~su majestad~ // Enzo F. x Julián A.

OO5 ← «soldado, discúlpeme.»

terminó con todo lo antes posible. Escribió una nota y le encargó a su otro soldado de confianza que lo dejara en el escritorio de Enzo.

luego de eso suspiró. Emilia seguía rondando por los pasillos del reino, explorando su futuro reino, así que debía tener cuidado en los movimientos extraños –que últimamente había tenido por la ansiedad– y actuar normalmente.

volvió a largar un suspiro, parecía un adolescente enamorado declarándose ante la persona que le gusta. Su corazón latía mil vez más de lo común, esperaba que Enzo lea su nota y cumpla con su pedido.

se frotó la cara con sus manos, estaba muy cansado. Quería descansar, pero sabía que era imposible, no podría cerrar los ojos hasta recibir alguna señal del pelinegro.

— ¡amor! — esa voz llamó su atención.

— ¿Emi?, ¿qué hacés acá?

— eso no importa ahora, Ju, ni me notaste cuando entré por la puerta, ¿estás bien?

— eh, sí... es el trabajo que me tiene así, discúlpeme, amada. — tomó las manos de su novia.

ella sonrió alegremente, sus ojos brillaban; parecían las estrellas de aquella noche cuando se quedó con Enzo a solas.

...y ahí estaba otra vez: Enzo en sus pensamientos.

aunque lo intente, no puede quitarse a ese morocho de su cabeza, siempre debe acordarse de él y en su perfecta sonrisa, en su perfecto cabello, en sus perfectas manos, en sus perfectos ojos...

...Él era perfecto.

sacudió levemente su cabeza y se dió cuenta que Emilia estaba con unas bolsas. ¿En qué momento aparecieron?

— mirá, amor, traje un regalo para usted. — sonrió y le extendió la bolsa.

Julián fingió una sonrisa y recibió el paquete.

— luego lo abriré.

— mi señor, no se quede con la curiosidad, ábrelo, te gustará. — insistió.

el castaño asintió y no le quedó otra que acatar con el pedido.

cuando lo abrió, era un traje muy lujoso, bien cuidado y brillante.

— ¿le gusta? yo se lo elegí. — sonrió. — me dije a sí misma que debía elegirle el más costoso —se ruborizó levemente —, ya que usted es muy valioso para mí.

Julián seguía mirando el traje con pena. Aunque siempre obtuvo todo, nunca quiso que gastaran mucho dinero en él.

— linda... no era necesario. — miró apenado.

— amor, sí es necesario, es un presente para usted, no se preocupe.

— te lo agradezco, Emi. — guardó el traje en el empaque.

La joven tenía una pequeña y notable sonrisita, mientras observaba cómo su comprometido guardaba delicadamente el traje.

— hoy ordené que nos preparen una merienda muy romántica en el jardín. ¿No te molesta, verdad?

el castaño giró su cabeza para verla; una merienda no vendría mal mientras esperaba la respuesta de Enzo. Le vendría bien un poco de distracción y pasar el rato luego de mucho trabajo.

— no, para nada... pronto este reino también será tuyo, mi reina. — sonrió ligeramente.

ella sonrió con mucha alegría.

— lo amo mucho, mi amado. — enredó sus brazos en el cuello del mayor.

— yo también. — agarró su cintura.