Morirò da Re (Draco Malfoy x Audrey) (George Weasley x Marlene)

Capítulo 6

Narra Marlene:

           Maldije internamente a mi mejor amiga cuando ésta se marchó casi corriendo junto a Fred, dejándome completamente sola con George sin saber qué decir o hacer. Un silencio incómodo se formó entre los dos. 

—Bueno... —habló el pelirrojo mientras yo me tronaba los dedos nerviosa.— ¿Vamos a las tres escobas? —cuestionó intentando cortar el silencio.— 

—Claro, vamos, seguro que no tardan mucho. —hablé con cierta timidez.— 

          Comenzamos a caminar, las tres escobas estaba a unos 10 metros de nosotros, ya que Audrey y yo nos dirigíamos hacia allí antes de la interrupción de los gemelos. El silencio se volvió a hacer entre nosotros. 

—Bueno, ¿cómo está tu brazo? —preguntó el pelirrojo intentando romper el hielo.— 

—Sí, ehm... —dubité levemente.—...está bien. —aseguré rápidamente.— Madame Pomfrey me cuidó muy bien y ya está perfecto, aunque no puedo tocar la guitarra hasta dentro de una semana. —comencé a divagar.— Pero Romeo, es decir, mi gato, me ha dado más cariño porque estaba malita. —seguí algo nerviosa y solté una pequeña risita.— 

—¿Así que tienes un gato? —preguntó.— 

—Sí, Romeo es mi primer gato, lo recogí de la calle el verano justo antes de entrar a Hogwarts. —expliqué con rapidez.— Lo encontramos en Italia, mientras mis hermanos y yo paseábamos por la caleta. —seguí divagando.— 

—¿Fuiste a Italia? —preguntó con cierto interés.—Seguro que es muy bonito. 

—Sí, Italia es preciosa. Voy todos los veranos a visitar a mis abuelos a su mansión. Vamos toda mi familia, ya que mi madre es de allí; aún que yo nací aquí, pero soy medio italiana. —hablé con rapidez solapando las palabras entre sí debido a mis nervios.— 

—Suena bien.

—Sí, es increíble. Tal vez algún día podrías venir. —hablé sin pensar.— Digo, que podrías venir con tus hermanos, la mansión de mis abuelos es gigante y les encantaría que llevara a mis amigos. —seguí metiendo la pata.— Jolín, pero qué digo, si a penas nos conocemos. —me lamenté.— Olvida lo que he dicho, seguro que ni siquiera te importa la mitad de la conversación, soy demasiado bocazas, lo siento de verdad. —me disculpé apurada. Mientras agradecía a Merlín que habíamos llegado a las tres escobas.—Entremos. —indiqué abriendo la puerta para que George pudiera pasar y yo seguirlo.— 

—No te disculpes, está bien. —aseguró divertido.— ¿Vas a pillar una mesa mientras yo voy a por algo de beber? —cuestionó. Yo asentí algo sonrojada.— ¿Cerveza de mantequilla? —preguntó a lo que yo volví a asentir.— 

          Me dirigí a una de las mesas vacías cerca de la ventana mientras me reprochaba mentalmente por el increíble ridículo que acababa de hacer frente al chico que me gustaba. Respiré hondo intentando que los pensamientos intrusivos no llegaran a mi mente, mientras mi pierna se movía inquieta bajo la mesa. George regresó con dos cervezas de mantequilla en las manos y las dejó sobre la mesa, sentándose frente a mí y dándome una ligera sonrisa.

—Aquí tienes. —me la acercó, yo le sonreí tímida y le di un sorbo.— 

—¿Cuánto es? —cuestioné, ya que nunca había comprado una y no sabía el precio.—

—No te preocupes, yo invito. —aseguró.— 

—Gracias. —murmuré con leve sorpresa.— Pero no es necesario, yo puedo pagarla.

—Y yo también. —sonrió.— Tómatelo como un intercambio por las risas que nos hemos echado Fred y yo al ver tu broma en Zonco's, ha sido realmente ingeniosa. —aseguró mientras yo casi me atragantaba con la cerveza.— ¿Estás bien?