Morirò da Re (Draco Malfoy x Audrey) (George Weasley x Marlene)

Capítulo 10

Narra Audrey:

          Estábamos en mi habitación. Marlene había traído sus cosas para prepararnos juntas. Saldríamos junto con Blaise del castillo, e iríamos al bosque prohibido. 

—¿Estás segura de esto, Audrey? —me preguntó Marlene por 4º vez.— 

—Sí. —respondí irritada.— Será increíble, ya verás, nuestra primera fiesta en Hogwarts. Y si no te animas, te pongo un cubata y ya verás como va todo bien al final.

—Yo no bebo. —se negó mi amiga.— 

—Si te digo que es agua con hielo ni cuenta te das. —aseguré.— 

—Sé que parezco tonta, pero no lo soy, sé cómo sabe el alcohol. Y no voy a beber. 

—Bueno, pues tú te lo pierdes.

—Voy a pasarlo bien bailando.

—Suerte con eso. 

         Se escucharon unos golpes en la puerta, y pensamos que sería Blaise ya listo para irnos. Abrí la puerta del cuarto y me encontré con demasiadas personas. 

—¿Qué hacéis en mi puerta? —cuestioné ciertamente irritada.— 

—Nos vamos a la fiesta con vosotros. —indicó Pansy. Yo entrecerré mis ojos y miré a Blaise.— 

—Bocazas. —le recriminé.— 

—Yo solo se lo dije a Draco, él se lo contó a los demás. —respondió el moreno.— 

—Fuera. —hablé.— 

—Vamos con vosotros. —aseguró Malfoy.— 

—No, nadie os ha invitado. Así que fuera de mi puerta, microbio rubio. —respondí.—

—Tampoco es como si quisiera ir con vosotros, pimiento con patas, pero el estúpido de Zabini no nos ha dicho dónde es. —habló el rubio, matando con la mirada al mencionado.— 

—Es que no me acuerdo. —se excusó Blaise.— 

—Me da igual. ¿No estabais enfadados? Largo. —volví a hablar.—

—Maldita traidora a la sangre, eres una... 

          Antes si quiera de que pudiera acabar, le cerré la puerta en la cara. Casi al instante se comenzaron a escuchar los gritos de Malfoy y los fuertes golpes en mi puerta. El ruido cesó y se escucharon unos golpes más suaves. 

—Muñeca, ¿por qué no nos abres? —se escuchó la voz de Mattheo.— 

—Si crees que contigo voy a ser más suave déjame decirte que no será así. —hablé a través de la puerta.— ¡Y deja de llamarme muñeca, es asqueroso! —le recriminé asqueada.— 

—No tienes por qué ser más suave, pero puedo convencer a Tom para que nos de todo el alcohol que queramos. —aseguró el castaño. Sonreí ampliamente y abrí la puerta.— 

—Te escucho. 

          Les abrí la puerta y los dejé pasar. Ellos esperaron pacientemente mientras terminábamos de arreglarnos, nada en especial, pero algo menos aburrido que el uniforme escolar de todos los días.