"Esos ojos"

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Yo solo seguía a Tom en silencio, mientras él sostenía mi mano, yo ni siquiera me inmutaba en el camino o a donde iríamos en ese momento, solo estaba perdida en su espalda y sus rastas cayendo sobre sus hombros, su forma de caminar, ¡incluso eso me llamaba la atención y me gustaba!

Al caminar, sentí diferente, como si mis desgastados tenis se hundieran, y caí en cuenta de que estaba pisando arena.. ¡esperen! ¿Arena? ¿Estábamos en la playa?
La voz de el de rastas, me sobresaltó, llamando mi atención.

—Bien, aquí estamos, de noche se ve increíble, suelo venir aquí aveces..— lo escuche decir, pero me perdí en sus ojos marrones, Tom no me miraba, pues este observaba el mar que brillaba con la luz de la luna, pero para mi lo más hermoso eran esos ojos, los cuales también brillaban, incluso más que la misma luna.

—¿Andy?— Tom se giró, mirándome con el ceño levemente fruncido, ladeando un poco la cabeza, ¡mi corazón se aceleró! ¿Por que estaba tan hipnotizada? ¿Que me ha echo este alto y atractivo chico de rastas?

—A-ah?— murmure parpadeando un par de veces, a la par que la suave risa de Tom resonaba junto a las olas que chocaban contra la orilla.

—Llevo unos minutos hablando solo, ¿donde está esa mentencita tuya eh?— el ladeo una sonrisa, ¡Dios ahí estaba la sonrisa que me ponía los pelos de punta!

—Lo siento.. yo estaba pensando— dije de forma pausada, sin saber que otra excusa poner a mi actitud de tonta enamorada, por que ¡obviamente Tom no podía saber lo que yo estaba pensando de él o como lo veía!

—¿Y que era eso en lo que pensabas? Pareciera que era algo importante, estabas muy absorta— dijo él, mientras se paraba esta vez frente a mi, debo aclarar que estábamos de pie en aquella playa.

—Eh.. pues pensaba en..— oh no.. ¡¿que le diría?! Tenía que inventar algo ahora mismo, ¡cualquier cosa! —En que tal vez venga a la playa el próximo fin de semana!— dije finalmente a lo que Tom sonrío.

—Oh, genial, ¿vas a invitarme?— pregunto con una sonrisa que pude describir como una juguetona, me estremecí y no por el leve frío que empezaba a sentir, sino por esa sonrisa y esa mirada que Tom me brindaba.

—Ehm.. ¡claro! ¿Por que no?— ¿que estaba haciendo? ¿Ir a la playa? Tom se lo había creído y ahora estaba invitándolo a la playa, ¡y ni siquiera planeaba ir enserio!

—Increíble, ¿te parece si llevo a Pumba? Le gusta mucho venir a la playa y correr por la arena como loco— dijo el mientras soltaba una suave carcajada, yo sonreí al imaginar al pequeño cachorro correr por toda la playa libremente.

—Sería genial, si— murmuré, su risa había vuelto a envolverme, no podía parar de mirarlo y el igual me miraba sonriente, pero ¿por que Tom tenia esa mirada siempre? ¿Que estará pensando él?

Pasamos un rato en aquella playa, observamos el mar en silencio y luego de unos minutos Tom noto que yo tenia frío, así que propuso que ya nos fuéramos, yo estuve de acuerdo y el chico se ofreció a acompañarme a casa, a lo que no me negué.

Caminábamos por las calles que ya conocía a la perfección, íbamos en silencio, pero uno cómodo y reconfortante, el de rastas llevaba sus manos en los bolsillos de su pantalón y yo me abrazaba a mi misma con mi brazos, tenia mucho frío.

—Realmente tienes mucho frío, ¿no?— el hablo, rompiendo el silencio.

—Uhm, si, hace mucho frío esta noche— mi voz salió algo baja, aún así el más alto me escuchó y se detuvo haciendo que yo también lo hiciera y lo observara confundida.

¿¡El empezaba a sacarse la camiseta!?
¿Acaso estaba loco?

—¡No, Tom, esta bien, ya estamos cerca de mi casa!

Cerré mis ojos rápidamente, para no mirarlo, mientras sentía mi corazón salirse por mi boca, "metafóricamente" entonces su voz me sobresaltó.

—Descuida, llevo otra camiseta de bajo de esta, toma, póntela, vamos, o te resfriarás— abrí lentamente mis ojos, Tom me extendía su camiseta y efectivamente llevaba otra puesta de color blanco.
Titubee un momento, finalmente tomando la camiseta, ¿como podría negársela si me miraba con esos ojos?

—G-gracias..— murmure mientras sentía un leve alivio, a la par que me colocaba la camiseta.

Sentí su olor, era un olor masculino, fresco y podría jurar que también tenia un suave olor a Marlboro. ¿Acaso Tom fumaba?

—No hay de que, ahora vamos, no quiero que llegues tarde a casa— asentí y continuamos caminando.

Unas cuantas cuadras después, ahí estábamos, mirándonos el uno al otro mientras yacíamos frente a la puerta de mi hogar.

—Gracias por acompañarme Tom— le sonreí tímidamente.

—No hay de que, deberías entrar ya— me sonrío dulcemente mientras estaba apunto de darse la vuelta para irse.

—¡Espera, Tom! ¡Tu camiseta!— hice ademán de quitármela, pero este se negó rápidamente.

—Nono, ¡quédatela!— ¿que? ¿Acaso me estaba pidiendo eso enserio?

—Pero..— me interrumpió sonriéndome nuevamente, mientras se volvía a acercar a mi, y esta vez mucho, me puse sumamente nerviosa, aún así no me moví de mi lugar y lo mire a los ojos, esos ojos que me estremecían.

—Pero nada, tómalo como algo que te haga sentir cerca de mi— dijo el sonriendo ladino, ¿que acababa de decir? ¡Tom acaba de decir eso! ¡Dios, me infartaría en cualquier momento! ¿Para que lo sintiera cerca?
¿Por que lo decía asi de esa manera? ¡Tom me confundía!

Ni siquiera me dejó contestar, se dio la media vuelta y se fue, así, sin más, dejándome totalmente confundida y feliz a la vez, en la entrada de mi casa en esa fría noche de "otoño".

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"Los ojos son el reflejo del alma"; y también del deseo sexual.
La forma de mirar a otras personas, nos delata.
"La oculofilia"; (del latín oculus, "ojo" y del griego filía "amor") es la parafilia que se refiere a la atracción por la zona ocular de otras personas.

Trouvaille [Tom Kaulitz]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora