Ellian no lo deja quedarse en las habitaciones de los emisarios. «Ningún hijo mío dormirá lejos de su gente estando bajo mi tutela» le dice al enseñarle el cuarto contiguo al de ella. Sus palabras lo embriagan de calidez. La manada ya no es su hogar, pero no se atreve a pensar lo mismo de Ellian. No hablan más porque, si algo caracteriza a la alfa, es su incapacidad para quedarse quieta. Por eso vuelve al trabajo.
Si oyó lo que le dijo a Quillian antes de salir de la oficina, no lo menciona.
Yuma no tiene fuerzas ni para pensar en el tema. Deja la maleta a un lado de la cama. El cuarto tiene un buró pequeño, un baño con regadera y un clóset. Aunque no se lo dice a Ellian, está sorprendido de lo que su padre ha hecho en la ciudad humana. Un edificio entero destinado a la farmacéutica que, en sus pisos superiores, también alberga habitaciones para los cambiantes lunares de los Moonlight que quieran instalarse en Bariló.
Cuando su padre se hizo con el liderazgo de la manada, se tomó tan en serio la promesa de proteger a su gente que incluso fuera de los territorios cambiantes ha creado espacios para ellos.
Ojalá esa intensidad para cuidar a su pueblo la hubiera usado para proteger a su madre. Yuma aprieta los párpados en cuanto la idea aparece. No vale la pena ahondar en esos pensamientos. Se acomoda en la cama y se queda dormido. Esa noche sueña con la cascada, sueña que cae desde lo alto y, antes de sumergirse en el agua, la imagen de la punta de la montaña es reemplazada por el largo puente colgante donde el olor a humo arde en las fosas de su nariz. Despierta con un miedo crudo que le provoca escalofríos.
Se da una ducha larga y caliente. Al salir se mira en el espejo del baño, repasa sus párpados caídos, herencia de su madre junto al color rojo de sus ojos. Las yemas de sus dedos recorren la ceja derecha. A su edad Quillian ya se había hecho la cicatriz que le cruza en vertical, pero él solo tiene un párpado terso y joven. Sus dedos siguen bajando por la nariz refinada, menos recta que la de su padre. La de Quillian, sin embargo, se ve tosca por la herida que va de un lado a otro de su cara, obra del abuelo Abrat.
El liderazgo de las manadas lunares se hereda de dos formas: Con la muerte del jefe de clan, el poder cambia por legado familiar de Alfa a Alfa, ese fue el caso de Abrat, que recibió la manada Moonlight de su padre. Y por «Sumisión», cuando un Alfa no está de acuerdo con el liderazgo en curso o no hay un sucesor claro (como cuando nacen solo hijos omega) y los candidatos se enfrentan en un combate cuerpo a cuerpo.
El vencedor debe recibir, además, la bendición de las sacerdotisas en una ceremonia especial para ser reconocido por el resto de su gente. Aunque varios cambiantes llegaron a la región con la intención de reclamar el poder de la tribu más grande de lobos negros, ninguno salió vencedor. Perdieron la vida a manos de su abuelo. No había otro cambiante capaz de matar a un lobo de la especie de Abrat, solo la sangre de su sangre. Quillian tuvo que arrancarle la cabeza para darles una mejor vida a todos los Moonlight.
Cuando Quillian se mira en el espejo ¿También ve una versión más joven de Abrat? ¿Qué sentirá? ¿Culpa, odio, alivio? Porque cuando él lo hace, no consigue dilucidar qué emoción predomina, cuál de todas las que se revuelven en cada parte de su piel es la más fuerte. A sus veinticinco años Quillian ya era padre y líder. Yuma no puede esconderse de su reflejo, su propia imagen le recuerda al hombre que cuidó con tanto amor de él. Ese que intentaba sacar a una manada de la miseria mientras era incapaz de cocinar el desayuno sin quemarlo.
Se aparta del espejo, intenta disipar los recuerdos para enfocarse en lo que lo ha hecho volver. Se pone una de las camisas vaporosas blancas con cuello en uve que muestra la línea entre sus pectoraless y se enfunda un pantalón negro. Toma el reloj comunicador que le entregó Xel-há. Apenas consigue encenderlo cuando empieza a sonar.
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Esclavo del Deseo | Que te jodan biología #1
ParanormalUn vínculo más espeso que la sangre, una atracción imposible para la naturaleza y un romance prohibido que desafía al tabú. Omegaverse