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Visita Amistosa




Max no sabía cuánto tiempo había pasado entre su última golpiza y la próxima visita de Baqir. Sus heridas habían sanado, pero había recibido atención médica por ello, por lo que eso no le proporcionaba un marco de referencia adecuado.

Cuando la puerta se abrió, él se sentó, o al menos lo intentó, en la medida en que las cadenas se lo permitieron. Baqir hizo un gesto a los guardias, quienes obedientemente alcanzaron por las ataduras y las desataron.

"Es hora de reunirse con tu nuevo Alfa", dijo Baqir. "Vamos".

Max luchó por ponerse de pie, mirando con cautela a los otros silenciadores en la habitación. Él casi que esperaba una trampa, pero conocía bien a Baqir. No había ninguna razón por la que su Malik hubiera pasado por este elaborado engaño solo para matarlo. Si Baqir lo hubiera querido muerto, eso ya habría sucedido.

A pesar de este conocimiento, Max no pudo evitar estar sorprendido cuando Baqir lo condujo a su antigua habitación. "Lávate y vístete", le ordenó. "Date prisa. Nosotros no queremos dejar esperando a tu nuevo Alfa".

Max obedeció en silencio. Se lavó lo más rápido y eficientemente posible, incluso si el agua se sentía celestial después de tanto tiempo que pasó en aquella celda sucia. Cuanto más rápido saliera de aquí, menos posibilidades había de que él perdiera esta única oportunidad de convertirse en algo más que un silenciador.

No se le dio privacidad para ponerse sus ropas, no es que lo esperara, o incluso que le importara. Baqir golpeaba con impaciencia su pie, pareciendo más y más irritado con cada segundo que pasaba.

En el momento en que Max estuvo listo, Baqir lo agarró del brazo y lo arrastró a la fuerza fuera de la habitación. Sus garras se clavaron levemente en el brazo de Max, pero el dolor fue solo un recordatorio de lo que podía perder y lo que podía ganar. La libertad de su gremio. Eso casi parecía demasiado bueno para ser verdad.

Fuera de la casa de seguridad, Baqir lo empujó en una camioneta negra que ya estaba esperando. Algunos de los otros silenciadores entraron con él, mientras que Baqir se deslizó en el asiento junto al conductor.

Mientras se iban, Max se apoyó contra la pared de la furgoneta y adiestró a sus facciones a mostrar una completa neutralidad. Sabía que todos ellos lo consideraban un traidor, y con justa razón. La marca de flagelación en su rostro permanecería para siempre como un recordatorio de lo que había hecho. Pero él no podía obligarse a sí mismo a arrepentirse. Él nunca lo haría.

No sabía en lo que había estado pensando Zee Pruk Panich cuando presionó a Baqir para que lo liberara, a él, un silenciador. Después de todo, la gratitud solo llegaba hasta cierto punto, y la pequeña manada de Zee difícilmente podía resistir la presión de un gremio de silenciadores, especialmente ahora, con tantos problemas que aquejan al resto de la familia Panich.

Max se preguntó qué les habría pasado a Mile Panich y Mew. Esperaba que al menos Mew hubiera sobrevivido. Le gustaba el ejecutor. El hombre era competente y se había asegurado de que Max no tuviera que intervenir en demasiadas ocasiones. Max le estaba agradecido por eso. En cuanto a Mile... Max no tenía muchas esperanzas con respecto al destino del lobo Alfa mayor. Lo que era una lastima, de verdad. Ahora que él había conocido a su compañero humano y sabía lo difícil que era aceptar la imposibilidad de su relación, vio a Mile bajo una luz diferente.

5. Su Silenciador Hombre Lobo ⁓ MaxTulDonde viven las historias. Descúbrelo ahora