𝕮𝖆𝖕í𝖙𝖚𝖑𝖔 𝐈𝐈𝐈: 𝕻𝖗𝖔𝖒𝖊𝖘𝖆.

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—Veamos, como símbolo de mi promesa hacía usted le regalaré un preciar mío.

Desvió su cabeza un poco, ignorante a lo que se refería el chico frente suyo.

—¿Le gustaría escojer a usted?

—¿Yo? —Asintió— Entonces, ¿qué tal uno de sus cabellos, Thorfinn-san?

—¿Cabello?, ¿está segura?

—Claro.

—Entonces que así sea.

Arranco tres de sus cabellos con rapidez y leve fuerza, los entrelazó entre sí y, al tomar la mano de la joven, los amarró sobre el dedo meñique.

—Si es necesario quitarlos, hágalo; si al venir, no los lleva puestos, yo mismo le regalaré más, aún si eso signifique ser víctima de la calvicie.

Rió su contraparte.

—De acuerdo.

Al instante, llevó su dedo hasta sus labios, y lo besó con cariño, pero a ojos del más rubio, pareció atrevimiento y coquetería.

—Así... ¿qué le gustaría hacer ahora, Thorfinn-san?

—Quisiera dormir, ¿me lo permite?

—Por supuesto. —Agraciadamente parpadeó.

—¿Me permitiría dormir en su regazo?

No contestó, pero palmeó el mencionado a la vez en que asentía, provocándole una sonrisa y una rápida respuesta. Acentó su cabeza sobre las probablemente bellas piernas, colocó sus manos fuera del alcance muscular, y cerró sus ojos.

Dió un pequeño suspiro.

Adoro este sitio.

—Thorfinn-san, ¿me permite hacerle una pregunta?

—Adelante.

—¿Por qué no me llama por mi nombre?

Y aunque nunca creyó se lo preguntaría, formuló que era mejor decir lo que pensaba, a esconderle una respuesta.

—¿Me permites contestarte con otra pregunta? —Y aunque ya estaba preguntando, su contrario contestó con un "sí", por tanto no dió mayor importancia— ¿Hibiki es su verdadero nombre?

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Al despertar y sentir debajo de él las delicadas piernas de quién le permitió dormir con tal postura, se alegró en demasia, sintiendo una vez más aquello que llamaban compañía, aquello que creyó ya no sentiría.

Tras levantarse y notar que la mujer tan hermosa que había conocido, dormitaba estando sentada de una cansada forma, el bichito de la envidia y la culpa le picó. ¿Cómo había permitido que durmiera así? ¿Tanto había bajado la guardia? Y peor aún, ¿cómo logró dormir así?

La luz reflejada de la Luna, indicaban lo tarde que era, probablemente de madrugada. Agradeció que Askeladd siguiera dormido, por lo que sus movimientos serían solo personales.

Tomó entre sus brazos a la mujer y la recostó en el sitio que más cómodo le pareció. Y aunque la sensación de cargarla fue tan reconfortante, y el verla dormir con tanta gracia lo eran aún más, acertó en que lo mejor era despedirse de aquel lugar.

Y tras haber dejado una breve nota, la cual colocó entre las manos del receptor, cargó a Askeladd entre su espalda y lo sacó de la habitación, notando los dos guardias fuera de esta. Realizando una reverencia, se dispuso a salir de ahí.

𝕴𝖓𝖆𝖈𝖈𝖊𝖘𝖎𝖇𝖑𝖊【𝐓𝐡𝐨𝐫𝐧𝐮𝐭𝐞】(PAUSADA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora