000 - memories

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000. ❝ recuerdos ❞

El llanto de la bebé no cesaba, lo que ponía más nerviosa a la piloto de lo que ya estaba. Se mordió el labio inferior mientras movía el control que mandaba en la nave hacia un lado para que los que estaban en la otra nave, no le dieran.

—¡Calma, mamá está aquí! —gritó girando hacia la bebé, pero eso no la calmó.

Gruño cuando le dispararon a una de las hélices, lo que hizo que perdiera algo de control en la nave. —Lo siento, Jake. —fue lo último que dijo antes de tocar el botón de piloto automático y se dirigía hacia la bebé con dificultad para respirara.

—Ya estoy aquí, ya estoy aquí. —murmuró tomando a la niña en brazos, esta dejó de llorar en cuando sintió que era tomada—. No hay nada que temer.

Fue rápida y tomó uno de los paracaídas, se lo colocó y abrazó con fuerza a la bebé contra su pecho. Salto y abrió el paracaídas.

Cuando cayó al suelo se quito el paracaídas y corrió lo más rápido posible, lejos de la guerra que había entre las personas del cielo y los na'vis.

Mientras Trudy corría, la bebé, aunque apenas era una recién nacida, pudo observar con agilidad los múltiples árboles, y el cielo, el cielo azul, vio las explosiones y escuchó los ruidos fuertes. No se asusto, pues no sabía que eran o que pasaba en realidad. Pero sonrió al ver los colores verde y azul.

Trudy dejó de correr y buscó su arma que guardaba en la parte trasera de su pantalón cuando alguien la detuvo, apuntándole con su arma.

—¿A donde crees que vas, Chacon? —preguntó con arrogancia, mirando a la mujer con burla.

—No es de tu incumbencia, Herrera. —contestó tosca, aún buscando su pistola, a lo que el hombre se dio cuenta.

—Pon las manos donde pueda verlas, o esa... cosa recibirá las consecuencias. —a Trudy no le quedo de otra que alzar la mano libre, por el bien de su bebé. Giró los ojos cuando Herrera se acercó a ella y le sacó el arca de su pantalón más un cuchillo.

Apuntó a su cabeza en lo que la obligaba a caminar hacia la base. No quería volver ahí, no podía. Era muy seguro que la matarían y experimentarían con su bebé, o la mantendría encerrada, o aún peor, la matarían también.

Maldijo cuando tropezó con un par de rocas, lo que casi hizo que cayera junto a la bebé. Insultó en voz baja a Herrera y siguió caminando a la base. No tenía de otra.

—Alto. —ordenó Herrera y Trudy, confundida paró. El hombre se colocó delante de la piloto y le arrebató a la bebé sin dejar de apuntarla.

—No, Herrera, por favor. —suplicó e hizo un ademán de acercarse, pero el arma apuntando a su pecho la detuvo.

—¡Cierra la boca si no quieres que te mate! —gritó fastidiado. Eso hizo que la bebé empezara a llorar—. Dios, no. ¡Dile que se callé! —ordenó de nuevo en un grito.

Trudy se acercó esta vez con lentitud, acarició la mejilla de la niña y esta lentamente, al sentir el conocido contacto dejó de lloriquear. Balbuceo cosa inaudible.

—Atrás. —exigió apuntándole de nuevo. Trudy suspiró, cansándose de esto.

Dio un par de pasos hacia atrás, pero tomó la navaja que había guardado en su camisa e intentó clavársela a Herrera, pero este fue más rápido y le disparó a la mujer en el pecho, y cayó enseguida al suelo.

El ruido del disparo resonó como las últimas veces en la cabeza de Rut, haciendo que se tambaleara y tuviera que sostenerse de una pared.

—¿Otra vez? —preguntó Jack con una mueca de preocupación hacia la adolescente.

—Sí, pero esta vez es más fuerte. —gimió de dolor en lo que sostenía su cabeza con su mano libre—. ¿Que está pasándome? —respiro con dificultad, sentía que su corazón se iba a salir de su pecho de lo rápido que iba.

—Vamos con Johanna. —la tomó de la mano y juntos caminaron hasta llegar a enfermería.

—Hola Rut, Jack. —saludó la mujer con una sonrisa ladina. Que fue borrando poco a poco al ver el estado de la chica—. ¿Te encuentras bien?

—Si estaría bien no estaría aquí. —respondió con brusquedad girando los ojos. Johanna río y negó levemente.

—¿Que sientes?

—Lo mismo de siempre. Mareo, dolor de cabeza, náuseas. —suspiró cansada de la misma rutina de siempre.

—¿Y los recuerdos, son los mismos? —averiguó buscando unas pastillas y un vaso de agua.

Rut asintió. —Una mujer y un hombre, hablando, y luego el disparo. ¿Qué creen que significa? —indagó curiosa tomando el vaso de agua con la pastilla que la mujer enfermera le había extendido.

Johanna y Jack se miraron y tragaron duro. Rut notó eso, y se movió incómoda en su asunto. ¿Ellos sabían algo? Frunció el ceño mirando a ambos adultos.

Johanna, tratando de olvidar el tema, le indicó que se bebiera la pastilla. Y en un solo movimiento se tragó el medicamento.

—Ya sabes cómo funciona, descanso total, sin luces, ni ruido, a la cama. —explicó como las últimas veces anteriores.

—Sí, mamá. —sonrió sarcástica y bajo de la camilla para caminar fuera de la enfermería. Le hizo una seña a Jack como despedida y este solo asintió.

Salió del lugar y caminó hasta su habitación, aún pensando en aquellos recuerdos que la atormentaban cada mañana. Y millones de preguntas se formaban.

¿Quien era esa mujer, y el hombre? ¿Se conocían? ¿Qué hay del disparo? ¿Quien disparó a quien? Quería respuestas.

Chocó con alguien en el camino hacia su habitación. Cayó al suelo al igual que la otra persona con la que había chocado.

—Fíjate por donde vas imb... —no terminó de hablar cuando vio a la chica tirada en el suelo, sobando su cabeza—. Rut. —murmuró en un tono de voz agudo—. Lo siento, lo siento mucho, ¿estas bien? —se levantó rápidamente del suelo para acercarse a ella y ayudarla.

—Hola Brandon, sí, gracias. —tomó su mano para levantarse también.

—Lo siento, no vi por donde iba. —se disculpó con vergüenza, sintiendo sus mejillas rojas.

—Oh, esta bien. No es nada. Yo tampoco veía por donde iba. —río ligeramente—. Te veo más tarde, Brandon. —se despidió y pasó por su lado para seguir caminando hacia su destino.

—Sí, me veré más tarde. —respondió embobado por la castaña—. Q-quiero decir ¡a ti! ¡A ti te veré más tarde! Sí. A-adiós. —Rut río bajo y siguió su camino—. Tonto, que tonto. —murmuró el chico golpeando su cabeza con su mano, mientras veía a la chica desaparecer por las grandes paredes del lugar.

Rut negó levemente reprimiendo una sonrisa i siguió caminando hacia su cuarto. El dolor de cabeza se estaba intensificando y estaba segura que caería desplomada en el piso si no se apresuraba a llegar a su dormitorio.

𝗚𝗢𝗟𝗗𝗘𝗡 𝗘𝗬𝗘𝗦; ⁿᵉᵗᵉʸᵃᵐ ˢᵘˡˡʸDonde viven las historias. Descúbrelo ahora