Una hora más tarde caminábamos de regreso al castillo renegando por la clase en la que no pudimos descubrir que era lo que comían.
—Si las langostas deformes crecen lo suficiente como para comerse un alumno, ¿lo despedirán esta vez? —preguntó un casi esperanzado Theo.
—No comerán a nadie —le dije con sorna—. No tienen boca, probablemente solo lo picarán, cortarán o succionarán hasta la muerte.
Al llegar al Gran Comedor busqué una cabeza castaña que siempre estaba rodeada de personas en la mesa de Hufflepuff, tan pronto la encontré me acerqué silenciosamente sin querer interrumpir abruptamente. Mike, otro castaño unos tonos más claro y un poco más bajo que Cedric, me notó primero y me saludó emocionado.
—¡Oh, la amiguita de Cedric! —anunció al resto del grupo, levantando la mano del brazo que apoyaba en el hombro del mencionado, en señal de saludo.
—Amab... Idylla —saludó evitando el apodo, lo que agradecí completamente.
—Debí esperar a que salieras, ¿cierto?
Me sonrió con ternura, y negó, levantándose del asiento a pesar de la protesta de Mike por el robo de su apoyabrazos. Creí que mirarían más a la estrella de Hufflepuff, pero todos solo volvieron a su almuerzo. «Qué pensamiento tan egocéntrico» me regañé mentalmente.
—Por supuesto que no —se acercó un poco más para evitar que algunos pocos que seguían mirándolo escucharan—. ¿Necesitas algo?
—¿No puedo acercarme a hablar sin motivos?
La mirada gris de Cedric, que era tan sincera, rehuyó por completo a la mía, fingiendo ver hacía algo a mis costados.
—Sí, ya entendí —lo codeé un poco en el abdomen—. ¿Tienes apuntes de tus clases de Cuidado de Criaturas Mágicas?
—¿De tu año? —asentí—. Creo que tengo unos cuadernos guardados en algún baúl. Le enviaré una carta a mi madre para pedirle que te envíe lo que encuentre. ¿Por qué? ¿Estudias con antelación?
—No, he perdido la fe.
Inclinó la cabeza sin entender. Sonreí negando para mí misma, y me despedí porque perdía tiempo del almuerzo. La comida era deliciosa, lo que era un bálsamo para la próxima clase en la que tenía que esforzarme durante las dos horas que pasaré en esa torre.
Cuando sonó la campana me separé de Theo. Caminé hacia la torre norte, en la que estaba la trampilla que me daba paso al aula de Adivinación. Cuando estuve a punto de entrar me vi afectada por el familiar perfume dulzón que me volvía a provocar mareos después de no haberlo olido por dos meses. Como siempre, todas las cortinas estaban corridas. El aula, de forma circular, se hallaba bañada en una luz tenue y rojiza que provenía de numerosas lámparas tapadas con bufandas y pañoletas.
Con un vistazo localicé a Daphne, dirigiendo mis pasos para ocupar el lugar vacío a su lado. Dos tercios del trío dorado entraron un poco después, y se sentaron cerca de nosotras gracias al nuevo y amigable miope.
—Buenos días —dijo la tenue voz de la profesora Trelawney justo a la espalda de Harry, que dio un respingo. Su apariencia de bicho era olvidable gracias a su actitud más peculiar, pero no me corresponde juzgar eso.
Cada vez que veía a Harry tenía la misma expresión trágica.
—Estás preocupado, querido mío —le dijo a Harry en tono lúgubre—. Mi ojo interior puede ver por detrás de tu valeroso rostro la atribulada alma que habita dentro. Y lamento decirte que tus preocupaciones no carecen de motivo. Veo ante ti tiempos difíciles... muy difíciles... Presiento que eso que temes realmente ocurrirá... y quizá antes de lo que crees...
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Reencarné en El Cáliz de Fuego
FanfictionEl Torneo de los Tres Magos. Una competición amistosa creada hace setecientos años con el propósito de unir a las escuelas de Europa, y cancelada, no por las muertes constantes de sus competidores, sino por la de uno de sus jueces. Ese maravilloso t...