Me volteé de golpe, queriendo asegurarme de no estar teniendo una alucinación debido al anhelo de volverlo a ver, pero no era así.
Charlie Weasley estaba ahí parado, en medio de tiendas y magos mal vestidos, tan alto como lo recordaba, aunque debió haber crecido, porque yo era más alta que a mis diez años. Empecé a caminar lentamente en su dirección, me fijé por un segundo en sus brazos descubiertos, y de repente, la preocupación que nunca había tenido al ver las fotos se agolpó en mi pecho por las múltiples marcas sobre sus brazos. Solo después de un recorrido general, me fijé en su sonrisa enorme en su rostro cubierto de pecas, olvidé las cosas que me rodeaban, que tenía catorce y ya no diez, y salí corriendo hacía él.
Sé que me arrepentiré mucho después, pero había muchas cosas de las que ya me arrepentía cuando se refería a Charlie, por lo que una más no era nada. Y sí, al llegar a donde estaba esperándome con los brazos extendidos, salté sobre él, quién apenas pudo sostenerme colocando sus manos en mi espalda, mientras yo envolvía las piernas en su abdomen, y mis manos alrededor de su cuello.
—¡No puede ser! ¡Estás aquí! —grité en su oído, con los ojos cerrados y llenando mi nariz del olor, literalmente, a familia que me traía su cabello de flama— ¡¿Cómo es que estás aquí?! ¡¿Cuándo llegaste?!
Mi voz aguda y temblorosa siguió gritando preguntas al aire, al mismo tiempo que me soltaba unos centímetros para ver sus ojos azules o regresaba la cabeza para aferrarme a él, sin estar decidida por una de las dos.
—¡Elige una pregunta! —dijo elevando su voz sobre la mía entremezclando una risa emocionada, en un momento en que lo estaba viendo directamente a los ojos y me quedé callada con la sonrisa esparcida por todo mi rostro.
—¿Cuándo?
—Acabamos de aparecernos aquí, y llegué hace menos de una semana de Rumania.
—¿Por qué...?
Iba a terminar de preguntar su razón de estar ahí, pero entrecerró los ojos y me señaló al gran estadio.
—¿... no me dijiste? —elegí en su lugar.
—Iba a ser una sorpresa, llegaría a tu casa y gritarías, pero ya no estabas —-dijo un poco avergonzado por ese error—... así que decidí esperar.
—Igual, debiste hacerlo —dije un poco enfadada, pero sin poder ser muy seria por la emoción de tenerlo de vuelta.
—Lo lamento —me dijo como si estuviera siendo regañado y volteó los ojos en juego. Entonces se quedó callado mirando algo detrás y se avergonzó bastante—... Mini-adicta —me susurró sin verme—... ¿no olvidaste a alguien allá atrás?
—Cedric —solté instantáneamente.
Justamente en ese momento empecé a arrepentirme, y me solté inmediatamente de Charlie, quien tuvo el cuidado de sostenerme cuando perdí el equilibrio por soltarme tan bruscamente. Ya firme sobre mis pies, me quedé viendo el césped, no porque hubiera una planta interesante, si no porque no sabía que decirle al chico que podía escuchar como se acercaba con pasos inseguros.
—Debes estarte sintiendo muy avergonzada —me dijo Charlie con un tono sospechosamente alegre—... y dudo que haya algo que pueda hacerlo peor —Subí rápido la cabeza con una ceja ya levantada—... Pero yo lo conozco... —me dijo con una sonrisa burlona y luego me soltó por completo para dirigirse al chico que no había terminado de acercarse— ¡Cedric! ¡Cuánto tiempo!
—¿Charlie? —preguntó el castaño al darse cuenta a menos distancia de la identidad del pelirrojo— ¡No sabía que vendrías!
Se saludaron chocando las manos, y luego de una mínima platica, ambos se voltearon a mí, y me pidieron que me acercara. Cedric con una leve sonrisa curiosa, mientras que Charlie se esforzaba por no reírse de mí gran incomodidad.
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Reencarné en El Cáliz de Fuego
FanfictionEl Torneo de los Tres Magos. Una competición amistosa creada hace setecientos años con el propósito de unir a las escuelas de Europa, y cancelada, no por las muertes constantes de sus competidores, sino por la de uno de sus jueces. Ese maravilloso t...