Expedición diurna

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Un silencio desolador inundaba las calles de esa ciudad, haciendo que cada paso dado contra el frio pavimento se sintiese como el fuerte golpe de un tambor llenando las silenciosas calles.

Dichos senderos se sentían anormales, la carencia total de movimiento y ruido era quitarle una pieza clave para la mantención de la vida útil y normal en una ciudad. Autos estaban detenidos, no solo a la mitad de la calle, si no también sobre la senda de peatones. Incluso había algunos estrellados contra las paredes de algunos edificios o entre ellos.

Manchas de sangre estaban regadas por la calle, así como algunos trozos de extremidades y carne que no era posible determinar por lo poco que quedaban de los mismos, aunque también era el visible el caso opuesto, restos de personas destrozadas que aun mantenían una apariencia humanoide a pesar de las partes que les faltaban. Un nauseabundo olor a sangre inundaría las fosas nasales de todo el que recorriese estos inhóspitos senderos, el respirar profundamente este toxico aire haría que le diera una arcada incluso a las personas mas fuertes de estomago.

Lo que apenas veinticuatro horas antes había sido una ajetreada ciudad japonesa con abundantes personas y actividades. Ahora únicamente era un pieza congelada en el tiempo de la calamidad que sorpresivamente se había ceñido encima sin nada que indicase que aun hubiese vida en las proximidades.

Exceptuando un pequeño grupo de estudiantes de secundaria, el cual temerosamente estaba haciéndose camino por los restos de esta lúgubre combinación de estructuras y pavimento.

Al frente de este pequeño grupo, casi como si estuviese comandándolo, se encontraba un chico con una apariencia que se consideraría aburrida bajo circunstancias normales. Pero la sangre en su cabello y ropa, así como los vendajes en sus brazos, le daban una apariencia mas fiera que era cuanto menos adecuada al entorno que lo rodeaba. En su mano derecha sostenía un palo de escoba, ligeramente modificado para ser una muy arcaica arma, el cual utilizaba como un bastón, que le brindaba un punto de apoyo adicional para moverse mas cómodamente. 

Junto a él habían dos personas cubriendo sus flancos, a su izquierda se encontraba una joven de cabello completamente oscuro, hasta el punto en el cual pareciese que absorbía la luz que intentase reflejarse en él. Tenía un uniforme de la secundaria Itan ligeramente manchado, pero incluso así lograba mostrar una apariencia pulcra y elegante. Se encontraba abrazando contra su pecho una caja de metal con una cruz, protegiendo fervientemente el botiquín como si fuese a perderlo en caso de soltar su agarre un instante.

Del otro lado, un joven de apariencia andrógina caminaba mirando curiosamente todo lo que los rodeaba, atraído por el sentimiento de aventura inspirado por la completa desolación de las calles. Traía un bolso colgado sobre su hombro derecho, y en la mano de ese mismo brazo sostenía muy fuerte un cuchillo mariposa cerrado. Su vestimenta era una mezcla de sus dos compañeros anteriores, no solo por la combinación de vestimenta tanto femenina como masculina que tenía, si no también por lo limpia que había logrado mantener su falda y medias, en comparación a los vendajes y camisa ensangrentados que tenía en su torso..

A poco menos de un metro de ellos otros tres jóvenes los seguían de cerca, en una formación mas o menos similar.

En el centro de esa formación, pero mas atrás que las dos chicas que estaban a sus lados, se encontraba un joven cuya descripción mas adecuada sería la de "una torre de músculos", el cual parecería un adulto de no ser por el uniforme de secundaria que portaba. Caminaba firme, con la espalda recta y el pecho inflado, cargando valientemente contra la adversidad. O eso parecía, ya que esta postura era un producto involuntario por la tensión muscular que experimentaba debido a su propio nerviosismo.

Justo detrás de la chica de cabello extremadamente oscuro, pero mas adelante que el joven de gran tamaño, se encontraba una chica de cabello marrón. Su uniforme manchado casi enteramente de sangre, la cual no era propia, atraía rápidamente la atención de cualquiera que la mirara. Caminaba altiva, con su mano izquierda descansando tranquilamente sobre su cintura, pero manteniendo siempre la guardia alta en caso de tener que saltar a la acción. En su mano derecha se encontraba un tubérculo, el cual poseía algunos golpes y deformaciones por el brusco uso que había experimentado el día anterior.

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⏰ Última actualización: Oct 06, 2023 ⏰

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