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Epílogo

Soo realmente era un gato muy molesto. Maullaba como si estuviera al borde de la muerte cada que tenía hambre, rasguñaba los sillones como si no hubieran costado los dos riñones de Seungkwan y le gruñía a Chan cada que se acercaba a Seungkwan. Y, cuando no estaba el rubio, le chillaba a Chan y se paseaba entre sus piernas para que lo acariciara fingiendo que en realidad lo quería.

—A veces pienso que también debí asustarte a ti para que te fueras de mi apartamento —se quejó Chan, cargando al gato y mirándolo de frente.

Soo solo lo miró antes de tratar de rasguñarle la cara y saltar lejos de él cuando tocaron la puerta.

—Tú otra vez —le dijo Jeonghan en cuanto lo dejó pasar—. ¿Dónde está Seungkwan?

—¿Seungkwan? —volvió a preguntar Chan, tratando de ganar tiempo para inventarse una excusa creíble.

—Sí. Seungkwan —obvió Jeonghan rodando los ojos—. Tu novio el que te mete a escondidas aquí.

Las mejillas de Chan hirvieron en carmín. Era una sensación extraña. Debía haberse acostumbrado hace un par de días, pero la manera en la que el calor se expandía por su piel seguía resultándole un poco ajena.

—No es mi novio. Y no me mete a escondidas.

Jeonghan alzó una ceja y cruzó los brazos sobre su pecho, sin creerle ni una sola palabra.

—Y tu gato no es un gato mañoso.

—¿Qué?

—Pensé que estábamos diciendo mentiras.

Chan se mordió el labio un poco. Para su buena suerte, Seungkwan abrió con su llave y entró en ese momento. Chan suspiró en una sonrisa. Quizá el destino de Seungkwan era siempre salvarlo.

—Hola —saludó el rubio medio confundido por la inesperada visita.

—Hola Kwannie —le devolvió el saludo Chan.

—Dios, ya tienen apodos y todo. ¿Debo esperar una invitación a la boda pronto?

Seungkwan lo miró mal, juntó las cejas y se acercó con paso firme a Jeonghan. Chan se quedó detrás de él.

—¿Qué quieres? —le preguntó Seungkwan a la defensiva.

Jeonghan sonrió un poco.

—Mi novio vendrá a cenar y quería invitarlos. Puede ser como una cita doble.

Chan se mordió el labio, divertido por la situación.

—Por mí está bien —dijo, y a pesar de haber estado esperando la mirada incrédula de Seungkwan, recibió a cambio otra afirmación.

—Está bien, entonces. Iremos —aseguró el rubio. Después saco a la fuerza a Jeonghan de su departamento y cerró la puerta con fuerza. —¿Qué te he dicho de abrirle la puerta a extraños?

Chan juntó sus cejas y torció la boca en una mueca adorable.

—No era un extraño.

—Para ti todos son extraños —le recordó Seungkwan—. Hace apenas unas semanas que rompimos la maldición, Channie. Aún tenemos que averiguar cómo haremos para que vuelvas a vivir tu vida.

Seungkwan solía hablar de los problemas que Chan tenía que resolver en plural. Chan creía que era un hábito lindo. En realidad, Chan seguía creyendo que todo en Seungkwan era lindo.

—¿Me ayudarás?

Seungkwan se acercó a él, lento, como un fotógrafo esperando no asustar a un ave despegando. Chan se acurrucó en el toque de la palma de Seungkwan sobre su mejilla. Su tacto era reconfortante, así como saber que su voz iba dirigida a él y que sus ojos lo miraban incluso mientras pestañeaba.

—Si.

—Gracias, Seungkwan —susurró Chan.

—¿Por qué? —indagó el rubio como si no lo supiera, ladeando la cabeza y respirando suave.

—Ya sabes por qué.

Seungkwan sonrió.

—¿Por no ignorar al fantasma en la habitación? —cuestionó, acercando su rostro ligeramente al de Chan.

Chan desvió la mirada,  repentinamente apenado. Su corazón comenzó a latir fuerte, podría haber sido doloroso si Chan no supiera lo que significaba. A veces olvidaba que Seungkwan escuchó cada una de las palabras que Chan dijo en voz alta cuando fingía que no lo veía. Era muy probable que Seungkwan ya lo supiera, de cualquier modo, así que Chan no lo pensó mucho antes de preguntar:

—¿Puedo besarte?

—Nunca he besado a un fantasma.

Chan rodó los ojos y una sonrisa ladina se asomó en sus labios. Seungkwan realmente era un tonto.

—Ya no soy un fantasma —dijo.

Y lo besó. Chan lo besó, o quizá Seungkwan lo besó. Chan no estaba muy seguro. Solo podía pensar en los labios de Seungkwan acariciando los suyos, en su piel hirviendo bajo su toque y sus mechones rebeldes picando contra su frente.

Seungkwan se sentía exactamente como lo imaginó la primera vez que lo vio.

...

—Seungkwan, Chan; este es Seungcheol, mi novio —presentó Jeonghan.

—Hola. Es un gusto —dijo Seucheol, ofreciendo su palma extendida hacia Chan.

Seungkwan y Jeonghan entablaron su propia conversación después de eso, dejando espacio para que Chan y Seucheol se conocieran un poco más.

Y era extraño para Chan, porque Seungcheol le recordaba un poco a su hermano. No físicamente, pero algo en él era idéntico a Jihoon.

—¿Te digo algo gracioso? —dijo Chan, medio sonriendo—. Me recuerdas mucho a alguien.

Seungcheol rió y le dio un trago a su bebida. Sus encías se asomaron un poco y sus ojos desaparecieron cuando sus mejillas subieron.

—Suelen decirme que soy idéntico a la familia de mi papá.

—¿En verdad?

Seungcheol asintió. Chan no tardó mucho en entenderlo entonces. Sonrió sin poder evitarlo y su corazón martilleó con fuerza. Ah, Jihoon lo mataría él mismo cuando se enterara que en realidad seguía vivo.


♡♡♡

listooo, por fin terminamos este ff. siento que tomó muchísimo tiempo a pesar de tener tan poquitos capítulos jajs

muchas gracias por leer, pueden dejar sus dudas e inquietudes por aquí (◡╹)ノ♡

ghost in the room / chankwanDonde viven las historias. Descúbrelo ahora