OO1 → «su majestad, lo quiero...»

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Enzo se encontraba en la entrada de la habitación del rey, hoy tendrían una reunión y debía acompañar a su señor.

— ¡Soldado! — llamó el joven rey.

El nombrado no tardó en entrar a los aposentos y preguntar qué era lo que requería su majestad.

— ayúdame a vestirme, estoy muy ocupado formulando las palabras exactas para la reunión de esta tarde.

El azabache asintió y rápidamente se dirigió atrás de su monarca. Ayudó a ponerle las hombreras que combinaba con la vestimenta.

— mi señor, los reyes de los reinos vecinos han dicho que debería llegar puntualmente, es mejor apurarse si no queremos una mala impresión. — terminó con su labor, alejando sus manos del delicado cuerpo de Julián.

El menor miró a su soldado, este lo miraba con una sonrisa cálida.

— ¿Crees que podré hablar correctamente en esa reunión?

— mi rey, mi joven rey. Yo siempre creí que serías un buen soberano, y lo eres, no cabe duda que usted lo va a hacer excelente. Yo confío en que usted, mi señor, lo va a hacer perfecto. — acarició la mejilla de Julián.

El contrario su extrañó por el tacto, pero lo dejó pasar, aunque se alejó con la excusa de que llegarían tarde a la reunión. A su primera reunión. Y, sinceramente, Enzo tenía razón, no quería dar una mala impresión a su primera asamblea.

(...)

Le taladraba la cabeza. Los alaridos de los soberanos, le comían la cabeza.

Se sobaba la frente para, de alguna forma, calmar su jodido tormento. Miraba a sus mayores discutir de los bienes para sus reinos y sus alianzas para los mercados de materias primas.

— ¿Usted qué opina joven rey? — habló el rey Emiliano Martínez.

Sinceramente no había oído nada de lo que reclamaban.

— yo creo que el señor Álvarez está de acuerdo a que los ciudadanos cobren un 10% más de lo que ganan. — discutió el rey Joaquín Correa.

— ¿Está seguro de que Álvarez esté de acuerdo con ese juicio? — interrogó el más pacífico de todos en el salón, el rey Lionel Messi.

Álvarez aseguraba que le estaban saliendo canas a tan corta edad.

— yo creo que deberíamos esperar un determinado tiempo para ver el susodicho problema del pueblo, luego tendremos otra reunión para arreglar el asunto correctamente. — por fin habló el rey más joven.

Todos se miraron, no muy convencidos por la respuesta, pero tal vez estaba en lo correcto.

— muy bien, pero solamente daremos dos semanas. No más que eso. — agregó el rey Martinez.

— me parece perfecto. — confirmó el rey Messi.

El rey Correa asintió y Julián se sintió aliviado.

La reunión terminó, el menor ya quería irse, pero una mano agarró su antebrazo e impidió a que saliera. Cuando el castaño volteó a ver era el rey Correa.

— ¿Hay algo a que pueda ayudarlo, mi señor?

— respóndeme esta incertidumbre. ¿Es verdad que usted anda coqueteando con su soldado de confianza?

Julián se quedó perplejo, incomprendido, confundido. ¿Quién mierda había inventado esa ocurrencia? Sólo una mente enferma puede pensar esas cosas que no eran ciertas.

— ¿Cómo?

— he escuchado murmullos de que usted, el reciente rey, el poderoso monarca de la provincia de Buenos Aires, ha seducido a su noble.

~su majestad~ // Enzo F. x Julián A.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora