Bueno, creo que ya es oficial: he perdido la cabeza por completo. Se suponía que iba a dejar a JungKook en paz de una vez por todas y, sin embargo, aquí estoy, besándolo y aferrándome a él como si toda mi vida dependiese de ello. Sé que no está bien, sé que debería detener esto ahora mismo, y te prometo que lo he intentado pero… ¿Cómo te alejas de un hombre que está dispuesto a asumir hasta las últimas consecuencias por permanecer junto a ti? ¡Exactamente, no puedes!
—JungKook … debo… volver al trabajo —balbuceo, tras realizar un esfuerzo titánico para separar mis labios de los suyos.
—No te vayas… necesito que me expliques… por favor…tiene que haber algo que podamos hacer. —Me suplica y no parece que tenga absolutamente ninguna intención inmediata de retirar los brazos que rodean mi cintura y mantienen nuestros cuerpos pegados. Me mira fijamente y una pequeña chispa de esperanza brilla en sus ojos y, en este instante, mi maltrecho corazón vuelve a romperse en un millón de pedazos porque no hay nada que ninguno de los dos podamos hacer para evitarlo: la única y triste verdad es que voy a morir, mi tiempo en la tierra tiene fecha de caducidad y ningún médico del mundo logrará salvarme, pero...
¿Cómo le explico eso a él?
—Espérame en casa —acierto a decir, mientras trato de recuperar las llaves de mi bolsillo, él asiente y, finalmente, accede a soltarme—. Intentaré escaparme lo antes que pueda —añado, tras depositarlas en su mano derecha.
—¿Y cómo vas a entrar tú? ¿Llamarás al telefonillo?
—No, mi madre guarda un juego de repuesto para urgencias, se lo pediré antes de irme. —De nuevo, no tengo ni idea de cómo narices sabía yo eso, simplemente acabo de acordarme.
—Está bien… —accede a desgana. Después, me da un último beso y se marcha.
Termino la noche como la he empezado, totalmente distraído y perdido dentro de mis caóticos pensamientos, sin aportar ninguna ayuda útil. Al final, mi madre se harta de verme vagar como un alma en pena por todo el restaurante y me deja irme antes de que den las doce de la noche. Reitero lo dicho, mañana tendré que recompensarlos a todos por el pobre trabajo que he realizado hoy, pero, ahora mismo, sólo puedo pensar en llegar a casa cuanto antes para estar con JungKook , incluso si todavía no sé qué voy a decirle exactamente para que no siga albergando esperanzas imposibles. Cruzo corriendo las cuatro calles que separan el restaurante de mi edificio y, cuando finalmente llego al apartamento y entro en mi habitación, me lo encuentro recostado sobre la cama sin deshacer, aún vestido, parece que se ha quedado dormido mientras trataba de esperarme despierto. A través de los altavoces del equipo de música, con un tenue volumen de voz, está sonando “You shook me all night long” y no puedo evitar sonreír divertido porque esa es una canción muy apropiada para lo que estoy planeando hacer ahora mismo. Después, me subo sobre él a horcajadas y recorro su labio inferior con la punta de la lengua. JungKook farfulla algo inteligible y me rodea el cuello con los brazos, mientras sus ojos se abren para encontrarse con los míos y una amplia sonrisa se le dibuja en la boca.
—Hola —murmura somnoliento.
—Hola a ti. —Me lanzo a su cuello.
—Jin, deberíamos hablar primero…
— ¡Hablar está muy sobrevalorado! —respondo contra su piel, mientras mis manos se afanan en desabotonarle la camisa para que mi boca pueda tener libre acceso a la línea de su clavícula.
—¡Esto es importante! Necesito saber cuál es el problema para poder encontrar una solución.
—JungKook , no vamos a arreglar nada esta noche, sólo relájate.
—Después de lo que me has contado hoy, no soy capaz de relajarme —protesta molesto, mientras se incorpora y me empuja para sacarme de encima.
Mucho me temo que mis planes de “hacerlo vibrar toda la noche” acaban de ser abruptamente cancelados y, me guste o no, vamos a tener esta conversación para la que aún no estoy preparado porque… ¿Cómo demonios le dices al hombre que quieres que no hay nada que él pueda hacer para evitar tu muerte? Me encuentro en una maldita encrucijada, donde tome el camino que tome, JungKook siempre saldrá mal parado… ¡Y no es justo, joder! Así que, por favor, dime qué hago… ¿Le cuento la verdad y destruyo sus esperanzas o le miento y pospongo lo inevitable, agravando aún más su dolor en el futuro, cuando mi muerte lo coja por sorpresa? Estoy a punto de abrir la boca para decir algo, lo que sea, cuando su teléfono móvil suena.