XCIII

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Intentaban calmar sus nervios, susurrando cosas para motivarse.

La directora había salido de la habitación hace algunos minutos y no tardaba en aparecer con el par de niños que habían elegido. No esperaban una respuesta tan rápida, creyeron que Overhaul los había sobornado, pero no tenía sentido. Ni la recepcionista sabía que ellos venían, seguro le habría dado un infarto si ellos también llevaran las cadenas de plata. Otro argumento que podían usar para desmentir sus suposiciones, es que antes de entrar a esa oficina, el de ojos dorados volvió a ofrecer su ayuda para facilitar las cosas. Ellos no eran de ayudar sin haber recibido una petición antes o de ayudar sin que los beneficiados se enterasen.

La voz de la directora se escuchó detrás de la puerta, ambos se tensaron y sujetaron sus manos para darse apoyo.

-¡No quiero! -se escuchó con claridad, era la voz de una niña haciendo berrinche.

-Vaya, sí que se parece a ti -rió divertido y se encogió un poco al recibir un golpe en el hombro.

-Hermana, por favor -la voz aguda de un niño también se escuchó.

-Niños, por favor, comportense -los regañó con sutileza y abrió la puerta, sonriendo hacia el par de adultos.

Atrás de ella estaban los infantes, el niño se escondía detrás de su hermana. Su cabello era rizado de color castaño claro y sus ojos los obervaba con algo de miedo, eran de un hermoso color miel, sus pecas armonizaban perfecto con su rostro. Estaba vestido con una playera blanca algo manchada de las orillas, también llevaba un short de mezclilla azul y unos huaraches celestes.

La niña, era bastante parecida al menor, con excepción que se notaba más extrovertida y bastante rebelde. Su cabello iba recogido en dos coletas con ligas rosas en forma de burbujas. Tenía un vestido rosa opaco con tirantes de overol y huaraches blancos con florecitas rosas.

-Presentence, niños -los empujó hacia adentro y cerró la puerta para que el ruido del exterior no diera molestias.

-Ho-Hola -la vocecita del más pequeño se escuchó, se asomó un poco más para verlos.

-Hola -Izuku devolvió el saludo con una sonrisa amable y se agachó para estar a su altura -¿Cómo te llamas, pequeño?

-Ni leer un papel pueden -la niña bufó y se cruzó de brazos, haciendo pucheros.

-¡Niña! -la directora saltó tan pronto como la menor habló.

Esa era la actitud que siempre espantaba a las personas que se interesaban por ese par. Hace poco comenzaron a tener problemas con los demás infantes. Se metía en peleas por cualquier cosa y le preocupaba no poder ayudarla para que en un futuro no se convirtiera en una mala persona. Si lograba convencer a alguien de llevarlos, sería un gran alivio para todos. Tal vez ellos sí puedan corregir su actitud. Entre más niños tenían, más difícil era ponerles atención de forma individual.

-Sí que leímos los papeles, tú te llamas Mahoro y, tu hermanito, Katsuma -respondió el cenizo con una sonrisa algo burlona.

Izuku tenía razón, eran bastante parecidos.

-Mmm -hizo como si no le importara, aún no los miraba.

-Bueno, los dejo sólos para que se conozcan -rió y terminó de acercar a los niños a los adultos, después caminó hacia la puerta y salió de ahí.

Katsuki se sintió bastante incómodo, no tenía idea de cómo tratar con ellos. De no ser por su esposo, el silencio habría durado por mucho más tiempo. El peliverde, definitivamente, tenía mucha más experiencia con los infantes que él. Cuidar de Eri tenía sus “ventajas”.

I'll never be in love [Dkbk]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora