Pasas el día siguiente al fiasco de Elijah deprimida, sola, en tu casa. Te quedas en pijama hasta bien entrada la tarde.
No tiene sentido que te sientas tan abatida por un beso rozado. Nunca habías necesitado un romance. Ni compañía. Han pasado años literales desde que besaste a alguien. Crees que la última persona fue algún medio beso borracho en la comisura de los labios en tu primer año de universidad. Entre trabajar 30 horas a la semana y cursar 8 clases al semestre, no tenías tiempo para nada parecido a una relación. No tienes por qué desear la atención de los Mikaelson de la forma en que lo haces. (Tu libido tampoco tiene por qué estar tan alta como está).
Tal vez deberías ceder y finalmente comprar un vibrador.
Eres ridícula. Dos décadas y pico pasadas en soledad parecen haber sido borradas por una familia de vampiros. Te preguntas si es posible volverse adicto a alguien.
Con los vampiros, la sobredosis sigue siendo una posibilidad.
Ugh.
Está bien, puedes distraerte. Te entretuviste durante veintitantos años. Empiezas a leer la nueva novela de misterio que te ha comprado Kate e ignoras la pila de viejos libros de psicología que le ha regalado Elijah. Apenas puedes leer un capítulo. No dejas de recordar la forma en que Elijah te acunó la cabeza cuando te besó, la imagen de ti arrodillada a sus pies sobre las frías tejas. Es injusto que se esfuerce tanto por cortejarte para luego tener que echarse atrás por culpa de la crueldad destemplada de Klaus.
(Por otra parte, no estarías en esta situación si no fuera por Klaus. Nunca habrías conocido a ninguno de ellos si no fuera por él. Crees que te habrías conformado con estar sola para siempre si los Mikaelson no hubieran entrado en tu vida).
Nunca esperaste ser feliz.
Ahora que lo has rozado, este purgatorio interminable te parece insoportable.
Abandonas la lectura de tu novela y decides que no has usado tu nueva bañera con patas todo lo que deberías. Tal vez una noche de autocuidado te ponga en orden. Pones el agua al máximo y le echas sales de baño de rosas. Podrías besar a Rebekah por regalártelas.
(Aunque, para ser justos, podrías besar a Rebekah por muchas otras razones).
Le echas un baño de burbujas y abres una botella de Burdeos. Incluso metes el tocadiscos en el baño. Quizá más tarde te hagas una máscara facial. Tienes la vaga intención de intentar leer en la bañera cuando se abre la puerta del cuarto de baño.
"¡KOL!", gritas, derramando parte de tu vino por la frente. El agua se tiñe de rojo. "¿Qué haces en mi baño?".
Enarca una ceja. "Me has invitado a entrar".
"A mi casa. Hace semanas".
Kol se encoge de hombros. Le brillan los ojos. Su tocadiscos sigue canturreando éxitos de los cincuenta mientras él se apoya en el lateral de la bañera. "Veo poca diferencia, cariño". Sus ojos vagan y necesitas toda tu fuerza de voluntad para no hundirte aún más bajo las burbujas de agua de rosas. Se suponía que iba a ser una velada tranquila para ti sola. Kol, con su mirada ardiente y sus ojos oscuros, no entraba en la ecuación de tu noche de cuidado personal.
Es una amenaza.
(No puedes encontrar en ti misma la forma de irritarte de verdad, no cuando ese dolor que te duele en el pecho se apacigua por el hecho de que alguien se preocupa por ti, alguien piensa en ti).
Nunca habías tenido gente a la que echar de menos. Nunca te habían echado de menos. Una chispa de cálida euforia sube por tu pecho.
"La mayoría de la gente espera una invitación secundaria. Es lo educado".
![](https://img.wattpad.com/cover/343089450-288-k547099.jpg)
ESTÁS LEYENDO
Pasteleria | Mikaelson
Fiksi PenggemarESTO ES SOLO UNA TRADUCCIÓN AUTORIZADA Su autor es WickedlyEmma de AO3 Eres un panadero con pocos sueños y sin intenciones de saber que los vampiros existen. Klaus Mikaelson tiene otras ideas.