Era otro día en la ciudad de Buenos Aires. El amanecer era hermoso, siempre con el brillante sol.
Julián amaba despertarse temprano para admirar los tonos del precioso cielo, mientras que tranquilamente anotaba en una hoja, todas las cosas pendiente para el día de hoy. Por suerte no era una gran lista porque la mayoría ya lo había hecho hace una semana atrás.
Semana, donde Enzo le había regalado unas flores rojas, aún las conservaba, las tenía en un florero, que decoraba bien su escritorio.
“son muy lindas.” pensó cuando vió, por cuarta vez en la mañana, a las flores de un rojo llamativo.
De verdad eran muy hermosas. Su progenitora siempre decía que las flores rojas eran las mejores porque le daban mucho color a la vida y él siempre le buscaba de esas para dárselas a ella.
“mi lindo príncipe es todo un caballero.” le solía decir a Julián cuando su madre recibía las florcitas, luego le acariciaba el cabello.
Sonrió al recordar todo aquello.
No se dió cuenta cuando tenía una de las flores en su mano, acariciando sus pétalos. Eran tan suaves como los dientes de león.
También le recordaba mucho a su mamá. Con sus manos suaves, cariñosas, lindas. Las extrañaba mucho.
La extrañaba mucho.
Ya había pasado tres meses desde su coronación, tal vez tanto trabajo en tan poco tiempo, lo estaba poniendo tan ocupado que nunca tenía tiempo para pensar en sí mismo. Y ahora que se daba cuenta de todo, se sentía solo... Triste.
Tal vez necesitaba una compañía. Alguien quien lo acompañe en todo su camino. Cuyas mano también lo acaricien como la delicadeza que tenía su madre. Alguien quien pueda besar; alguien quien siempre esté a su lado; alguien quien le dé amor; alguien como una reina, una amante, una fiel a su amor... Alguien como una esposa.
Y ahí se le ocurrió la gran idea.
Debería casarse, quiere casarse.
Sus ojos brillaron con alegría y rápidamente llamó a sus guardias para que escriban una nota para la familia Ferrero.
Dejó la flor roja en el balcón y se adentró a su habitación para empezar con el dictado.
(...)
— alteza, es un placer volver a verlo. — hizo una reverencia ante el rey Ferrero.
— rey Álvarez, que grata sorpresa. — sonrió el hombre.
— ¿Cómo está todo, mi señor?
— todo bien. Me enteré que ahora usted es todo un monarca. Lamento por lo sucedido.
— sí, no se preocupe. Ahora estoy al mando y debo ser responsable a todo tipo de asuntos.
El adulto volvió a sonreír. — es bueno escuchar eso.
Julián asintió y llegaron las altezas: la princesa Emilia Ferrero y su progenitora, junto con unas sirvientas que las seguían.
— reina, princesa. — volvió a hacer una reverencia.
Emilia hizo lo mismo ante el castaño. — hola, rey. — sonrió.
— buenos días, su majestad. — habló la mujer.
— buenos días. — sonrió.
— bueno, vayamos a la sala de reuniones a platicar. — guió el rey mayor.
Todos lo siguieron, incluso los soldados y sirvientas hasta determinado lugar, ya que lo que hablaban las altezas era solamente asunto privado de ellos.
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~su majestad~ // Enzo F. x Julián A.
Romance«su majestad... Yo lo amo.» Enzo es un soldado que desea poder tener a Julián, no como un amigo, sino como algo más... Sería un poco complicado, pero no imposible. Julián es el nuevo rey, siempre estuvo dispuesto a ser monarca aunque sea a tan tempr...