pisciano, lo soporto decentemente, pero no como debía, luego de repetidos ataques, la chica simplemente cayo al suelo, solo por esta vez decidió ceder, su pobre cuerpo ya no soportaba el cansancio de tantas horas seguidas de entrenamiento, ¿Albafica seria demasiado entusiasta? O solo quería matarla.

- ¡Ya no puedo más! - gimoteo exhausta, aún estaba en el piso, no parecía querer moverse de hay - no movere otro músculo.

- Tu fuerza de voluntad me sorprende - irónicamente hablando claro esta - debes aprovechar tu inmunidad al veneno, tomar ventaja de ello , para esta fecha deberías mínimamente poder soportar sin problema este ataque.

- Solo e estado aquí 2 o 3 meses, ¿en cuánto tiempo lo controlaste tú? - le pregunto inquisitiva

- Eso no tiene importancia, mi entrenamiento fue completamente diferente al tuyo. - se sintió levemente tenso, su pasado no es algo que disfrutara recordar. - sigamos entrenando.

- ¿Es que nunca te cansas? - para este punto ya se había incorporado en el suelo.

- Se llama fuerza de voluntad, algo que al parecer deberemos trabajar, ya levántate, debemos ir a un lugar.

- ¿Un lugar? ¿a dónde? - se levanto casi de inmediato.

- Ya lo verás, será mejor que comencemos a caminar, el camino de las doce casas no es nada corto.



De todos los lugar en los que se imaginó ir, ese sinceramente era el último, por muchas razones, no sabia por cual empezar, quizás por el gran tumulto de gente moviéndose de aquí para allá o el ruido exagerado a su alrededor, enserio,
¡¿en que momento penso que era buena idea ir al campo de entrenamiento?!
Solo pudo suspirar, había estado un par de veces en ese lugar, no era algo que le agradará realmente.
Pero nada la haría imaginar lo que vendría y lo muy agradecida que estaría luego de este encuentro.

- ¡vamos Yato! Te dije que quería una pelea de verdad - Esquivando sus golpes con facilidad, había sido una mañana larga, agotadora por decir menos, era al rededor de su décima pelea con el Unicornio, ninguno daba su brazo a torcer, claro que no, eran demasiado orgullosos para ello.

- ¡Estas muy confiado Tenma! - Gruño molesto - pero esta vez no te escaparas de mi. - un fuerte puñetazo aterrizó en el rostro del castaño, seguido de otro par, empujándolo lejos de su adversario - ¡Ja! Te lo dije, debes ser más cuidadoso eso podría costar tu vida en una pelea real Idiota. - rompiendo su postura de pelea.

La aprendiz de piscis (saint seiya the lost canvas)||En Reedición||Donde viven las historias. Descúbrelo ahora