Capítulo 4. Escape del bosque negro.

34 4 2
                                    


Hope se encontraba mirando una gran cantidad de botellas que había dejado en orden sobre una mesa intentando deducir una mezcla útil, hasta ahora con todo lo que tenía al alcance solo tuvo oportunidad de hacer una rápida curación con parches de adormilera para mitigar el dolor, al terminar Sombra quedó exhausto en su cama hecha con cajas.

Levantó la mirada cual escritor frustrado en espera de inspiración, de alguna manera el no poder ni curarse a sí misma le lastimaba el orgullo, y ahora un Sombra que no podía continuar con el viaje se sumaba a su lista de fracasos. Tenía qué resolver este problema antes de sucumbir a la locura o al bosque.

Sin hacer ruido, salió de la casa rodante de regreso hacia la parte del castillo donde habían sido expulsados, necesitaba muestras que le sugiriera alguna respuesta.

Siguió un caminito que rodeaba el castillo, obstaculizado por algunos árboles que crecieron para ofrecerle a aquellos vestigios el follaje suficiente para esconderse. El lugar, a pesar de la oscuridad de la noche, rebeló haber sido la locación de una batalla, cráteres con plantas nacientes a su alrededor, algunas paredes desintegradas por el tiempo con agujeros redondos producidos por cañones, el castillo visto desde fuera parecía un despojo de piedras y torres clásticas que con necedad se levantaban a seguir enfrentando el paso del tiempo.

Finalmente llegó, se encontraba ahora frente a un riachuelo de aguas cristalinas a unos metros de los cimientos del castillo, rodeado por unos montones de flores amarillas con centro algodonoso que, a decir verdad, se veían preciosas con el castillo en ruinas en la cima de la colina.

Se acercó a las flores y tomó una con su magia para no tocarla, no podía saber con certeza qué era lo que habría causado tal reacción a su compañero de viajes, pero era mejor prevenir.

Recordando lo sucedido, se acercó al agua que tocó con su casco sintiendo la suave pero fría resistencia, viendo cómo este se iluminaba ligera e intermitentemente, algo característico de las aguas enriquecidas con los atributos de los cristales ecuestres, efecto que solo podía ser emanado por un poni de cristal.

Miró su casco por un momento para luego llevarse el agua al ojo sin efecto alguno, al notarlo, sumergió la cara al agua y tras dar un gran trago sacó la cabeza, aparentemente solo se trataba de agua común de los ríos subterráneos de cristal. El problema tenía que ser la flor.

Sacó un par de frascos, tomó las muestras de todo aquello que Sombra había tocado y con ello en su bolso, caminó de regreso a la casa rodante, admirando con cierto embelesamiento la construcción en ruinas.

Al llegar se encontró con Sombra frente a una pila de ramas con un pequeño fuego encima, algo que le hizo sonreír con un dejo de molestia, a veces era a la par de motivador y molesto lo persistente que podía ser aquel unicornio.

—Volví.

Dijo Hope para llamar su atención, cosa que aparentemente funcionó pues recibió como respuesta un desanimado:

—Qué bien.

Dejó a un lado su bolso para acomodar las ramas y agregar además un pequeño tronco carbonizado con el que avivó el fuego.

—Acabo de revisar, no fue el agua.

No recibió respuesta, Sombra se encontraba recostado cerca del fuego, aparentemente mirándolo a pesar de llevar parte de la cabeza vendada.

—Admiro tu fortaleza, Sombra. —Insistió en un intento de subirle el ánimo. —Hiciste un buen fuego tú solo.

Aún sin respuesta, Hope solo se sentó a su lado largando un fuerte suspiro, haber caído más profundo en ese lugar le frustraba más de lo que lo había hecho el día que se salieron del camino por seguir el río, en perspectiva con años ya en este trabajo, le parecía imprudente.

Sombría esperanzaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora